Catástrofe aérea: hubo 73 muertos
Un DC-9 de Austral que iba de Posadas a Aeroparque cayó cerca de Fray Bentos, Uruguay; fallecieron todos sus ocupantes
La caída de un avión de la empresa Austral que se dirigía desde Posadas hacia el Aeroparque provocó anteanoche la muerte de sus 73 ocupantes y se constituyó en la máxima tragedia aérea de la historia argentina.
La aeronave, un DC-9 matrícula LV-WEG, se precipitó a tierra sobre la estancia Magallanes, en la zona de Nuevo Berlín, a 32 kilómetros de la ciudad uruguaya de Fray Bentos.
El piloto del vuelo 2553 perdió contacto con los radares argentinos y uruguayos a las 22.23 de anteayer. Se encontraba a 70 kilómetros de la ciudad entrerriana de Gualeguaychú y se había desviado de su ruta para escapar de una fuerte tormenta.
Empleados de una chacra cercana al lugar donde se estrelló el avión relataron que lo vieron incendiarse en el aire y que instantáneamente cayó, con la apariencia de una enorme bola roja.
Si bien las causas del accidente aún no fueron establecidas, autoridades de Austral y de la Fuerza Aérea estimaron ayer que las adversas condiciones meteorológicas habrían motivado la caída.
Patrullas de rescate de la policía y de la prefectura uruguayas encontraron a las 4.40 de ayer los restos del avión y de sus ocupantes, dispersos en un radio de 800 metros.
"La máquina quedó prácticamente pulverizada, por eso se estima que será casi imposible identificar a las víctimas", indicó en Buenos Aires el secretario general de la Fuerza Aérea, brigadier José Manuel Vázquez.
De las personas fallecidas, sesenta y ocho eran pasajeros -tres de ellos, bebes- y cinco conformaban la tripulación.
El viceministro de Relaciones Exteriores, Andrés Cisneros, informó ayer a La Nación que la Cancillería va a fletar uno o dos vuelos a la ciudad uruguaya de Paysandú, entre mañana y pasado mañana, para que los deudos realicen una ceremonia religiosa simbólica cerca del lugar donde se hallaron los restos del avión.
El trágico final
La aeronave accidentada debía partir desde Posadas a las 20.20, pero sólo lo hizo a las 21.15. Durante el día ya había cubierto el trayecto entre Buenos Aires y Posadas tres veces.
Pero el vuelo que debía arribar a Aeroparque antes de medianoche se topó con condiciones climáticas inesperadas. Según los meteorólogos de la Fuerza Aérea Uruguaya, bruscos ascensos y descensos de aire, una temperatura de 59 grados bajo cero en la zona de vuelo y vientos de 80 kilómetros por hora imperaban en el momento del accidente.
A las 22.30, un vecino de la localidad de Mercedes se comunicó con la fuerza aérea del país vecino para informar que había visto "una bola de fuego que caía a tierra y luego una explosión". Siete minutos antes se había producido el último contacto entre el avión y el radar del Aeropuerto Internacional de Carrasco, en Uruguay.
El coronel Walter García, titular de la Dirección de Aviación Civil uruguaya y de la comisión que investiga el accidente, explicó a La Nación que cuando el avión desapareció del radar de Carrasco se encontraba a 30.000 pies de altura. "Segundos después reapareció y ya estaba a 21.000 pies, por lo que deducimos que cayó como un misil, en forma perpendicular", aseguró.
Según el embajador uruguayo en la Argentina, Juan Raúl Ferreira, en el radar de Carrasco quedó grabado el momento del siniestro, información que podría ser vital para reconstruir las causas del accidente.
En Buenos Aires, el jefe de operaciones de Austral, Enrique Anchorena, aseguró que la máquina estaba en perfectas condiciones cuando salió de Posadas y que el piloto era un experto. "Para conocer las causas de la caída debemos esperar a que se encuentre y se analice la caja negra", afirmó.
Dolor e indignación
La noticia de que el vuelo estaba en emergencia y de que había perdido contacto con las terminales aéreas se conoció cerca de la madrugada de ayer; desde ese momento comenzaron a acercarse al aeroparque Jorge Newbery familiares de los ocupantes del avión.
Escenas dramáticas se vivieron en el hall de la central aérea durante más de cuatro horas. La incertidumbre sobre el destino de la nave generó llantos, desmayos, algunas esperanzas, pero principalmente indignación.
El brigadier Vázquez anunció que el avión había sido encontrado a 35 kilómetros de Fray Bentos y que no había sobrevivientes sólo a las 5, casi tres horas después de que la noticia fue confirmada a los medios de comunicación por las autoridades del país oriental.
Un vuelo especial de Austral partió pocas horas después para Gualeguaychú con 44 familiares de las víctimas con la intención de trasladarlos hasta el lugar donde se estrelló el DC-9 para identificar a los cadáveres. Pero la misión fracasó: una vez en Entre Ríos, funcionarios judiciales explicaron que no había nada para reconocer.
Cuestionan la seguridad
Con el accidente de anteanoche se reavivó la controversia por la seguridad en los cielos argentinos. Nuevas críticas de las entidades gremiales y profesionales que agrupan a los tripulantes de aviones se sumaron ayer a las denuncias por fallas en el control de los vuelos que se reiteran desde hace meses.
Ayer al mediodía el brigadier Vázquez y Enrique Anchorena brindaron una conferencia de prensa en la que este último se vio obligado a reconocer que Javier Losa, que despachó el avión en Posadas, está procesado en Córdoba por negligencia en el servicio público de pasajeros.
Fue por el caso de la azafata Liliana Almada, que murió en agosto de 1995 al caer desde un avión en pleno vuelo luego de que se abrió una puerta.
La pregunta había sido formulada por Alicia Castro, secretaria general de la Asociación Argentina de Aeronavegantes, que mantuvo una airada discusión con Anchorena.
"Losa es muy eficiente, la Justicia cordobesa no es idónea para opinar sobre su capacidad", fue la respuesta que escogió el representante de la línea aérea para salir del paso.
También la Federación Internacional de Pilotos de Líneas Aéreas reiteró su preocupación por la inseguridad en el aire, que ya habían expresado al presidente Carlos Menem hace tres semanas.
La advertencia había llegado después de una serie de incidentes aéreos que pusieron en riesgo de estrellarse a cinco aviones.
La nómina de las víctimas
La empresa Austral dio a conocer ayer la identidad de las 73 víctimas fatales que dejó la caída de la aeronave en una de las márgenes del río Negro, a 32 kilómetros de la localidad uruguaya de Fray Bentos.
La lista de pasajeros fallecidos es la siguiente: Achino, Viviana; Agostinelli, Cristian; Arcamone, Miguel; Arrejoria, Estela; Badano, Andrés; Barberis, Aldo; Barella, Raúl; Beratti, Silvia; Bertoni, Mario; Bertoni, Juan; Bertoni, Jesús; Bertoni, Graciela de; Bolongaro, Víctor; Bondarenco, Miguel; Bondarenco, Erick; Bracconi, Osvaldo; Carranza Conte, Guillermo; Cassinelli, Carlos; De Agostino, Mario; De la Rúa, Gustavo; Di Pardo, Julio; Dukievich, Ana; Elizondo, Ricardo; Filippo, Cristina; Forner, Jesús; Frigerio, Edmundo; Fuentes Aldo; Fusse, Mario; Guzmán, Liliana; Habib, Héctor; Heuer, Cristina; Huidobro, Maximiliano; Iceta, Fernando; Kohen, Raúl; Lagroteria, Francisco; López Ledo, Alberto; Mancini, Viviana; Maruca, Miguel; Mazza, Alberto; Mazza, Celia; Mele, Marcelo; Méndez de Amaral, José; Meurice, Claudio; Moore, Ronaldo; Mosquera, Julián; Nicolet, Carlos; Nicolini, Carlos; Novoa, Rocío; Peterson, John; Poblet, Ricardo; Politzer, Alejandro; Posse, Federico; Reyes, Daniel; Rodríguez, Rita; Rosso, Flavio; Saravi, Augusto; Satz, Marcos; Schulte, Gustavo; Sierra, José María; Silverio Quintana, Teresa; Sosa, Gustavo; Sterman, Brian; Suárez, Héctor; Taboada, Claudia; Wem, Alfredo; Williams, Rubén; Zampino, Ana María, y Zhentek, Silvia.
Personal de a bordo
La nómina se completa con la siguiente tripulación: Cécere, Jorge (comandante); Núñez, Horacio (primer oficial); Trotta, Susana (comisario de a bordo); Rumachella, Bibiana (primer auxiliar), y Alvarez, Fernando(segundo auxiliar).
Debido a las características del accidente, los restos humanos prácticamente se desintegraron, por lo que los expertos consideran que resultará casi imposible su reconocimiento.
Por tales motivos, resultaron infructuosas las gestiones de los familiares de las víctimas que viajaron hacia el lugar de la tragedia con esas intenciones.
En el avión accidentado viajaban 69 personas mayores, un menor y tres bebes.
Una temible nube habría causado la caída de la aeronave
Cumulonimbo: dentro de esa formación se generan huracanes con vientos de hasta 250 km; estiman que el avión pasó por su interior.
Nada parece contradecir hasta ahora que el vuelo 2553 de Austral cayó víctima de un cumulonimbo, un temible tipo de nube que eriza la piel de los pilotos porque no hay avión ni pericia que puedan con la fuerza brutal de sus huracanes interiores.
Son esos formidables coliflores con forma de chimenea, de hongo o de yunque, inflados por verdaderos ciclones internos que circulan en rotación vertical a 250 kilómetros por hora o más, que acompañan a los frentes de tormenta en otoño y primavera, cuando las masas de aire húmedo tienen tales diferencias de temperaturas que al chocar generan fenómenos de inusitada violencia.
Esas tremendas columnas de agua y vientos son las que provocan una noche en pleno día, ya que su espesor puede alcanzar alturas colosales, de ocho o diez kilómetros entre la base y el tope, como sucedió anteayer sobre el centro de la Capital, a las 18.
En el cinturón ecuatorial, donde la atmósfera está expandida por el recalentamiento permanente del sol, los pilotos suelen esquivar cumulonimbos que trepan incluso hasta los 15.000 metros, unos 2000 metros por encima del techo del mejor avión comercial.
Estos asesinos del cielo son capaces de jugar con una aeronave de 60 toneladas y dos potentes motores como si fuera una pluma en las manos de Gulliver. Pueden fácilmente pulverizarla en vuelo, mutilarla y arrojarla en cualquier dirección, zamarrearla hasta sacarla de todo control o aplastarla contra el piso.
Por esa peligrosidad, en los radares meteorológicos de la cabina de mando se proyectan como una mancha roja amenazadora.
En la cueva del demonio
Ese detalle hace menos fácil adivinar por qué un piloto experimentado voló hacia la cueva del demonio al mando, justamente, de un DC-9, uno de los aviones electrónicamente mejor equipados de la flota nacional.
A partir de aquí, el resto son sólo conjeturas que buscan una explicación rápida a algo que sólo dejará de ser incomprensible cuando se analicen las cajas negras.
Los investigadores en la zona del desastre recuerdan que el comandante Jorge Cécere había hecho otro viaje por la misma ruta horas antes y logró sortear la tormenta sobrevolándola.
Pero, al encarar su último regreso, el temporal se había desplazado al Este y los cumulonimbos habían crecido hasta los 11.600 metros. En lugar de desviarse al Oeste, Cécere parece haber intentado adelantarse bordeando por adelante, por el Este, una tormenta inusual por su dirección e impresionante velocidad de avance.
Un cráter de 15 metros en el sitio del impacto, el área relativamente reducida en que se dispersaron los restos (unos 200 metros por 100 metros) y hasta el hecho de que los dos motores no habían sido encontrados aún a media tarde de ayer, sugieren que el DC-9 golpeó con más fuerza que en una caída libre casi vertical.
Otros indicios revelaron a los expertos que el aparato se estrelló casi de nariz y en un leve ángulo invertido, con la cola hacia la tierra.
La conclusión preliminar de ambos elementos parece indicar que el birreactor entró inadvertidamente en un cumulonimbo, fue violentamente desestabilizado y sacado de control por los fuertes vientos; los pilotos reaccionaron aumentando la potencia, pero no alcanzaron a recuperarlo antes de hacer impacto en tierra.
Un antecedente
También un cumulonimbo, pero en este caso por la descarga de vientos entre la base de la nube y el suelo, cobró 35 vidas y otro avión de Austral el 7 de mayo de 1985, el último gran accidente aéreo en el área metropolitana.
Ese día, poco después de las 10, el BAC 1-11 que cumplía el vuelo 901 procedente de Tucumán se topó al llegar a Aeroparque con un frente, esta vez frío, que avanzaba desde el Sudoeste.
Tras evadir dos aproximaciones frustradas por no ver la pista, el comandante resolvió esperar sobre el río, a la altura de Quilmes, pero cruzó bajo un cumulonimbo que lo aplastó contra el agua.
Condolencia
ROMA.- El presidente Carlos Menem expresó ayer su consternación por el accidente aéreo en el que murieron 73 personas y envió sus condolencias a los deudos.
"Me gustaría expresar mi dolor a los familiares de las victimas", dijo Menem en un comunicado distribuido a los periodistas que cubrieron su visita a Italia, donde se entrevistó con el papa Juan Pablo II.
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