Capitán Frío: un tucumano es el experto en hielo de la misión antártica de Greenpeace
Océano Antártico, a bordo del Arctic Sunrise.- Hasta la llegada de LA NACION, el tucumano Daniel Rizzotti (51 años) era el único argentino a bordo del rompehielos Arctic Sunrise de Greenpeace, que se encuentra en el Océano Antártico en una misión para presionar por la creación de un santuario libre de pesca en el Mar de Weddell. La pesca de krill pone en jaque todo el ecosistema de este mar, que incluye pingüinos, focas, orcas y ballenas, entre otros animales.
Hincha de Boca, nacido en la localidad de Yerba Buena, Rizzotti es el único de la tripulación que toma mate y confiesa que tiene un dulce de leche “encanutado” en su camarote. Entusiasmado con la llegada de un compatriota, convida rápidamente ambos artículos. Amante de las aventuras, recorrió toda América en moto por la ruta Panamericana.
¿La primera pregunta es obvia: cómo llega un tucumano a convertirse en especialista en hielo antártico?
En Tucumán hay hielo en la heladera nada más, jaja. Bueno, es toda una carrera. Primero me convertí en marino, me fui a estudiar a Buenos Aires para esto. Mi abuelo era italiano, de Trieste, fanático del mar. Creo que por ahí viene el tema. Me recibí en la Armada argentina de oficial de marina militar, luego pasé a la marina mercante y me contacté con Greenpeace porque es lo que se acomoda mejor a mi ideología y de tanto navegar en el Ártico y la Antártida terminé especializándome en navegación en hielo y haciendo los cursos para piloto de hielo.
¿Qué hace un experto en hielo?
Primero, asesora al capitán. El piloto de hielo normalmente es un capitán de mucha experiencia en hielo. Entonces asesora a un capitán que no tiene conocimiento de la zona. Básicamente, busca la mejor ruta en el hielo para entrar. Navegar en hielo es complicado, porque el barco puede quedar atrapado o puede haber daños. Analiza de acuerdo a las condiciones si el barco puede entrar al hielo o no. El barco este es un rompehielos pero también es una máquina y tiene sus limitaciones. En base a esas limitaciones se hace una evaluación de riesgo, se analizan las imágenes satelitales, el clima, el viento, el lugar, y en base a eso se ejecuta la ruta.
¿Qué equipamiento tiene un rompehielos diferente a un barco común?
La forma del casco es diferente, es mucho más grueso. Cuando impacta en el hielo no se producen daños, eso es lo principal. Y aparte la hélice va protegida, tiene radares especiales para identificar el hielo y ver el mejor sitio para entrar. Además, el barco tiene que estar calefaccionado. Imaginate que acá la temperatura puede llegar afuera a los 20 grados bajo cero o menos. Tenemos que estar preparados para cualquier pormenor. Las máquinas tienen que recircular el agua para que no se enfríen tanto, ya que se trabaja con temperaturas muy bajas. Las balsas salvavidas son especiales para esta zona, hay muchos aspectos técnicos diferentes. El barco se mueve más porque el casco es limpio, no tiene ningún apéndice, para que si queda atrapado en el hielo no haya daños.
¿Y cómo atraviesa el hielo?
El barco sube al hielo, se monta en la placa y con el peso la rompe y la desplaza. No creo que en este viaje tengamos hacerlo, pero sí vamos a encontrar campos de hielo disperso más al sur. Vamos a abrir camino dentro del pack de hielo.
El tucumano Daniel Rizzotti, piloto experto en hielo, hasta ayer el único argentino a bordo del Arctic Sunrise @GreenpeaceArgpic.twitter.com/ZIb5ln6L7N&— Víctor Pombinho (@vpombinho) January 24, 2018
¿Cuánto hace que navegás en el Océano Antártico?
Hace 20 años vine por primera vez y llevo diez viajes, con Greenpeace y buques de pasaje. En el Ártico he trabajado bastante con este barco y otros, pero son condiciones con hielo diferentes, ya que la Antártida es un continente y el Ártico, un campo de hielo.
¿Qué es lo que más te sorprende de la Antártida?
La belleza que tiene y la cantidad de vida que hay. Por ejemplo, esta mañana vieron un grupo de ballenas jorobadas, no menos de veinte. También vieron orcas, recién vimos pingüinos. Cuando estuvieron con los submarinos encontraron infinidad de vida abajo. Encontraron estrellas, esponjas, pequeños corales.
¿Y todo eso está en peligro?
Sí. Todo tiene que ver con el ecosistema y la cadena alimenticia. Si les sacamos el krill, que es lo primero en la cadena alimenticia, los pingüinos van a migrar, son colonias que van a desaparecer. Las ballenas también se alimentan de krill y las orcas de pingüinos y lobos marinos. Todo tiene que ver. Por eso es importante crear estas áreas protegidas.
¿Alguna vez estuviste en una situación riesgosa?
En el Ártico, sí. Una vez el cambiaron los vientos y el barco quedó atrapado y una plancha de hielo lo escoró bastante. Fueron un par de horas en las que tuvimos que mover peso de un lado a otro, lo que genera un rolido. Esto hace que la placa se mueva y el barco volvió al agua. Fue una situación complicada. También hay momentos complejos acá cuando hay mal tiempo. Las condiciones del clima son realmente extremas. Puede estar en calma y al rato se puede levantar mucho viento por la baja presión.
¿Cómo es ser el único argentino a bordo?
Tomo mate solo. Es raro, tratamos de balancear. Lo que pasa es que es una zona de mucho interés internacional. Argentina reclama territorio. Pero ese territorio está superpuesto con el reclamo de Chile y Gran Bretaña. Los muchachos de la base Esperanza necesitan mucha más ayuda. Ya está avanzado el verano y siguen consumiendo los víveres de la campaña anterior. El Irízar recién hizo su primer viaje después de diez años.
¿Eso es importante?
Es sumamente importante, porque en la Base Esperanza viven familias, que tienen que pasar el invierno. Hay chicos argentinos que estudian ahí. Este año va a haber quince chicos. Y aún no recibieron los víveres para el año. Argentina necesitaría dos o tres barcos con presencia en la Antártida para hacer los relevos. Hay una base aérea que está muy descuidada. Sería ideal tener una base aérea acá, como tiene Chile para poder tener más presencia. Es loco que teniendo la ciudad más austral del mundo, como es Ushuaia y teniendo una base en la isla Melchor, los vuelos a la Antártida se hagan desde Punta Arenas.
¿Tiene sentido que Argentina y los demás países reclamen territorio antártico, cuando pertenece a todo el mundo?
Creo que sería bueno que cambiemos la filosofía, en vez de ir y plantar la bandera argentina, si tenemos presencia la tenemos que tener bien, con misiones científicas. El trabajo científico que se hace en la Antártida queda relegado.
¿Y tiene que estar ligado a lo militar?
Lo militar hace a la logística, somos pioneros en eso, muchas bases trabajan con sentido militar. Argentina tiene un montón de bases permanentes, pero hay que justificarlo, darle más ayuda a la comunidad científica.
¿Qué alimentos argentinos tenés?
Tengo dulce de leche, por suerte, un par de vinos tintos y yerba mate.
¿Cómo te llevás con gente de Europa, que por ahí tiene otras formas?
Hay que ser tolerante, entender la cultura. Por ejemplo, acá a bordo, si bien se consume carne, tenemos una política de no consumir tanta. El argentino le pone una nota de color. Cuando se juntan dos argentinos acá a bordo empiezan las ironías, los chistes, ponerle apodo a la gente, todas esas cosas. Es lindo y es divertido. A veces nos ven así juntos y dicen “uhhh, mafia argentina”.
¿Qué extrañás?
Un poco el sentido de la amistad. Eso de golpear la puerta e irte a visitar. En Europa eso está todo regulado, es más de agenda. Nosotros somos un poquito más informales a la hora de hacer las cosas. Acá es todo más protocolar. A ellos les gusta cómo somos.