Hace diez años, Tamara Yepes y su marido Fernando Tuma Moreno se mudaron a un centenario edificio en Balvanera. Aunque de notable belleza, la decadencia de la fachada indicaba una prolongada falta de mantenimiento. En 2014, para cumplir con la ley que exige garantizar el buen estado de los frentes, el consorcio solicitó un informe técnico que arrojó un diagnóstico inquietante: existía peligro de desprendimientos.
En busca de auxilio para encarar las costosas refacciones, y dado que el edificio está protegido legalmente por su antigüedad, Yepes, Tuma Moreno y otros vecinos se acercaron al gobierno porteño, que envió un especialista para hacer una evaluación. El resultado: por el altísimo valor patrimonial del edificio, el consorcio podría obtener ayuda para su restauración.
Ubicada en Hipólito Yrigoyen al 2500, de seis pisos de altura y estilo art nouveau, la llamada Casa Calise fue construida en 1911 por el arquitecto italiano Virginio Colombo (1885-1927). Y la calidad de sus materiales es sobresaliente: carpintería de madera maciza de roble, rejas y puertas de hierro de elaborada ornamentación, vitrales, pisos de teselas, y boisserie y escaleras de mármol de Carrara.
La ejecución de los trabajos de restauración empezó en abril pasado y llevó siete meses. La dirección de la obra quedó a cargo de la arquitecta patrimonialista Elina Tassara, que trabajó en la restauración de la Capilla Sixtina. Las tareas incluyeron: un hidrolavado, reponer ornamentos premoldeados, cambiar vidrios y restaurar la carpintería, la herrería y las persianas, entre muchísimas otras cosas.
Los vitrales fueron reparados por la misma casa que diseñó los motivos originales: Antigua Casa Soler, que increíblemente conservaba en sus archivos los planos con los dibujos encargados por Colombo.
El consorcio logró acogerse a una serie de beneficios oficiales que le permitieron ejecutar la puesta en valor: una exención del 100% del ABL y el ingreso a un régimen de mecenazgo impulsado por el gobierno porteño, que facilita el acceso a financiación de proyectos culturales.
“Se trata de un exponente del estilo Liberty milanés, una versión italiana del art nouveau”, explicó Willy Pastrana, presidente de la Asociación Art Nouveau Buenos Aires, mientras señalaba la profusión de esculturas de ángeles y mujeres, y de columnas que ornan la deslumbrante fachada del edificio. “La obra de Colombo, además, demuestra influencias del art nouveau austríaco y francés”, dijo, y agregó que este exótico sincretismo encanta a los turistas europeos por su curiosidad.
El costo total de la puesta en valor se calculó en unos siete millones de pesos, de los cuales cuatro ya fueron conseguidos a través del programa de mecenazgo por tres empresas: Telefónica de Argentina, el Banco Hipotecario y Allaria Ledesma & Cía. Aunque fue el propio consorcio quien, con el apoyo del Estado, debió contactar a los aportantes y presentarles el proyecto para que éstos lo evaluaran. Este programa permite a las empresas destinar hasta el 10% del monto que pagan de Ingresos Brutos para financiar proyectos de fines culturales que les interesen.
Además, del Fondo Metropolitano de las Artes se obtuvo un subsidio para restaurar dos vitrales.
Desde que en 2014 el consorcio se presentó ante el gobierno para solicitar ayuda hasta que por fin comenzó la obra pasaron tres años. En el intervalo se tramitaron diversos permisos y autorizaciones y se buscaron los aportes privados.
Sin embargo, para que la obra quede completa, aún restan ejecutarse algunos trabajos, como la refacción de las escaleras y de otros sectores interiores. Se prevé que los tres millones aún faltantes se recaudarán con fondos obtenidos por la exención del ABL.
“Una de las mayores dificultades consistió en que somos un consorcio de 52 unidades y la cantidad de plata era mucha”, dijo Yepes, y explicó que para agilizar la organización, a su marido se le entregó un poder.
Pastrana destacó el motivo central del diseño ornamental, ejecutado en revoque de símil piedra por el escultor Ercole Pasina: la figura de un hombre que sostiene la antorcha del triunfo mientras una mujer enroscada a su alrededor se quita un velo. “Un homenaje a los efluvios del alcohol”, dijo risueño Pastrana, y contó que Calise, el primer dueño, además, era bodeguero.
Francisco Pablo Calise, de 57 años, es bisnieto del propietario original. “Es fantástico lo que se hizo: es un orgullo”, dijo, y explicó que a su bisabuelo la construcción de la Casa Calise le causó “un desastre económico” por la compleja ecuación de costos, y que tardó mucho tiempo en remontar esa penosa situación.
Para el 18 de abril a partir de las 17 hay preparada una reinauguración formal del edificio, que incluirá un show de tango, una prendida de luces y una conferencia de especialistas en el tema. Las precisiones podrán encontrarse en la página de Facebook Restaurando Casa Calise.
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