La sequía en la Argentina, entre los 10 fenómenos climáticos más destructivos del año
Los huracanes Florence y Michael, que devastaron la costa este de Estados Unidos. Los incendios forestales de California. La ola de calor en Europa. Las inundaciones en India, Japón y China. El tifón Mangkhut en Filipinas. La sequía en Australia, en Sudáfrica… y en la Argentina. Sí, el informe Counting The Cost: A Year of Climate Breakdown (Balance de las consecuencias: un año de crisis climática) de la ONG británica Christian Aid incluyó la sequía que afectó la zona centro del país como uno de los diez fenómenos metereológicos relacionados con el cambio climático más destructivos ocurridos este año.
La selección de estos eventos climáticos se basa en las pérdidas en millones de dólares que provocó cada uno de ellos. En todos los casos los daños fueron por más de 1000 millones dólares. Según el informe, la sequía en la Argentina, que impactó en particular en las cosechas de soja y maíz, provocó un costo de 6000 millones de dólares. Al tope del ranking estánlos huracanes Florence y Michael, con daños estimados en 17.000 y 15.000 millones de dólares respectivamente. En segundo lugar, también en Estados Unidos, los incendios forestales de Camp Fire (de 7500 a 10.000 millones de US$) y Woolsey Fire (1500 a 3000 millones de US$). Luego ubica a la ola de calor y los incendios en Europa (7500 millones de US$). Y detrás a las inundaciones en Japón (7000 millones de US$).
"Lluvias por debajo del promedio durante varios meses, desde finales de 2017 hasta abril de este año, sumieron a la Argentina en una sequía severa –precisa el informe–. En algunas zonas del país llovió 50% menos que el promedio registrado de diciembre a febrero, y 25% menos que el promedio de marzo. Se presume que es la peor sequía en el país en 50 años".
El informe consigna que los efectos de la sequía en la agricultura causaron importantes problemas económicos en el país, con una caída en la cosecha de la soja del 31% respecto del año anterior, y la de maíz, en un 20%, lo que implicó pérdidas por 6000 millones de US$. Estimaciones locales, sin embargo, llegaron a calcular las pérdidas en 8000 millones de US$.
Para Inés Camilloni, investigadora de la UBA y el Conicet en el Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera (CIMA), no resulta sorprendente que la sequía en la Argentina sea uno de los diez eventos climáticos más extremos del año, ya que el ranking considera las consecuencias económicas además del evento en sí mismo. "Un fenómeno como la severa sequía 2018, que golpeó fuerte en la región más productiva del país (y una de las más productivas del mundo), era inevitable que produjera pérdidas de la magnitud de las ocurridas", dijo.
Un clima más cálido
Camilloni explica que la atribución de un evento extremo específico al cambio climático es un proceso complejo que requiere investigación. "No obstante esta dificultad, es innegable que si bien siempre hubo sequías, la ocurrida durante 2018 se produjo bajo condiciones de un clima que es significativamente más cálido que lo que era 70 años atrás. Desde ese punto de vista, sin dudas el cambio climático hizo su aporte", dice.
Otra de las causas, precisa la investigadora, fue La Niña, un fenómeno de variablidad natural del clima (es decir, que no se produce como respuesta a las acciones humanas que aumentan el dióxido de carbono en la atmósfera y que dan lugar al cambio climático), ocurrido a principios de año, que se caracteriza por temperaturas del mar por debajo de lo normal en el Océano Pacífico ecuatorial y, que en la Argentina, su impacto está asociado a la escasez de precipitaciones principalmente en la región donde se registró la sequía. "El cambio climático y La Niña son fenómenos que se combinan y conducen a la ocurrencia de eventos extremos del clima que muestran una clara tendencia a ser cada vez más severos", dice.
Este año la sequía afectó, en particular, a las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos, Córdoba y La Pampa. "En los últimos 20 o 30 años puede observarse en términos medios un cambio en la temperatura –dice Carlos Di Bella, director del Instituto de Clima y Agua del INTA–. Y esa mayor temperatura impacta en la variabilidad de las lluvias. Está pasando a nivel planetario y nuestro país no es una excepción: del Río Colorado hacia el norte, los aumentos de temperatura son crecientes".
Y las cosechas sufren los embates de esa variabilidad en las lluvias ya sea con bajas de rendimiento o pérdidas totales. "La soja y el trigo van a tener mejor suerte en el futuro. El maíz, en cambio, se verá más afectado porque tiene un período crítico muy concentrado en el verano que es cuando se van a dar los picos de temperatura –dice Di Bella–. Por esto, en el sector agrícola la adaptación será clave. Hay tres palabras que el productor agropecuario debería tener muy en cuenta en el futuro: anticiparse, adaptarse y tomar decisiones".
Más allá de las pérdidas monetarias, el costo ambiental deja muertos y heridos, fuerza migraciones y causa daños en infraestructura y hogares. Así lo detalla el informe cuando analiza cada uno de los desastres climáticos. En Ciudad del Cabo, por ejemplo, donde este año sufrieron la peor sequía de su historia, los habitantes se vieron obligados a restringir el consumo de agua para evitar el denominado "Día Cero": la jornada en que las autoridades cortarán el suministro de agua al 75% de la ciudad, y solo se les permitirá a los residentes el acceso a 25 litros por día de fuentes de suministro protegidas por soldados armados.
"El cambio climático es algo de lo que todavía hablamos como un problema a futuro; sabemos que las consecuencias del calentamiento climático son devastadoras, pero no queremos asumir lo que ya está pasando –advierte Kat Kramer, al frente del área de Clima Global de Christian Aid–. Este informe demuestra que para mucha gente el cambio climático tiene ahora mismo un efecto devastador en sus vidas y sus formas de subsistencia."
La gran injusticia de la crisis climática, según Kramer, es que son los pobres los que más sufren las consecuencias y, justamente, los que menos contribuyen a que esto suceda.
Y el futuro no se vislumbra alentador. "Mientras las emisiones de gases de efecto invernadero continúen incrementando las temperaturas globales –concluye el informe–, los eventos climáticos serán cada vez más frecuentes y más extremos".
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