Campamentos de verano: para chicos, vacaciones de película
Del cine y la televisión de EE.UU. a la realidad en Pilar o Chascomús
Las películas y series contextualizadas en summer camps (campos de verano) son casi un género en sí mismo en Estados Unidos. En esas historias, los chicos y adolescentes pasan el verano de sus vidas, con sus pares, en un entorno natural y haciendo actividades que los apasionan. Como suele ocurrir con otros productos culturales norteamericanos, estas experiencias se extendieron también a la Argentina, donde empiezan a abrirse camino como alternativa a las colonias de vacaciones. A diferencia de los de Estados Unidos, que duran uno o dos meses, los camps criollos son de una o dos semanas y funcionan como complemento de las vacaciones familiares.
Durante dos años, el argentino Ariel León fue director de fútbol de NJY Camps, en Milford, a una hora y media de Nueva York, adonde iban entre 1500 y 2000 chicos. Fruto de esa experiencia, y junto con Hernán Español, otro argentino que trabajó con estos campamentos de verano, creó hace cinco años el Kapawa Camp, que tiene predios en Chascomús y en Pilar, donde pueden recibir hasta 100 chicos.
Kapawa es uno de los camps que empiezan a surgir en las pampas de la mano de instituciones educativas y religiosas.
Por ahora, el Kapawa Camp es la versión argentina del summer camp más fiel al modelo norteamericano. Sin embargo, existen otras opciones que también aspiran a replicar la experiencia. Una es el Jesús Summer Camp, que se realiza del 4 al 8 de febrero en Canning, Buenos Aires, con actividades espirituales, artísticas y de recreación. Coordinado por Jesus Warriors, una red internacional de voluntarios que busca influir en la sociedad mediante el arte y la ayuda a personas en riesgo, cuesta de 600 a 900 pesos, según se elija dormir en carpa, pabellón o habitación.
También en algunos colegios bilingües, countries o clubes de campo organizan sus colonias de verano con impronta de summer camp. Tal es el caso del Buenos Aires Golf de Bella Vista, en el Gran Buenos Aires, que propone a sus socios más jóvenes actividades de arquería, tenis, fútbol, arte, equitación, ciclismo, juegos de mesa, natación y teatro.
Por Kapawa, en tanto, pasan entre 40 y 80 chicos por semana. "Tenemos un circuito de aventura de 2 y 5 metros de altura en un recorrido de 100 metros, un metegol humano, circuito de supervivencia, arco y flecha, palestra, rappel, tirolesa de 70 metros y pileta. Todo esto se encuentra en un contexto de naturaleza y lejos del ruido urbano. Nos apoyamos en una institución, club o grupo religioso que convoca a los chicos. Son ellos quienes contratan el servicio de Kapawa en forma integral y exclusiva. Y, junto con ellos, delineamos el plan de trabajo y los objetivos que quieren trabajar."
El costo de este campamento suele ser de aproximadamente 200 pesos por día, incluidos todos los gastos (pensión completa, cobertura médica y todas las actividades). A diferencia de los camps originales, éstos no duran más de una semana. Y, entrando en la comparación, León asegura que la cercanía con los niños y los contenidos propuestos acá son muchísimo más trabajados que en los Estados Unidos.
"Dada la cultura y la situación económica argentina, no es posible hacer camps de uno o dos meses. Serían muy costosos y los padres no estarían dispuestos a tener tanto tiempo a sus hijos fuera de sus hogares. Durante los dos meses que duraba el camp en el que trabajé, había un día de visita de la familia y luego el único contacto que tenían era por mail. En la Argentina, las familias prefieren que los chicos no estén tanto tiempo y lo complementan con las colonias y las vacaciones."
Conocidos como summer-long sleep-away camps, los campamentos de verano tradicionales que se ven en las series y las películas norteamericanas, donde los chicos se despiden de sus padres para pasar meses lejos de ellos, se extienden en los suburbios de las grandes ciudades, por Pensilvania, Massachusetts, New Hampshire y Maine, entre otros estados. Su propuesta en cuanto a actividades es menos novedosa, pero no pierden vigencia.
"La verdad es que aquí en los Estados Unidos los summer camps son muy necesarios, ya que las vacaciones laborales son muy cortas y casi no hay feriados, pero sí muchos días sin colegio por diferentes fechas festivas, o teacher planning day, o early release, etcétera -afirma Sofía Mesones, una argentina radicada en Miami-. Lo único malo es que la mayoría son muy caros. Te cobran por semana más de 100 dólares por niño."
Sofía enumera las actividades que tienen los chicos en estas colonias de verano del Primer Mundo, y entre las tradicionales, como juegos de mesa, pileta o deportes, destaca la PlayStation o una excursión semanal al zoológico o al museo. "A los chicos les costaba arrancar, preferían quedarse en casa obvio, pero después volvían felices. Mi hijo mayor se asombraba de que le alcanzaba la batería del celular todo el día. Claro, la pasaba tan bien que ni usaba el teléfono."
En relación con las colonias de verano de nuestro país, cuyo modelo suele ser el predominante en el resto de América latina y en Europa -aunque con diferencias-, el objetivo de fondo es el mismo: que los chicos estén entretenidos y cuidados, aunque la oferta varía mucho de acuerdo con la zona en la que esté ubicada y, por supuesto, el público al que apunta, lo que determinará el precio, la cantidad de horas, el nivel del predio y el staff. Los deportes y juegos al aire libre suelen predominar en las actividades junto con las manualidades y entretenimientos relacionados con el arte.
Pero si hay algo que distingue a los tradicionales summer camps del resto de las colonias de verano es su discurso de promoción y la filosofía que imparten, su intención transformadora, su promesa de darles a los campers un verano inolvidable, tal vez por primera vez lejos de sus padres, atravesando el reto de la independencia y el despegue. Para los estadounidenses, el verano es tiempo de divertirse, pero también de seguir buscando el desarrollo físico, espiritual y mental de los niños y adolescentes. Luego, estarán más preparados para asistir a la universidad.
"Tomaron una campista tímida y la convirtieron en una maravilla. Gracias por todo lo que hicieron. Ella regresó más madura, muy feliz y con ganas de que llegue próximo verano", escribió la madre de una niña que concurrió por primera vez a un summer camp en everythingsummer.com, el sitio de Jill Tipograph, una experta en desarrollo de jóvenes y consultora educacional, quien asegura que "encontrar el campamento de verano adecuado para un hijo es donde todo comienza. El éxito en esa decisión lleva a un individuo más fuerte, más seguro y mejor adaptado".
La mayoría de los campamentos de verano de los Estados Unidos suelen estar asociados a grupos religiosos, a instituciones educativas o a organizaciones de jóvenes como los Boy Souts, Girl Scouts u otras tales como la 4-H (su nombre representa las 4 áreas de desarrollo personal: head, heart, hands and health / cabeza, corazón, manos y salud). Respaldado por este tipo de fraternidades, tan reflejadas en su industria cinematográfica, hay un summer camp para cada grupo de pertenencia.
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