A diferencia de épocas pasadas, gozan de vitalidad y se sienten demasiado jóvenes para despedirse del mundo del trabajo; resultan perfiles ideales para las compañías por su experiencia, madurez y disponibilidad de tiempo; historias de los que encontraron sus mejores empleos a una edad impensada
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Lejos de una vida pasiva, los tiempos cambiaron para los mayores de 60 años. A diferencia de épocas pasadas, cuando se los consideraba en retirada laboral, hoy son personas activas, llenas de energía, con ganas de aprender y de hacer. Pero, además, con estabilidad, madurez, experiencia y tiempo. Por todas estas cualidades, los llamados sesentennials empiezan a ser mirados con otros ojos por las compañías.
El cambio de paradigma se deja vislumbrar. “Si bien todavía pocas empresas se están dando cuenta del potencial de estos perfiles, las que lo hicieron perciben que es un golazo”, asegura Alejandro Melamed, consultor y especialista en recursos humanos.
Sin duda, algunos conceptos requieren ser reformulados. “Hace 30 años se creía que una persona de 60 ya estaba para jubilarse, pero hoy está totalmente vital, con madurez, equilibrio, con tanta trayectoria en su vida que puede aportar un montón de ideas, de propuestas. Es capaz de liderar equipos, a la vez que ser mentor o guía para las nuevas generaciones y puede contribuir un montón en una organización en todo sentido”, señala el experto.
Como jefa de atracción de talento en la consultora Grupo Ceta, María Julia Daiuto también advierte que, de golpe, los perfiles de más de 50 y 60, comenzaron a ser más valorados. “Tenemos un cliente en particular que nos pide una persona ya jubilada para un puesto que requiere demasiada experiencia”, cuenta. La preferencia por la presencialidad de este segmento etario, la disponibilidad horaria y el conocimiento técnico pueden ser pilares a la hora de la búsqueda de nuevos colaboradores.
“Por otra parte, a nivel económico, este target no tiene tantas exigencias, se adaptan más por las necesidades que tienen y son más flexibles en ese sentido”, indica Daiuto. En el otro extremo, los más jóvenes, centennials y millennials, son los que más beneficios piden en cuanto a salario, flexibilidad horaria y trabajo híbrido.
Antes olvidados, ahora valorados
Con 65 años, Silvia Wesenack es actualmente la responsable de la escuela de enfermería de Swiss Medical. “Trabajé durante 25 años en la empresa y me jubilé en 2017 como jefa corporativa de enfermeras. Pero prácticamente no corté el vínculo”, explica Silvia, quien después de retirarse participó de un proyecto para establecer lazos de trabajo con distintas escuelas de enfermería con el fin de nutrir los planteles de la prepaga con los mejores perfiles.
En cuanto a su recontrato laboral, asegura: “Creo que valoran todo el bagaje de conocimiento de la empresa que tengo. Por otro lado, siempre apostaron por la capacitación permanente y vieron en mí la posibilidad de seguir transmitiendo y colaborando en ese aspecto”. A nivel personal, considera este momento como una oportunidad para ocuparse de cuestiones que, por la cotidianeidad de la dinámica anterior, no podía abordar. “Es una etapa que te da tiempo para pensar y proyectar actividades que sean favorecedoras para la disciplina”, plantea.
Como en el caso de Silvia, para muchos la jubilación llega antes que la voluntad para retirarse. Se trata de personas con una capacidad cognitiva muy alta y con la energía para seguir activas. Además, disponen de un capital de conocimiento muy valioso para las organizaciones, al que se suman la experiencia y un profundo entendimiento sobre la cultura empresarial. “Aquí se produce un puente entre el mundo de la jubilación y el mundo laboral activo. Por ejemplo, con un contrato part-time, para que formen equipos jóvenes que no tienen la impronta cultural que la organización quiere o el desarrollo técnico”, sostiene Virginia Borrajo, directora de talento del estudio Locht.
Atenta a estos perfiles, la compañía de consumo masivo Unilever tiene un programa que fomenta el empleo de personas más grandes. “Hace muchos años en el área de reclutamiento se definió un modelo diferente sobre cómo contratar gente que, básicamente, trata de buscar ciertas habilidades, no importa el rol sino lo que necesita cada proyecto”, dice Silvina D’Onofrio, gerente de talento para el Cono Sur de la empresa. En esta reformulación de las búsquedas y para un proyecto puntual vieron la oportunidad en un grupo social y etario que no era tenido en cuenta.
“Buscamos atraerlos para ver si podían formar parte de nuestro ecosistema de talento y lanzamos el proyecto de sesentennials, que nos cambió muchos paradigmas, en especial acerca de si a esa edad iba a haber gente a la que le interesara volver al mercado laboral. Realmente nos sorprendimos, nos encontramos con gente con muchísima energía, que tiene tiempo disponible. Además, hay perfiles muy profesionales que entienden cómo funciona una compañía y lo más importante es que tienen ganas de aprender. Si bien el proyecto no está activo ahora, en esta búsqueda de habilidades todo el tiempo volvemos a esa base de más de 2500 personas que aplicaron”, explica.
Una vuelta de página
“Realmente, pensé que iba a ser difícil conseguir trabajo, que entre un chico de 20 años y yo, no iba a tener ninguna posibilidad”, dice Jorge Luis Cantini, de 65 años, licenciado en sistemas, quien logró reinsertarse laboralmente y hoy trabaja en forma remota desde su casa de Villa Urquiza. Hasta 2004, Jorge se desempeñó en esa área para distintas empresas, incluso fuera del país, en Estocolmo, Barcelona y en la Ciudad de México. “Después decidí dedicarme a algo que siempre me había entusiasmado, la gastronomía. Hice un curso de chef y puse una empresa de catering con la que trabajé durante 15 años hasta que todo se acabó con la pandemia”, recuerda.
El giro llegó en enero de 2021, un día que estaba leyendo una nota en el diario sobre carreras con mayor salida laboral. “Mencionaban a una compañía que te permitía capacitarte y pagar cuando conseguías trabajo, lo que para mí era importante porque tenía escasos ingresos en ese momento”, cuenta. Se animó a hacer el curso de desarrollador web y apenas terminó, en diciembre pasado, resultó seleccionado por una empresa colombiana que provee desarrollos a clientes en Estados Unidos. “En programación no importa la edad, uno vale por lo que sabe. Pero creo que también pasa por la actitud, por cómo te presentás y cómo hablás en una entrevista”, agrega Jorge.
Como él, muchos otros encontraron una oportunidad en Henry, una academia que forma programadores, que abonan el curso cuando consiguen su primer empleo. Luz Borchardt, cofundadora, no duda en asegurar que las compañías hoy buscan habilidades técnicas y blandas que van más allá de la edad de los candidatos. “En su mayoría los sesentennials son personas que ya tienen experiencia previa, lo cual los hace profesionales más completos por contar con otras capacidades. Pero las compañías cada vez más se ocupan de sumar estos perfiles no solo por el condimento extra que aportan, sino para tener equipos más diversos que lleguen a soluciones más diversas para la sociedad”, añade.
La experiencia de Marcelo Spagnuolo, de 58 años, de Córdoba, también evidencia que nunca es tarde. “Trabajé casi toda mi vida en el sector inmobiliario. Como siempre me interesó la informática me puse a hacer el curso de desarrollador web. No sabía si a mi edad me iban a tomar, pero me decidí a prepararme”, relata. Apenas finalizó su capacitación, consiguió trabajo, primero en una empresa de Buenos Aires, luego en una chilena y hoy se desempeña en una uruguaya, dedicada a la compra y venta de criptomonedas, donde se ocupa del desarrollo de una aplicación para celulares.
Marisa Pascal, de Marcos Paz, se animó a dar el salto a los 53. “Hacía 11 años que trabajaba como empleada administrativa con una experiencia mala, porque el trabajo estatal es bastante mediocre y a mí me gusta estudiar, aprender y superarme”, dice. Buscando una alternativa para resolver cuestiones de su vida personal, decidió estudiar programación. Para su sorpresa, pudo renunciar a su antiguo empleo y hoy trabaja para una empresa chilena de créditos hipotecarios. “Profesionalmente es el paso más importante que di en mi vida, nunca tuve estas posibilidades económicas”, concluye.
En sintonía con estos avances, la diversidad y la inclusión se resignifican en las organizaciones. “Muchos piensan que esto solo es una cuestión de género u orientación sexual, y creo que la diversidad y la inclusión etaria es un tema que cada vez va a pesar más”, plantea Melamed, autor de El futuro del trabajo ya llegó. “Vamos a vivir muchos años más, los sistemas de jubilación y pensión van a explotar por los aires, no solamente en la Argentina sino en todo el mundo. Estaban diseñados a nivel global para un momento en el cual la mayoría de la gente trabajaba y muy pocos se jubilaban, pero hoy esto está invertido”, señala. Según el especialista, vamos a tener que considerar la posibilidad de trabajar durante más años y en empleos muy diversos.
Cobrar una jubilación y percibir un salario por un empleo es cada vez menos atípico. No existen impedimentos para mantener ambos ingresos. Las personas que ya se retiraron no pueden trabajar en organismos públicos, pero sí en empresas privadas o por cuenta propia. Uno de los requisitos es que deben hacer un aporte del 11% de su sueldo al Fondo Nacional de Empleo.
Las señales ya se esbozan. De a poco, y con experiencias como la recontratación, la asesoría o la reinserción, el mercado laboral les abre un abanico de oportunidades a los más 60, que proyectan una vida plena.
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