Carlos Páez Vilaró, el artista de la creación constante
PUNTA DEL ESTE.- Murió en febrero, en tiempos de tamboriles, justo días después de haber vivido su última "llamada". Con sus 90 años, cargados de emociones fuertes y una vida muy intensa, Carlos Paéz Vilaró calzó el tamboril para volver a serpentear la callecita Isla de Flores con la comparsa nacida en un conventillo de Cuareim. Sorprendió este febrero verlo otra vez en esa fiesta carnavalera, cumpliendo el rito del borocotó chas chás.
Sorprendió esta mañana de lunes de febrero con la noticia de su fallecimiento.
Carlitos, el mismo artista creador de Casapueblo en Punta del Este, el enclave increíble en la loma de Punta Ballena. El mismo que le recitaba al Sol el agradecimiento diario a la hora del atardecer. El mismo que sufrió como padre la búsqueda en solitario del avión que en 1972 se perdió en la cordillera de Los Andes, en el que viajaba su hijo ...y Carlitos nunca bajó los brazos. Hasta que aparecieron esos sobrevivientes que sorprendieron al mundo, y fue la voz de Paez Vilaró la que se escuchó leyendo la lista de quienes estaban con vida. Y que se quebró por segundos cuando leyó el nombre de su hijo.
Carlos del Este, Carlos del Sol, el hombre que fue un imán de amistad y un generador de ideas y buen ánimo.
Sus soles están marcados a fuego en esquinas del balneario y su obra ha viajado a los cinco continentes
Paéz Vilaró, el rey del marketing por intuición, el mismo que tuvo la idea de regalar predios de Punta del Este que estaban deshabitados, para que estrellas del cine mundial tuviera un lugar para construir una casa de descanso.
El que se codeó como uno más de la alta sociedad, y el que se fue a vivir en un conventillo de negros, para pintar en sus cuadros las costumbres de aquellos candomberos herederos de esclavos africanos. Las vivencias en aquel "Mediomundo" están impresas en sus cuadros y en sus libros.
Carlo Paez Vilaró nació en noviembre de 1923 y su vida puso asiento en Punta Ballena, mirando a la bahía. La Casapueblo convirtió una parte en hotel pero siguió siendo lugar de vida y atelier. Y él mismo atendía a visitantes y disfrutaba de hablar con gente que llegaba desde diversos puntos del planeta.
Amable, bondadoso, respetuoso en el trato, padre y abuelo adorable, Carlitos era el personaje por excelencia en Punta del Este. Sus soles están marcados a fuego en esquinas del balneario y su obra ha viajado a los cinco continentes.
La galería de fotos con personajes del mundo, del arte, del cine, de la política, y también de los encuentros con personajes anónimos.
La búsqueda de su hijo
La búsqueda incesante de su hijo perdido en Los Andes en aquel trágico accidente de los setenta, lo puso en vidriera mundial, como el padre que no perdía esperanzas a pesar de tantas adversidades. La búsqueda de la aeronave se había finalizado, la convicción de que no podía haber gente con vida estaba generalizada, pero Carlos seguía buscando señales.
Y cuando aparecieron aquellos sobrevivientes que habían vivido un mes y medio adentro de un avión partido y en medio de la nada, Carlitos mantuvo la calma y la voz pausada. Fue un terremoto de emociones.
Así vivió. Entre la calma de su andar lento, la energía para una superproducción de obras, el entusiasmo para generar ideas, para la creación, para el impulso de nuevos proyectos, y por la intensidad de una vida llena de emociones.
Esta mañana de lunes 24, Casapueblo puso sus banderas a media asta. La gente sigue llegando a ese ícono del este uruguayo y la familia llora la despedida a un hombre que se hacía querer al conocerlo.
Murió en su casa, charlando con familiares en las clásicas tertulias con vista al mar. Un dolor en el pecho fue la señal de que el final se acercaba. En un día de cielo celeste, con el sol golpeando en la loma de la Ballena y brillando en la bahía. Como uno esos tantos amaneceres que dejó impreso en sus obras.
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