Comprender la rapidez con la que el mundo está perdiendo sus glaciares podría ayudar a proteger a las personas que dependen de ellos
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Ríos de hielo relucientes que se abren paso por las laderas de las montañas. No hay duda de que los glaciares son estéticamente hermosos, pero también juegan un papel fundamental en todas nuestras vidas. Son parte integral de la industria, los medios de vida, la naturaleza y el clima en todos los continentes de la Tierra.
Al actuar como reservorios gigantes, los glaciares atrapan el agua que cae en forma de nieve a gran altura durante las estaciones húmedas antes de liberarla como agua de deshielo durante las estaciones secas.
Al hacerlo, los glaciares aseguran que los ríos de sus cuencas tengan un suministro constante de agua durante todo el año. Los seres humanos dependen del agua que los glaciares proporcionan para la energía hidroeléctrica, el riego, la ganadería, la producción y el transporte.
El hecho de que algunas de las cuencas más grandes alimentadas por glaciares fluyan hacia algunas de las naciones de más rápido crecimiento en el mundo solo aumentan su importancia. Pero el delicado equilibrio de los glaciares estuvo desbalanceado desde hace un tiempo. Están desapareciendo y la velocidad a la que lo hacen está aumentando en la mayoría de los casos.
Esto presionará a las economías aguas abajo que dependen de ellos.
“Torres de agua”
Comprender la rapidez con la que el mundo está perdiendo sus glaciares podría ayudar a proteger a las personas que dependen de ellos, y podemos calcular qué valor tiene esa pérdida.
Utilizando datos sobre la precipitación, el grosor de los glaciares, la capa de nieve y las demandas de la agricultura, la industria, las poblaciones y la naturaleza, Arthur Lutz, geógrafo físico de la Universidad de Utrecht en los Países Bajos, y sus coautores crearon un índice de vulnerabilidad de glaciares para 78 “torres de agua”.
Así llaman los expertos a un conjunto de glaciares, cadenas montañosas y ríos que se consideran un grupo y reciben el nombre de un río. Al hacerlo, los investigadores pudieron mostrar la importancia de cada torre de agua para su región y, utilizando predicciones sobre la población y la industria en el futuro, qué tan vulnerables eran al cambio.
“Por ejemplo, el Indo y el Ganges, y en Asia Central, el Amu Daria y el Sir Daria obtienen puntuaciones muy altas”, dice Lutz. “Eso es porque tienen grandes cantidades de agua almacenada como glaciares y también mucha capa de nieve. Sus demandas río abajo son muy grandes y dependen mucho del agua de la montaña”, agrega.
El Indo en Pakistán y el noroeste de la India, por ejemplo, alimenta el sistema de riego más grande del mundo. Miles de millones de personas dependen de esa cuenca para alimentarse, y se prevé que las poblaciones y economías de esos países aumenten rápidamente en el futuro.
El PIB producido en las cuencas del Ganges-Bramaputra e Indo que dependían del agua de deshielo de los glaciares en 2000 se situó en alrededor de US$418.000 millones y US$296.000 millones, respectivamente.
Pero para 2050, cuando se espera que las poblaciones de Pakistán, India y Bangladesh se expandan significativamente y las economías de esos países se aceleren como resultado, el PIB creado en esas cuencas aumentará a US$4,9 billones y US$2,6 billones, un aumento de 11,8 y 8,7 veces, colocándolos en primer y tercer lugar en la lista de Lutz y sus colegas.
Lo que demuestra el índice de vulnerabilidad de los glaciares es la importancia de comprender la rapidez con la que estamos perdiendo estos recursos.
Reflejo del cambio
Los glaciares son ampliamente considerados como buenos indicadores de los cambios que se están produciendo en nuestro planeta. Algunos glaciares responden rápidamente a los cambios de precipitación y temperatura, mientras que los de los valles secos de la Antártida y el Ártico alto tienen tiempos de respuesta lentos.
“Los glaciares en áreas de alto rendimiento, donde hay mucha nieve, mucho derretimiento, tienen un tiempo de respuesta corto”, dice Bethan Davies, glacióloga de la Universidad Royal Holloway de Londres. Los glaciares siempre se mueven, descendiendo por sus valles unos centímetros o incluso varios metros a la vez, pero su tamaño general depende de la cantidad de nieve que se pierde por derretimiento y de la nieve fresca que cae encima.
Cuando las nevadas equivalen a la cantidad de agua de deshielo perdida durante un año, un glaciar está en equilibrio: se repone desde la parte superior y pierde agua en la parte inferior, no cambia de tamaño. Pero cualquier disminución en la cantidad de nieve o aumento de temperatura puede resultar rápidamente en un aumento en el deshielo, haciendo que un glaciar retroceda por su valle.
Por su inmenso tamaño, los glaciares generalmente pueden sobreponerse a las anomalías de un verano caluroso o un invierno húmedo. Pero el flujo y reflujo de los glaciares puede dar una imagen clara del cambio climático durante períodos prolongados. Lo que estamos viendo es una recesión coherente, dice Davies, impulsada abrumadoramente por el cambio climático provocado por el hombre.
Entre 2000 y 2019, los glaciares perdieron a nivel mundial 267 gigatoneladas de agua cada año, y esa cifra se está acelerando más rápido que la pérdida de las capas de hielo de Groenlandia o la Antártida, tomadas por separado. Las capas de hielo de la Antártida cubren el 8,3% y las de Groenlandia, el 1,2% de la superficie de la Tierra, en comparación con el 0,5% de la tierra cubierta por glaciares.
Puede que solo representen una pequeña parte de la capa de hielo de la Tierra, pero están desapareciendo rápidamente.
¿Qué perdemos si los glaciares continúan retrocediendo?
La científica climática Tamsin Edwards, del King’s College London, y sus colegas modelaron los efectos del derretimiento de los glaciares en el aumento del nivel del mar. Limitar el calentamiento a 1,5°C para 2100 dará como resultado 13 centímetros (cm) de aumento del nivel del mar en total, en comparación con 25 cm si el planeta continúa calentándose al ritmo actual y 42 cm en los escenarios más pesimistas.
Los glaciares contribuirían con la mitad de este aumento. Quizás suene como una cantidad pequeña, pero podría tener un gran impacto porque la elevación del océano no es pareja. Hay regiones donde los océanos subirán mucho más y regiones donde subirán menos.
En las regiones más cálidas, por ejemplo, el nivel del mar se verá impulsado por la expansión térmica: a medida que el agua se calienta, se expande y, en escalas tan grandes como los océanos, hace una gran diferencia. De todos los factores que afectan el aumento del nivel del mar, el más importante es la expansión térmica.
Las siguientes contribuciones más importantes provienen del derretimiento de los glaciares de montaña, las capas de hielo y el agua no glacial que sale de nuestros ríos. De estos últimos contribuyentes, en los últimos 20 años, el derretimiento de los glaciares de montaña representó un 21% del aumento adicional del nivel del mar.
Los glaciares no solo son útiles como depósitos de agua dulce, sino que también contribuyen a la creación de ecosistemas únicos. Un glaciar en sí puede parecer desprovisto de vida, pero sobre y debajo de la superficie se pueden encontrar organismos no vistos en otros lados. Sin embargo, a medida que los glaciares retroceden, se prevé que la biodiversidad aumente, con la aparición de organismos generalistas capaces de colonizar rápidamente desde aguas abajo a los organismos únicamente hallados en glaciares.
Más allá del borde del hielo, los glaciares son esenciales para sustentar entornos con biodiversidad. “Hay algunas regiones donde el derretimiento de los glaciares es crucial”, dice Inés Dussaillant, glacióloga del Servicio Mundial de Monitoreo de Glaciares de la Universidad de Zúrich, Suiza.
Al norte de los Andes, en Chile, Ecuador, Bolivia, Argentina y Perú, existen humedales de gran altitud que dependen del agua de deshielo de los glaciares, por ejemplo.
Estos humedales de altura, llamados bofedales, oscilan entre los 3.000 y 6.000 metros sobre el nivel del mar y son “ecológicamente muy diversos y socialmente importantes”, dice Davies. Desde la época prehispánica, los habitantes de los Altos Andes han utilizado los bofedales como fuente de agua para regar cultivos y criar ganado.
Los humedales también son un importante sumidero de carbono, ya que el suelo es rico en turba. Hasta hoy, la mayor parte de este suelo rico en carbono permanece intacto ya que la extracción de turba aún no está muy extendida. “Pero los glaciares que los abastecen son muy pequeños y superamos el pico de agua, por lo que el agua está disminuyendo”, dice Davies.
El “pico de agua” describe el momento en que el deshielo y la masa de los glaciares siguen siendo altos, antes de que los glaciares sean demasiado pequeños para contribuir de manera significativa. “Las precipitaciones aquí son muy estacionales, por lo que dependen mucho del agua de deshielo de los glaciares”, explica.
En ambientes áridos y de gran altitud como los Andes, la única forma de mantener estos humedales es con la escorrentía glaciar. En la clasificación de vulnerabilidad de Lutz, los glaciares de la costa del Pacífico de Perú ocupan el cuarto lugar en la lista de PIB esperado producido en esa región para 2050, con US$380.000 millones, 6,8 veces lo que se produjo en 2000.
“Donde no hay precipitaciones en el verano, los ríos dependen principalmente del deshielo de los glaciares”, dice Dussaillant. “En partes del Himalaya y el norte de los Andes, en los meses más secos el aporte de agua de los glaciares es del 70-80%. Si en el futuro estas regiones no tienen glaciares, casi no habrá agua en los ríos”.
Antes de que los ríos se sequen, en realidad podrían aumentar de tamaño como resultado del derretimiento de los glaciares. Algunos glaciares, como los de partes de los Andes, ya han superado el nivel máximo de agua, dice Dussaillant, pero para otros este momento llegará a finales de este siglo, según las estimaciones actuales.
Eso podría significar que la productividad de los ríos en sus cuencas aumente antes de disminuir, tal vez pintando una imagen engañosa sobre la salud de los ríos. Según una proyección, alcanzamos el nivel máximo de agua en el 45% de los glaciares de montaña en 2017. Pero para el 22% de los glaciares de montaña, la escorrentía continuará aumentando hasta aproximadamente 2050, asumiendo una tasa media de calentamiento climático.
Generalmente, cuanto más grande sea el glaciar, más tiempo tardará en alcanzar el nivel máximo de agua. En el oeste de Canadá, Europa central y Sudamérica, donde los glaciares tienden a ser más pequeños, el pico de agua ha pasado o se espera que ocurra en unos pocos años, según la misma proyección. Europa también depende del agua de los glaciares.
Las aguas de las cuencas del Danubio y el Rin contribuyeron al primer y segundo PIB más alto en la lista de Lutz correspondiente al año 2000, gracias a las industrias agrícola, manufacturera, hidroeléctrica y turística que dependen de ellas. En las cuencas alimentadas por los glaciares de las altas montañas de Asia, la escorrentía aumentará hasta mediados de siglo. Pero los glaciares de esta región varían considerablemente.
Los glaciares que ingresan al Indo alcanzarán el nivel máximo de agua más tarde que en otros lugares, alrededor de 2070, mientras que los que ingresan a la cuenca del Brahmaputra, en el este de India y Bangladesh, ya superaron el nivel máximo de agua. La gran variabilidad en esta región se debe en parte a los cambios en las precipitaciones.
“Nos están dando una señal de que se avecinan cambios”, dice Dussaillant sobre la alerta temprana de los glaciares más pequeños. “A menos que la Tierra comience a enfriarse, esos glaciares se perderán”. Pero tanto Dussaillant como Davies enfatizan que aún es posible evitar lo peor del daño.
Cumplir con el Acuerdo de París, establecido por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de Naciones Unidas (o IPCC), y limitar el calentamiento global a 1,5°C sería “la diferencia entre perder todo el hielo o mantener la mayor parte del hielo”, dice Davies.
“Por debajo de 1,5°C se evitan estos puntos de inflexión planetarios. No creo que sea demasiado tarde”.
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