Cáncer frecuente en varones. Un diagnóstico inesperado le hizo cambiar su vida para siempre
El cáncer testicular es el número uno en hombres de entre 15 y 45 años; los especialistas remarcaron la importancia de conocer el propio cuerpo para detectar anormalidades
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“Para mi el cáncer fue un regalo porque me permitió salir de la zona de confort y entender que la vida tiene que ser una aventura”, dijo Nicolás De Biase, un joven de 34 años a quien hace ocho años le detectaron un tumor en su testículo derecho y su vida cambió para siempre.
“En octubre de 2014 estaba mirando la tele tocándome los testículos y noté que el derecho estaba más duro. Me preocupé y fui a la guardia, donde la médica me palpó y no notó nada extraño, pero por las dudas me mandó a hacer una ecografía. En ese estudio el técnico notó algo anormal y me dijo que podía ser desde un quiste hasta un tumor. Al día siguiente fui al urólogo, me palpó y me dijo que había que operar porque tenía un tumor”, relató Nicolás.
Cuando le dijeron que le tenían que sacar el testículo no lo podía creer. Nicolás recuerda que estaba completamente desconectado mientras el médico le hablaba. “No quería afrontar el cáncer. Lloré desconsoladamente porque me daba cuenta que me podía morir. Era una de esas cosas que sabés que a la gente le pasa, pero que nunca pensás que te va a pasar a vos”, contó.
“El cáncer de testículo es un tumor maligno que se puede originar en cualquiera de las diferentes células que componen los testículos y, en general, tiene altos índices de curación. Es el tumor más frecuente en los hombres entre 20 y 35 años de edad y existe otro pico de incidencia alrededor de los 60 años”, explicó el oncólogo clínico Enrique Fermín Aman.
Aman, que es el jefe del servicio de oncología del grupo Swiss Medical y quien atendió a Nicolás, sostuvo que no hay manera de prevenir esta enfermedad. Lo más importante, aseguró, es estar atento a la aparición de cualquiera de los síntomas más habituales que son molestias, inflamación o dolor en alguno de los testículos: “La autoexploración y la consulta temprana con el médico clínico o urólogo son de vital importancia para poder diagnosticar la enfermedad en un estadio temprano, es decir, localizada solamente en el testículo”.
“Los tumores testiculares son infrecuentes, pero los más frecuentes en hombres de 15 a 45 años. En general, se manifiestan como una masa indolora que el paciente se toca incidentalmente y eso motiva la consulta. A veces puede diagnosticarse en estadios más avanzados con síntomas como dolor de cintura, pero por suerte esto sucede cada vez menos”, opinó Federico Losco, oncólogo miembro de la unidad de tumores genitourinarios y jefe del hospital de día del Instituto Alexander Fleming. “Uno tiene que conocer su cuerpo, palparse y consultar en cuanto se detecta algo anormal”, agregó.
Los profesionales aseguraron que el diagnóstico se realiza siempre con una ecografía y un análisis de sangre y que las herramientas de tratamiento son la cirugía, quimioterapia y/o radioterapia, dependiendo del caso. “Es importante tratarlo de forma adecuada, no sobre tratarlo y hacerlo idealmente en lugares que tengan mucho volumen de casos”, precisó Losco.
A los seis meses de la cirugía, el cáncer de Nicolás había hecho metástasis en uno de sus pulmones y debía empezar quimioterapia cuanto antes: “Me hicieron 3 ciclos que fueron puro sufrimiento. Estaba pelado, flaco, blanco y ojeroso. Es increíble cómo uno no se da cuenta de lo importante que es sentirse bien, poder caminar, comer una galletita”.
El tumor se redujo, pero no lo suficiente y entonces lo operaron por segunda vez, esta vez en el pulmón. Sin embargo, la pesadilla que había comenzado hacía un año y medio no terminaba. “En febrero de 2016 un estudio en sangre sale mal otra vez. El tumor estaba creciendo nuevamente, entonces me realizaron una lobectomía. Perdí mucha sangre, terminé en terapia intensiva, conectado con cables por todo el cuerpo y me tuvieron que hacer una transfusión. Ahí me dijeron que tenía que hacerme quimioterapia otra vez, una más agresiva, y afrontar otra cirugía, la tercera y muy riesgosa. Yo venía de casi dos años de intervenciones, estaba cansado y les dije que no, que no me pensaba operar”, relató Nicolás.
“La presencia de enfermedad en otros órganos o la persistencia de marcadores tumorales elevados después de la cirugía requiere quimioterapia. Estos tumores son altamente sensibles a la quimioterapia, lo que produce altas tasas de curación”, explicó Aman.
Por su parte, Losco dijo: “El cáncer testicular que produce metástasis, lo hace en la gran mayoría de los casos en ganglios o pulmones y con menos frecuencia en el hígado o cerebro. En general, la quimioterapia cura a los pacientes, pero puede haber ciertos casos en los que queden nódulos residuales muy chiquitos”.
Uno de los principales factores de riesgo se da en pacientes que tuvieron algún testículo no descendido en la infancia, pero los expertos coincidieron en que no existe algo en el ambiente ni en la alimentación que predispongan esta enfermedad. Tampoco es cierto que los traumas, como un pelotazo, desencadenen en un cuadro de cáncer testicular.
“El cáncer destrabó algo en mí”
“El cáncer siempre impacta de forma negativa. Hay gente que llega muy asustada, pero lo primero que hay que decir es que es una enfermedad que generalmente se cura. El cáncer testicular es curable en la gran mayoría de los casos, incluso en cuadros metastásicos. Por eso, es importante transmitir un mensaje de optimismo a los pacientes. Cuando se diagnostican cosas tan tremendas como estas uno se da cuenta de su mortalidad y eso muchas veces sirve para replantearse las cosas y empezar a llevar una vida más saludable”, opinó Losco.
En ese momento, ante la posibilidad de volver al quirófano, Nicolás cuenta que empezó a sentir un cambio de conciencia, una intuición que le decía que para curarse debía cambiar su actitud frente a la enfermedad, ser más proactivo y entender qué era lo que estaba pasando por su cabeza y su cuerpo que lo estaba enfermando. Y entonces el cáncer destrabó algo en él y lo llevó a hacer una serie de cambios en su vida.
“En primer lugar, me animé a decirle a mis papás que mi amigo en realidad era mi novio. Entendí que el hecho de no estar siendo sincero en cuanto a mi sexualidad me afectaba. Y por otro lado, estaba extremadamente estresado en mi trabajo en una multinacional. Empecé a meditar y a estar más en el presente. Al estar tan conectado con la muerte, empecé a estar más conectado con la vida porque una cosa no existe sin la otra. La meditación me ayudó a cambiar la percepción de la enfermedad y dejar de verla como algo negativo”.
“Parte de mi proceso de sanación también tuvo que ver con salir de mi zona de confort, que en mi caso estuvo relacionada con viajar, conocer el mundo. Dejé el trabajo en relación de dependencia después de 8 años y me fui a Australia. Estuve tres meses recorriendo la costa este, viviendo en un auto solo con lo básico y nunca me sentí tan rico en mi vida”, agregó.
Además, Nicolás cambió su alimentación a una más conciente, con menos procesados, menos animales, más fibra y fruta y volcó todos los aprendizajes que le dejó el cáncer en un podcast que llamó “La enfermedad como maestro”.
Hoy trabaja como masajista en la ciudad danesa de Copenhagen. Su tumor no se fue, pero hace siete años que tiene el mismo tamaño y debe controlarse anualmente. “Creo que todos los cambios que hice, empezar a meditar, cambiar de trabajo, viajar, perdonar, me ayudaron a sanar. Estuve tantas veces tan cerca de la muerte que hoy lo principal es disfrutar”, finalizó.
“Sin lugar a dudas llevar una vida de locos hace que uno preste menos atención a sí mismo, pero no hay evidencia científica de que el estrés cause tumores. Es peligroso decir eso porque es como culpabilizar al paciente. Lo importante es llevar una vida saludable y conocerse a uno mismo”, dijo Losco.
El especialista señaló la gran importancia de que los pacientes siempre continúen con un seguimiento que conste de examen físico, estudios de imágenes y de laboratorio con marcadores tumorales. Eso permite detectar posibles recaídas, que incluso ante una de ellas continúan siendo altamente curables si se detectan de manera oportuna. Por eso los controles son tan fundamentales.
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