Cáncer de ovario: más de la mitad de los casos se diagnostican en estadios avanzados, ¿cómo podría detectarse temprano?
En la Argentina, por esta enfermedad mueren por año un promedio de 1200 pacientes
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En la Argentina, el de ovario es el quinto tipo de cáncer más común en mujeres, según las estadísticas que recopila el Instituto Nacional del Cáncer (INC), y se lleva la vida de 1200 pacientes anualmente.
El cáncer de ovario es un tipo de cáncer poco frecuente, que se presenta solo en un 1,5 a 2% de las mujeres a nivel global. Sin embargo, debido a que hay pocas terapias efectivas disponibles para tratarlo, es la cuarta causa de muerte por cáncer en mujeres, por debajo del cáncer de mama, pulmón y colon, según Globocan, una base de datos mundial que recopila estadísticas sobre incidencia y mortalidad para 36 tipos de cáncer en 185 países.
Hoy se celebra el Día Mundial de la Lucha contra el Cáncer de Ovario, una oportunidad para repasar cuáles son las maneras de prevenir esta enfermedad que, a diferencia de otros tipos de cáncer, no tiene un estudio preventivo de rutina. Pero entonces, ¿qué procedimiento puede disparar una alarma de manera temprana?
“Nuestro país registra cada año una incidencia de aproximadamente 2200 casos de esta patología que suele presentarse a alrededor de los 60 años”, detalló Ángeles Nico, ginecóloga especializada en oncología y profesional del Instituto de Oncología Ángel H. Roffo, de la Universidad de Buenos Aires.
Desafortunadamente, señala Nico, todavía no existen estudios diagnósticos para detectar en forma temprana el cáncer de ovario. Además, es una enfermedad que no suele dar síntomas en etapas tempranas. En la gran mayoría de las pacientes, los síntomas como distensión y dolor abdominal, falta de apetito o intolerancia a los alimentos aparecen de manera tardía.
“Lo más efectivo es identificar a las mujeres con alto riesgo de padecerlo y prevenir en ellas la enfermedad. Se recomienda que todas las mujeres con antecedente de cáncer de ovario en la familia lo conversen con su ginecólogo o médico de cabecera. En caso de riesgo familiar aumentado, corresponde realizar estudios genéticos. Y si se confirmara que existen mutaciones patogénicas que aumenten el riesgo de cáncer de ovario se puede decidir en conjunto con la paciente una cirugía preventiva”, indica Nico.
Detección avanzada
“A diferencia del cáncer de mama o cáncer de cuello uterino, en los cuales existen estudios o procedimientos que permiten la prevención o el diagnóstico precoz de cáncer, en cáncer de ovario no existe dicho estudio. Es debido a esto que más del 50% de los casos se diagnostican en estadios avanzados. Por ello, si una mujer tiene antecedentes familiares, es preciso hacer un estudio genético porque existen situaciones particulares en mujeres que presentan mutaciones en los genes BRCA 1 y 2 que tendrán un riesgo mayor que la población general de presentar cáncer de ovario y, por lo tanto, se les sugiere tomar conductas quirúrgicas para prevenir su desarrollo. Es importante en estos casos la interacción con el asesoramiento genético oncológico para la toma de decisiones adecuada en el momento correspondiente”, argumenta Pablo Mandó, oncólogo clínico de CEMIC.
Según datos del Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos, entre el 39 y el 44% de las mujeres que heredan una mutación del gen BRCA1, y del 11 al 17 % de las que heredan una variante en BRCA2, tienen riesgo de padecer un cáncer de ovario a lo largo de la vida. Las estadísticas indican que alrededor de una de cada 500 mujeres (en EE. UU.) poseen alguna de estas dos mutaciones en su genoma.
“El porcentaje de mujeres que puede llegar a tener mutación en los genes BRAC1 y BRAC2 oscila entre un 10% y un 15% según diferentes fuentes”, detalla Patricia Biolchi, directora médica de oncología para AstraZeneca de América del Sur.
“El tratamiento principal del cáncer de ovario es el quirúrgico. El mismo, llevado a cabo en manos experimentadas que permitan la posibilidad de resecar toda la enfermedad visible, es esencial para lograr el mejor resultado posible. Sin embargo, por la ubicación de los ovarios en la pelvis y la forma de diseminación de esta enfermedad, en la mayoría de los casos es necesario acompañar el tratamiento quirúrgico con quimioterapia. La cual, dependiendo la situación, se puede indicar antes o después de la cirugía. En la actualidad, los avances en el tratamiento han permitido mejorar los resultados con tratamientos de oncología de precisión, mediante los cuales al tener como blanco características específicas del tumor se maximiza el beneficio con drogas distintas a la quimioterapia, con mejor tolerancia y menores efectos adversos. El paradigma de estos tratamientos son los llamados inhibidores de PARP”, explica Mandó.
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