Canonización gaucha: el Papa proclamó santo a Brochero
Más de 1000 argentinos, entre ellos Mauricio Macri, asistieron a la misa en la que Francisco cerró un proceso de reconocimiento de casi 50 años; participaron dos miracolati de nuestro país
ROMA.- El cura Brochero ya es santo, el primero auténticamente argentino. Después de un proceso de canonización que duró casi 50 años, en un evento histórico, fue Francisco, un papa también argentino, quien exactamente ayer a las 10.32 (cinco horas menos en la Argentina), leyendo una fórmula en latín, elevó al máximo honor de los altares a "Josephum Gabrielem del Rosario Brochero".
Entonces, aplausos y vivas estallaron entre los más de 1000 argentinos presentes -la mayoría, cordobeses como el cura gaucho-, identificables con banderas, vinchas, estatuillas del nuevo santo y muchísimo fervor, en el sector del denominado Brazo de Carlo Magno. Desde allí podía verse, de frente, colgado desde la Basílica de San Pedro, el tapiz con la imagen del cura Brochero montado a su fiel mula Malacara, probablemente el primero con un burro que pudo jamás verse en una ceremonia de canonización en el Vaticano.
La imagen con el animal se diferenciaba de las de los otros seis beatos canonizados en la misma ceremonia representados en otros tapices: dos franceses, Salomon Leclercq y Elisabeth Catez; dos italianos, Lodovico Pavoni y Alfonso Maria Fusco; un español, Manuel González García, y un mártir mexicano, José Sánchez del Río.
Antes de que el Papa los proclamara santos, bellísimos coros de la Capilla Sixtina entonaron el "Veni Creator Spiritus", el himno para invocar la presencia del Espíritu Santo. Luego, el cardenal Angelo Amato, prefecto para la Congregación de las Causas de los Santos, leyó una breve biografía de cada uno. De Brochero recordó su nacimiento, el 16 de marzo de 1840, en Santa Rosa de Río Primero, Córdoba; su compromiso con el anuncio del Evangelio y en la educación del pueblo, y su divulgación de la práctica de los ejercicios espirituales de San Ignacio. "Empeñado en favorecer el desarrollo del territorio, promovió la construcción de iglesias, capillas, escuelas rurales y caminos", dijo Amato, que recordó su muerte, leproso y ciego, en 1914.
Las letanías de los santos precedieron el momento culminante, cuando Jorge Bergoglio proclamó santo a Brochero, convirtiéndolo, así, en el primer santo que nació, vivió y murió en la Argentina. Si bien en noviembre de 1999, durante el mandato de Carlos Menem, Juan Pablo II canonizó a Héctor Valdivieso Sáez (1910-1934), que fue entonces considerado el "primer santo argentino", este lasallano de familia española nació en Buenos Aires y vivió la mayor parte de su vida en España, donde murió como mártir.
En una jornada de sol primaveral, concelebraron la misa de canonización los cardenales Luis Villalba, arzobispo emérito de Tucumán, y Mario Poli, arzobispo de Buenos Aires. Además, 37 obispos argentinos y centenares de sacerdotes.
Entre los 80.000 presentes, asistieron a la celebración los dos miracolati por el cura gaucho. Nicolás Flores Violino, el niño que inexplicablemente se salvó de un gravísimo accidente de tránsito gracias a un milagro por intercesión de Brochero, llevó las ofrendas hasta el altar. El Papa lo abrazó cálidamente e intercambió unas palabras. Y Camila Brusotti, la niña sanjuanina que sin explicación científica logró recuperarse luego de ser salvajemente golpeada por su madre y su padrastro. Su abuela, Marina Bertaggia de Ríos, llevó una reliquia del nuevo santo -fragmentos de un dedo- hasta el altar para que fuera venerada.
En su homilía, el Papa recordó que los santos son "hombres y mujeres que luchan con la oración, dejando al Espíritu Santo orar y luchar en ellos". "Luchan hasta el extremo, con todas sus fuerzas, y vencen, pero no solos: el Señor vence a través de ellos y con ellos", afirmó. "También estos siete testigos que hoy han sido canonizados han combatido con la oración la buena batalla de la fe y del amor. Por ello han permanecido firmes en la fe con el corazón generoso y fiel", dijo. "Que con su ejemplo y su intercesión Dios nos conceda también a nosotros ser hombres y mujeres de oración; gritar día y noche a Dios, sin cansarnos; dejar que el Espíritu Santo ore en nosotros, y orar sosteniéndonos unos a otros para permanecer con los brazos levantados, hasta que triunfe la Misericordia Divina", pidió.
Los cordobeses, compatriotas del nuevo santo, no ocultaban su emoción. "Es el cumplimiento de un anhelo", dijo a LA NACION Carlos Domínguez Linares, enviado especial de la Federación Gaucha de Córdoba, de 72 años. Junto a su mujer, Liliana Poletto, Linares se destacaba por vestir el uniforme de gala gaucho. En su grupo también estaba Santiago Luti, ingeniero agrónomo de 32 años, junto a su mujer, Paula, y su hijo de 8 años, Felipe. "Estando en la Plaza San Pedro, uno adquiere la dimensión de lo que pasó hoy: Brochero, que está ahí, en el tapiz, junto a su mula ¡ahora es un santo para toda la Iglesia!", exclamó Luti.
"Brochero iba por las sierras compartiendo su mate con todos; ahora seguro comparte el mate con los santos", agregó, feliz, como todos los argentinos presentes, conscientes de haber estado en un día histórico e inolvidable.
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