Carrillo contra la peste bubónica: cómo combatió a las ratas el polémico médico del supuesto billete de $5000
En diciembre de 1946, la prensa porteña informaba que se había desatado en Buenos Aires un brote de peste bubónica, una enfermedad transmitida al ser humano por las pulgas que pican primero a determinado tipo de ratas. En aquel tiempo, quien se puso al frente de la lucha contra esta peligrosa plaga fue el secretario de Salud de la Nación de entonces, el médico neurocirujano y sanitarista de origen santiagueño Ramón Carrillo.
Carrillo, que sería, a partir de la creación del Ministerio, en 1949, el primer ministro de Salud de la historia argentina, se encuentra estos días en el eje del debate público desde que se anunció que su estampa podría aparecer en el futuro billete de 5000 pesos de la Argentina,junto a la primera médica argentina,Cecilia Grierson.
La ponderada tarea de Carrillo al frente de la cartera sanitaria durante ocho años durante la presidencia de Juan Domingo Perón, con aumento en el número de hospitales y de camas y la federalización de la salud pública, contrasta con las acusaciones que también surgieron sobre algunos aspectos de su vida,que señalan que era "admirador de Hitler" y que quería crear un "soldado ideal" eliminando "rarezas raciales y de género".
Pero en el terreno específico de la lucha contra la peste bubónica, el trabajo de Carrillo resultó ser eficiente. No se trataba en términos de salud de un fenómeno tan contagioso y difícil de contener como la pandemia de coronavirus que atraviesa hoy la Argentina, pero de todas formas, vale la pena saber cómo se enfrentó en aquella época esta riesgosa enfermedad surgida en los roedores.
Originado en un depósito de cereales del barrio de Palermo, el brote de peste bubónica amenazaba con extenderse por toda la ciudad. Se trata de una enfermedad bacteriana que se transmite a través de las picaduras de pulgas procedentes de las ratas. Cuando las ratas empiezan a morir en gran número a causa de esta patología, las pulgas migran hacia los humanos que tienen cerca. La enfermedad suele producir la inflamación de los ganglios linfáticos -creando los llamados "bubones"- y puede llevar a la muerte.
La campaña contra el brote
Al aparecer las primeras evidencias de la peste, la secretaría de Salud, a cargo de Carrillo, comenzó con las medidas pertinentes para detenerla. Se realizaron cordones sanitarios alrededor de los lugares infectados con roedores, se desinfectaron y desratizaron infinidad de locales, casas, escuelas, teatros cines y la red cloacal.
Además, se produjo una campaña de incineración de basura y de elementos que se consideraban podrían haber sido infectados. Y hasta se demolieron casas o construcciones donde se suponía que podía haber roedores.
También se utilizó para los afectados suero antipestoso y, por primera vez en la Argentina, se recurrió a estreptomicinas y sulfamidas, ambos bactericidas en el tratamiento de la enfermedad, según lo registra la socióloga e investigadora Karina Ramacciotti en un estudio que escribió para Asclepio, la Revista Española dedicada al estudio de la medicina y de la ciencia.
Al doctor Carrillo le gustaba mostrarse personalmente al frente de estas campañas de desinfección, y su imagen era pertinentemente difundida por el aceitado aparato de propaganda de la época. Con ropa de fajina y birrete militar, él mismo se puso al frente de 60 camiones del Ejército con la misión de erradicar las ratas.
Las fotos de la época muestran al entonces secretario de Salud dirigiendo las tareas de desratización en la calle Cabrera al 5000 frente al depósito donde todo se habría iniciado.
En virtud de la campaña, pero también por los avances en la ciencia -especialmente por los bactericidas- y la atención a los pacientes realizadas en su mayor parte en el hospital Muñiz, el brote fue contenido, con el resultado de tan solo tres personas muertas.
Discusión sobre el origen del brote
En aquel entonces, tal como ahora, las controversias sobre el origen del brote de la enfermedad causó algunas diferencias. El diario La Prensa señalaba que la peste había surgido por la escasa atención sanitaria que se les ponía al puerto de Buenos Aires y a las estaciones de ferrocarril, que se convertían en un caldo de cultivo para la multiplicación de roedores.
La Secretaría de Salud Pública a cargo de Castillo, en tanto, de acuerdo al trabajo de Ramacciotti, responsabilizó a los "incorrectos hábitos de higiene" en los hogares de los trabajadores más humildes y a la existencia de viviendas con hacinamiento, promiscuas, mal ventiladas y con falta de aire.
Claro que esta última postura limitaba la responsabilidad del estado en su tarea de mantener la higiene en espacios de circulación pública como puertos y estaciones de ferrocarril.
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