Canasta escolar 2023: ¿cuánto cuesta llenar la mochila?
Este nuevo inicio del ciclo lectivo llega con subas de hasta el 134% en útiles, guardapolvos y otros elementos de uso escolar
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Al comienzo de clases, como a la guerra, nadie va sin estrategia. Esto lo saben las madres y los padres que se ocupan de armar la mochila de sus hijos para el inicio del ciclo lectivo, frente al constante aumento de precios y el faltante de productos importados que este año llega con subas de hasta el 134%, según un relevamiento realizado por Focus Market para Naranja X. Eso significa que el que se dejó estar hasta el último momento, apenas a una o dos semanas del inicio de clases, va a pagar más todavía.
Los valores de la canasta escolar llegan con grandes aumentos: para tener todo lo necesario, comprando unos 21 útiles de calidad básica, más la mochila y un guardapolvo se necesitan unos $17.700. Hace un año, eran $7500. Pero, el mayor salto se produce en los productos de mayor calidad: sumando una mochila con carrito, y una cartuchera de dos pisos, más otros útiles que, aunque no son de primera necesidad, muchas veces son requeridos por los colegios y por los mismos chicos, hay que pensar en unos $58.000, todo según el relevamiento de Naranja X.
Si hay que sumarle la compra de la ropa del colegio, hay que calcular, según aportan en la fábrica Chicos Uniformes, que abastece a unos 200 colegios en Capital y provincia, entre 60.000 y 100.000 pesos más.
“Los grupos de WhatsApp de las madres nunca se desactivaron en diciembre. Antes de que terminaran las clases, el colegio publicó la lista de útiles para este año y también la lista de libros y materiales. Fue la primera vez que se hizo con tanta anticipación. Cuando vi el mail, me subió el estrés: todavía era noviembre. Sin embargo, nos sirvió para organizarnos e hicimos una compra colectiva de libros y logramos bajar bastante el precio. Y como compramos anticipadamente, también evitamos la suba de precios que llegó en febrero”, cuenta Mariela Saluzzi, madre de Nacho, de ocho años, y Felipe, de once, alumnos de un colegio de Villa del Parque.
Para algunas madres, la clave para ganarle a los aumentos es la compra colectiva. Otras, se inclinan por la compra anticipada y hay quienes combinan las dos estrategias para que los números cierren. Además, los uniformes que ya no quedan, se venden o se intercambian con otras familias, quizás uno de los mayores legados que dejó la pandemia a la organización del comienzo de clases. Eso y no comprar todo a principio de año, por las dudas, sino esperar sobre la marcha para ir viendo qué realmente se necesita. “Ya me pasó un año con el más grande: hice la compra de los cuadernos ABC para todo el año y en la reunión de padres, al inicio de clases, nos avisaron que en mayo empezaban con la carpeta”, cuenta Mariela.
Compras anticipadas
Desde la cadena de librerías ALOT (ex Staples), afirman que las ventas en el rubro librería se incrementaron en diciembre y enero un 20% con respecto del año anterior, en compras de artículos escolares para adelantarse a la vuelta a clases. Desde la empresa, creen que se debió a una estrategia de los padres para eludir el aumento por inflación y evitar encontrarse con una multitud haciendo compras.
“El adelantamiento significó un ahorro aproximado de un 16% o más de aquellos que lo harán este mes de febrero. Aún más importante que eso fue asegurar que los chicos puedan elegir el surtido o colecciones que desean, que ya en febrero tiende a disminuir”, dijo Germán Di Carlo, Presidente y CEO de ALOT. En esta cadena, estiman que la canasta escolar oscila entre los $9000 a $40.000.
Paola Benítez nunca fue de las estrategias. Tiene una sola hija, Julieta, de diez años, y solía darle los gustos. Iba al local que ella quería y compraba. Este año, cuando salieron a buscar una mochila nueva, se llevó una sorpresa: “En general no soy de caminar. Resuelvo en el shopping o en el primer o segundo local que entro. Pero este año me encontré que estaba todo carísimo. La mochila que a ella le gusta salía 27.000 pesos. Una locura”, cuenta Paola, que trabaja en una editorial.
“Después nos fijamos en otros locales esas importadas: había pocos modelos y estaban arriba de 20.000 pesos. Seguimos recorriendo. Habremos entrado a más de diez locales, caminamos toda la peatonal de Quilmes y cuando ya no dábamos más, entramos a una librería que tenía una pared de mochilas y ahí encontramos una divina por 10.000 pesos”, cuenta.
“Con las zapatillas nos pasó algo parecido: entramos a una casa de deportes, yo quería unas de cuero. Se probó: le quedaban hermosas pero salían 30.000 pesos. Seguimos caminando y al final se las compré en una casa de ropa de chicos, porque calza 32, por 10.000 pesos. Así que sí, mi recomendación es caminar mucho, recorrer hasta encontrar. No queda otra”, cuenta.
Florencia Suárez es la versión 3.0 de la ecónoma que sale a recorrer en busca de precios. Ella no camina, pero sabe que las mejores opciones las encuentra comparando precios por internet. “Si veo un modelo de mochila que nos gusta, la googleo ahí mismo: google lens y comparo. Así con las zapatillas, y la cartuchera, y con todo. Muchas veces, con el envío y todo, terminás consiguiendo mejores precios que en los locales”, asegura Florencia, que es la madre de Julieta, de once años y de Dereck, de seis.
Logística previa
Como mamá de tres varones, Matías, de doce años, Nicolás, de diez y Tomás de seis, Alejandra Efrón sabe que la clave para no correr a último momento y para no pagar fortunas es la logística previa. “Algunas cosas que implemento son: uniformes, le compro solo al mayor en noviembre antes de que aumenten los precios. El de 10 y el de 6 heredan. En febrero, pongo a blanquear todas las chombas para que lleguen impecables. Con los libros, lo que hago es juntarme con varias madres y encargar en conjunto para que nos hagan descuento. Los más chicos heredan los libros del hermano mayor y, si el libro tiene actividades, se lo pido a alguna madre que compre el libro nuevo para hacer fotocopias”, cuenta Alejandra, que es abogada y además, vierte consejos como estos en su cuenta de Instagram @alelitips.
Para los útiles escolares también tiene estrategia: “Cartuchera compro una buena en primer grado para que dure varios años”, ejemplifica. Y el tema viandas también requiere planificación: “Organizo un menú semanal y, en la compra mensual, me aseguro de conseguir todo lo necesario en el mayorista”, ejemplifica.
“Los chicos llevan agua en una botella térmica. En otra época les mandaba juguitos individuales o leche chocolatada, pero este año suprimí ese gasto. Además, dos veces por semana hago bizcochuelo casero y eso llevan para el desayuno y la merienda”, detalla.
Otra de los pendientes que por estos días desvelan a madres y padres son las fichas con datos que pide el colegio al inicio de clases, además de la ficha médica. “Las tengo completas en la compu y de año a año solo las imprimo ya que los datos no cambian. La ficha pediátrica la hago firmar en el último control de diciembre”, cuenta.
Después de la pandemia
Valeria Di Marco es madre de cuatro hijos: Celeste y Emma, ya adolescentes que van a secundaria, y Theo, de 10, y Natán, de siete, en primaria. “Mi estrategia cambió mucho después de la pandemia. Solía comprar antes del comienzo de clases. Ahora, no: empiezan con lo básico y espero hasta que la maestra ajuste la lista de materiales”, cuenta.
“Los guardapolvos los compro en la calle Avellaneda. Y para los útiles, me armo de paciencia y voy a Ciudadela, que hay un montón de casas que venden a mejores precios. Para los uniformes, empecé a sumarme a los grupos de venta e intercambios. Y también implementé la compra del uniforme genérico o de las remeras blancas. Y les aplico los escudos”, cuenta.
Valeria es psicopedagoga y cuenta una estrategia que aplica desde hace algunos años: “Me gusta que arranquen con algo nuevo que a ellos les guste. Pero algo, no significa todo: puede ser una cartuchera o una carpeta, algún juego de marcadores. Es importante para que ellos se visualicen en la nueva etapa. Pero no significa que todo lo demás se deja atrás. Es importante recuperar la cartuchera que todavía sirve (y están carísimas); sacarle punta a los lápices que tenemos y se pueden usar. Es bueno que los chicos sean parte de esta realidad que vivimos, y que entiendan que todo cuesta y que todo tiene valor si lo sabemos cuidar”, dice.
Carolina Romero es ama de casa y mamá de Santiago y Valentina. “Mi primera estrategia para este año fue asegurarme la mochila: como sabía que me tocaba comprar, a fin de año fuimos a las Cataratas y se las compré allá: me salieron $7000. Después, los repuestos de hojas los compré en diciembre, porque yo sabía que en febrero siempre aumenta”, cuenta Carolina.
“De los útiles no compré nada todavía. Siempre cuando hago las compras, llevo de más porque a los chicos en el año se pierde, se gasta y hay que reponer. Entonces siempre algo queda. Por eso este año, en el comienzo de clases, van a ir con lo justo y necesario. Vamos a esperar al cierre de la tarjeta en marzo y recién ahí voy a hacer la compra grande”, asegura.
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