Candela: una vendetta y lo peor de la política tras el asesinato de una niña
Tenía 11 años cuando la raptaron, el 22 de agosto de 2011; tras nueve días de conmocionante búsqueda, su cadáver fue descubierto por dos cartoneras en un descampado de Villa Tesei; para la Justicia fue un ajuste de cuentas contra el padre de la víctima, detenido como pirata del asfalto y acusado de haber delatado a un narco
El origen
Desaparición: Candela Sol Rodríguez desapareció el 22 de agosto de 2011, en Hurlingham. La policía bonaerense la buscó durante nueve días hasta que su cuerpo fue hallado a 35 cuadras de donde vivía
El primer juicio
Condenado: el año pasado, el Tribunal Oral en lo Criminal N° 3 de Morón condenó a Hugo Bermúdez y a Leonardo Jara a prisión perpetua como coautores del crimen, y a Gabriel Gómez a cuatro años, por el secuestro
Segunda etapa
Más acusados: el fiscal de Morón Mario Ferrario pidió que el narco Miguel Ángel Villalba, alias Mameluco, y otros tres sospechosos también sean enjuiciados como presuntos coautores del homicidio
Los protagonistas
- Candela Sol Rodríguez, víctima: nació el 16 de noviembre de 1999. Tenía 11 años cuando la raptaron a metros de su casa, en Villa Tesei. Fue mantenida cautiva varios días hasta que la mataron. Dos cartoneras hallaron su cadáver
- Hugo Bermúdez, condenado: nacido en Perú, tenía 56 años cuando ocurrió el crimen. Se sospecha que él habría sido el verdadero autor material de la muerte de Candela
- Gabriel Gómez, condenado: la Justicia de Morón lo sentenció a cuatro años de cárcel por haber sido uno de los delincuentes que raptó a la chica, que fue llevada a una casa en la calle Kiernan 932
"Los que la tienen no la quieren devolver porque saben que se les acabó el tiempo. ¡Muchachos, devuélvanla, devuélvanla a Candela. Ya están rodeados. Tienen la manzana rodeada, loco. Devuélvanme a mi hija!". Así, entre sollozos y gritos, y frente a las cámaras de los principales canales de noticias, Carola Labrador, sin dar nombres, les hablaba a los captores de su hija. Era el 27 de agosto de 2011 y la niña, de 11 años, llevaba cinco días desaparecida.
A Candela la raptaron cuando salió de su casa, en Hurlingham, hacia una reunión con un grupo de scouts. El 31 de agosto de hace siete años, su cadáver fue hallado dentro de una bolsa en un descampado de Villa Tesei, a 35 cuadras de donde vivía.
Durante los nueve días que duró la búsqueda, el caso conmocionó a la opinión pública. El destino incierto de los chicos en casos como este no deja de conmover; eso mismo se vio hace un par de semanas con la desaparición y el homicidio de Sheila Ayala, que tenía 10 años, apenas uno menos que Candela.
Los dos crímenes tienen otra macabra coincidencia: los cuerpos de las niñas fueron hallados dentro de sendas bolsas de residuo negras. El cadáver de Candela fue descubierto por dos cartoneras que revolvían basura en un descampado; el de Ayala fue encontrado por un policía bonaerense después de que un chico, también de diez años, le avisara que se sentía un olor nauseabundo cerca de una pared medianera del barrio Campo Tupasy, en San Miguel.
Durante esos nueve días eternos hubo manifestaciones en Hurlingham para pedir la aparición con vida de Candela. A las movilizaciones se sumaron personalidades como Juan Carr, fundador de Red Solidaria, y los actores Guillermo Francella y Facundo Arana, entre otros.
Carr llegó a lanzar la campaña "48 horas por Candela", por la cual se habilitó una línea telefónica que sería atendida por actores, deportistas y otras conocidas personalidades públicas, en busca de datos sobre el paradero de la chica. Pero a las pocas horas de haber comenzado se conoció la peor noticia: el hallazgo del cadáver.
El trágico desenlace, un golpe para la gobernación de Daniel Scioli, inauguró una nueva etapa del proceso, que había comenzado como una averiguación de paradero. Una etapa sórdida, el recorrido de un camino sinuoso que pondría en jaque la gestión político-judicial de la investigación, que inundaría el aire del acre olor de la corrupción, de las conveniencias del poder y de la eventual connivencia entre la policía y el delito. El fracaso y la responsabilidad del Estado en el crimen, en palabras de Carola Labrador.
Por el crimen hay hoy tres condenados: Elbio Bermúdez, Leonardo Daniel Jara y Gabriel Fabián Gómez. En el fallo, el año pasado, Raquel Lafourcade, jueza del Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N° 3 de Morón, afirmó: "Tengo experiencia. Aun a riesgo de ser tildada de soberbia, debo decirlo. Y con los años que cargo sobre mis hombros creí haberlo visto todo. Pero debo rendirme ante la evidencia. Sin dudas, estaba equivocada. En el homicidio de Candela se entretejieron intrigas, política, delitos de toda calaña y, fundamentalmente, silencios. Lo relevante fue lo no dicho. Lo oculto".
Lafourcade y sus colegas Mariela Moralejo y Diego Bonanno sentenciaron a Bermúdez y a Jara como coautores del homicidio y los condenaron a prisión perpetua. Gómez recibió una pena de cuatro años, señalado como uno de los que se llevaron por la fuerza a Candela, a metros de su casa.
"Fueron seis años diciendo la verdad y hoy se hizo justicia", dijo Labrador el día que se conoció el veredicto. Y agregó que su hija "comenzaba a descansar en paz". Hoy, en cambio, siente que solo habrá real justicia cuando caigan todos los que tengan algún tipo de responsabilidad en el crimen, en su ocultamiento o en el entorpecimiento de la causa.
Venganzas e irregularidades
Según el TOC N° 3 de Morón, el móvil del rapto de la niña fue un "ajuste de cuentas contra el padre, por algún ilícito que este cometiera". Alfredo "Juancho" Rodríguez cumplía por entonces una condena por piratería del asfalto.
Quizá "lo no dicho, lo oculto" a lo que se refirió Lafourcade fue lo que motivó ese ajuste de cuentas.
"Siempre se barajó la hipótesis de que había participado de un hecho contra algún personaje del narcotráfico y se sospechó fuertemente que esa persona podía ser Héctor ‘el Topo’ Moreyra, que desde un comienzo estuvo vinculado e imputado en la causa, aunque después esta línea investigativa increíblemente se desactivó", afirmaron los jueces en el veredicto.
El caso Candela no terminó el 20 de septiembre del año pasado con el veredicto. Los jueces Lafourcade, Moralejo y Bonanno afirmaron en su fallo: "La muerte de la niña aconteció en el marco del acuerdo de voluntades de una organización criminal que no se agota" en quienes fueron sentenciados esa vez.
Con nuevas pruebas surgidas durante las audiencias del juicio, la investigación continuó y en los primeros días de agosto pasado el fiscal Mario Ferrario indagó al capo narco Miguel Ángel Villalba, alias Mameluco.
"No secuestraría a nadie porque odio a los secuestradores. Yo estuve secuestrado", dijo en su indagatoria Villalba, que hace poco más de una semana fue condenado por lavado de dinero del narcotráfico, delito por el cual ya purga dos sentencias, una pena única de 27 años de cárcel.
Hace veinte días, el fiscal Ferrario pidió que Mameluco sea sometido a juicio oral como coautor del rapto y la muerte de Candela. Lo mismo solicitó para otros tres sospechosos: Moreyra, Néstor Altamirano y Sergio Chazarreta. El requerimiento está en manos del juez de Garantías de Morón Gustavo Robles, que ahora deberá resolver si hace lugar a la pretensión del fiscal Ferrario o si sobresee a los cuatro acusados. Salvo Villalba, que está preso en el penal federal de Rawson, el resto sigue el proceso en libertad.
El Topo había sido indagado en mayo. Según la investigación judicial, fue uno de los tres partícipes de la captura de Candela.
Mameluco había sido detenido el 10 de agosto de 2011, 12 días antes de la desaparición de Candela. Según fuentes judiciales, el padre de Candela, Juancho Rodríguez, declaró que la desaparición de su hija podría haber sido un ajuste de cuentas en su contra, dado que el Topo Moreyra sostenía que, a cambio de dinero, él había ‘batido los ranchos [sic]’ de venta de droga en San Martín".
"Para limpiarse, Moreyra le dijo a Mameluco que el padre de Candela lo había entregado a la Policía Federal. Pero en realidad había sido él", comentó a la nacion una calificada fuente que participó de la investigación. En el Ministerio Público Fiscal están convencidos de que los delincuentes decidieron raptar a Candela para recuperar el dinero que Juancho Rodríguez habría cobrado por darle información "delatora" a la Policía Federal.
El caso Candela no solo causó conmoción en la sociedad, sino también en el ámbito político, en un año de elecciones presidenciales en el que Scioli iba por la reelección en la provincia.
Seis meses después del homicidio de la chica, la Cámara de Senadores bonaerense armó una comisión especial que, al cabo, presentó un dictamen en el que recomendaba a Scioli exonerar a toda la cúpula de la policía bonaerense y reformular por completo la política de seguridad.
Convencidos de que estaban frente a un "narcocrimen", los legisladores también sugirieron iniciarles juicio político al primer fiscal del caso, Marcelo Tavolaro; al fiscal general de Morón, Federico Nieva Woodgate, y al juez de Garantías Alfredo Meade.
Carola Labrador: "Para que haya justicia tienen que caer todos"
La madre de la víctima afirma que el gobierno, la policía y los magistrados "obstaculizaron" todo
Este mes, Candela Sol Rodríguez hubiese cumplido 19 años. En medio del dolor, Carola Labrador, su madre, intenta que permanezcan los buenos recuerdos. "Pienso en ella todo el tiempo, cómo bailaba sin parar. Le gustaba mucho la murga. Ponía la música a todo volumen. Era toda una artista, siempre pintada, siempre dulce y cariñosa", dice. Así se la ve en las fotos: con una sonrisa de oreja a oreja. Esa alegría se apagó de golpe en agosto de 2011, cuando fue asesinada en Villa Tesei, partido de Hurlingham.
"Falló todo el Estado en el caso de Candela. Ella estuvo nueve días secuestrada, con vida. No estaba ni deshidratada ni tenía signos de haber sido maltratada en todo ese tiempo. La mataron 30 minutos antes de que fuera encontrado su cuerpo", afirma Labrador. Para ella, el caso fue entorpecido por la corrupción. "Desde la gobernación bonaerense para abajo, incluyendo a los jueces y a la policía, todos los que manejaron la causa al principio no hicieron más que obstaculizarla. Y son los responsables del crimen de mi hija", sostiene.
Para la madre de Candela, la palabra justicia perdió significado: "Hubo un juicio, con tres condenados, y ahora comenzó otro. Pero muchos de los responsables ya ni deben estar acá. Para que haya verdadera justicia tienen que caer todos".
Labrador tiene otros dos hijos, que hoy tienen 21 y 15 años. "El más chico tenía 6 cuando mataron a Candela. Volvían de jugar a la pelota y se encontraron con otro mundo", cuenta. Y agrega: "Nos arruinaron la vida para siempre. Ninguno de los tres volvimos a ser los mismos que éramos antes de ese maldito 22 de agosto".
Sus hijos son la razón que le permitió salir adelante. "Ellos no tienen nada más en el mundo que a mí. Si yo me tiro a llorar en una cama y dejo de trabajar, y no los cuido, ¿quién lo va a hacer?", explica. Y así sobrelleva el día a día. "Tengo mis días malos, también. No es fácil vivir una pérdida así. En esos días me encierro en el cuarto donde tengo todas las cosas de Cande, apago el celular y lloro", dice.
Su meta, hoy, es criar a sus hijos como "hombres de bien". "Quiero que se eduquen, que trabajen y que nunca maltraten a una mujer. Porque eso es lo que falta hoy, educación y padres que les enseñen a sus hijos a no actuar con violencia", sostiene Labrador.
Su lucha no se limita al hogar. Carola viaja periódicamente por todo el país con otras madres de víctimas de crímenes. Cuenta su experiencia, acompaña a otras personas que atraviesan situaciones como la que le tocó vivir a ella. También participa de un programa de radio llamado Florecer, que apunta a concientizar sobre la violencia de género.
"A veces una palabra, o al menos el acompañamiento, puede significar mucho. Les digo a las madres que perdieron trágicamente a sus hijos que vean cómo actúa la policía, que no bajen los brazos ni se dejen engañar", dice. Está convencida de esto. "Desde que mataron a Candela no cambió nada. Siguen asesinando a niñas inocentes todo el tiempo. Y solo se conocen los casos que salen en los medios. Pero he escuchado de hechos terribles de los que nadie habla. Esto se tiene que terminar", reclama.
Para el cumpleaños de Candela, el 16 de este mes, quiere instalar un banco rojo en Hurlingham, en homenaje a todas las víctimas de la violencia de género. Labrador se maneja con valentía y no se deja amedrentar por nadie. "No le tengo miedo a nada ni a nadie. Ya viví lo peor que puede vivir una madre", concluye.
Con la colaboración de Sol Amaya
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