Cambios en el secundario bonaerense: una “miniuniversidad” para quienes no entienden lo que leen
Parece ayer, pero pasaron seis años, desde la tarde en que el rector de una prestigiosa casa de altos estudios planteó informalmente a LA NACIÓN los problemas que afrontaban los jóvenes en sus primeros pasos en los claustros universitarios. “Hoy las carreras de grado son el verdadero secundario. La universidad comienza después, con posgrados”, se sinceró al admitir el bajo nivel de saberes con el que llegaban los estudiantes y la “imperiosa necesidad de articular” con el nivel secundario el salto de calidad para evitar el abandono.
Ayer, el gobierno bonaerense dio un paso más hacia el abismo educativo: decidió desmembrar el aprendizaje, anular la repitencia y darle a los adolescentes la libertad –en épocas de libertarios– de decidir qué materias cursar.
Ni siquiera decidieron fijar materias correlativas. Para entender la magnitud del desguace, se puede recurrir a ejemplos simples: un alumno que no haya aprobado matemática de primer año, podrá avanzar a esa asignatura en cuarto, quinto o sexto. ¿Se puede ser exitoso en regla de tres compuesta cuando está pendiente entender la simple? ¿Cómo podrá comprender el Ulises, de Joyce, en literatura de quinto cuando tiene pendiente aprobar práctica del lenguaje de primero? Misterios “kicillofianos”.
Recuperar saberes, pero sin que nadie deje de pasar de año y eliminar del vocabulario la “estigmatizante” palabra repitencia; esa estrategia educativa, quizá la antesala de esta decisión comunicada hoy, se ensayó en la pandemia cuando el gobierno nacional suspendió la presencialidad escolar y condenó, especialmente, a los alumnos de más bajos recursos, al aislamiento del aprendizaje. Sin computadoras o internet en sus hogares, miles de adolescentes pasaron meses encerrados y desorientados perdiendo el vínculo con el aula y con el aprendizaje.
Muchos chicos de aquellos días aún no terminaron el nivel secundario y, otros tantos transitan angustiados los claustros universitarios con ganas de aprender, pero sin las herramientas para afrontar los desafíos que les proponen los docentes: no entienden las consignas básicas para resolver un ejercicio.
Los cambios que impulsa el kirchnerismo encarnado en el gobernador Axel Kicillof y que gerenciará el director general de Cultura y Educación, Alberto Sileoni, comenzarán el año próximo aunque se podrán medir cuando los alumnos obtengan sus diplomas y decidan el paso superador. Para esa altura, cerca de 2030, ¿cuántas universidades quedarán vacías?
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