“Cada vez que voy al cementerio, pasa un avión y siento que es Matías”, dijo la madre del piloto de la avioneta que se cayó en el Delta
A cuatro meses del hallazgo de la aeronave que manejaba su hijo, Silvia de Ronzano también les envió un mensaje a las familias de los tripulantes del ARA San Juan
“Después de que los encontraron, lo primero que hice fue ampliar una foto que tengo con Matías de la primera vez que me llevó a volar. Él se iba matando de la risa y yo con una cara de espanto y miedo terrible. Esa foto la hice en grande y la tengo sobre un mueble de mi casa con un ramo de flores que cambio día a día, porque si no tiene las flores fresquitas me muero”, explicó en detalle Silvia de Ronzano, la madre del piloto del avión Mitsubishi matrícula LV-MCV, que fue encontrado 26 días después de desaparecer tras despegar desde San Fernando. Hoy se cumplen cuatro meses de aquel hallazgo.
En una extensa charla con LA NACION, Silvia contó que está conforme con el avance de la causa y la investigación de por qué se cayó el avión en el que viajaban, además de su hijo, el copiloto Emanuel Vega y Matías Aristi, hijo del dueño de la empresa Aibal SA, propietaria de la aeronave. Aseguró que desde el día del hallazgo no volvió a tener contacto con la familia Aristi, se mostró dolida ante la falta de contacto por parte del Gobierno y les dejó un mensaje de fuerza a los familiares de los tripulantes del ARA San Juan que ya lleva desaparecido 35 días.
“Abro los ojos pensando en Matías y me acuesto a la noche pensando en él. Tratamos de agarrarnos de lo que podemos, que son los momentos lindos que vivimos. Era un excelente hijo, divertido y familiero. Me agarro de eso para poder levantarme y salir adelante. Es muy terrible lo que pasó”, dijo la mujer que, a lo largo de la charla, tuvo momentos en los que se le quebró la voz del dolor. “Hoy no tengo ni un rinconcito para angustiarme por nada. No tengo ni un lugarcito más para dolor. La verdad que esto no es nada fácil. La unión de la familia ayuda. Es el peor momento de nuestras vidas. Uno no lo puede entender, no encuentra explicaciones a lo que pasó. No se me hace difícil el día a día, se me hace difícil el minuto a minuto”.
Silvia se mostró creyente, y resumió esos 27 días de espera: “Cualquier muerte es difícil. Cualquier situación es complicada, pero esto de la búsqueda, de la espera y la esperanza que uno tiene hasta último minuto, llega un momento en el que uno cae. Sinceramente, ahora me doy cuenta de que no tenía más fuerza y que le pedía a Dios que, como sea, los encontraran. En un primer momento pedí que los chicos no sufran, eso era lo que más me preocupaba, que estuvieran tirados, heridos y agonizando y que nadie los pudiera encontrar para ayudarlos. Es una desesperación terrible. Luego, le pedía a Dios que los encuentren como sea, no podría estar viviendo hoy como está viviendo las familias de los 44 tripulantes del submarino ARA San Juan. Es terrible eso. Yo, al menos, ahora tengo sus restos acá conmigo en Lincoln y tengo un lugar a donde ir a llevarle unas flores. Sin eso hubiese sido muy complicado”.
“El duelo cuando fallece un hijo lo tenés toda la vida”
“Al cementerio voy cuando realmente necesito ir. No es que voy todos los días. Tengo grabado en mi cabeza que él está con mi mamá. En el cementerio ellos están juntos también. Él era su primer nieto y siempre nos dijo que quería estar con su abuela cuando se muriera y nosotros le cumplimos ese deseo y, aunque parezca loco, nos da un poquito de tranquilidad saber que están juntos”, dijo Silvia, que comenzó a ver señales de su hijo tras depositar su cuerpo en Lincoln, de donde es oriunda la familia: “Hay algo que me pasa cada vez que voy al cementerio, como hace un par de días. Cuando estoy frente a su tumba, donde me paro unos 15 o 20 minutos le pongo flores nuevas y le hablo unas palabras. Siempre que hago eso pasa un avión por arriba de mi cabeza y siento que él me dice `Mamá, vos estás loca, por qué me traés flores acá si yo estoy volando y estoy con vos en otro lado`. Todas las veces que fui al cementerio me pasó eso, que pasa un avión rojo o blanco”.
Este particular hecho lo compartió con sus hijos y explicó: “Son señales que sentimos con mis hijos. Desde ese momento, le prestamos atención a esas señales, es algo increíble y automáticamente sabemos que es él. A pesar del dolor, sentir esas señales es algo maravilloso. Es sentir, de alguna manera, que aún está conmigo. Minutos antes de que usted me llamara estaba acá mi nuera y mi nietita y verla jugar es como tenerla a él”.
Matías era padre de una beba de pocos meses cuando el 24 de julio se subió al avión que se precipitó en una zona del río Paraná Guazú cerca de la desembocadura con el río Uruguay en Entre Ríos, a los pocos minutos de despegar. Es Margarita quien hoy les da fuerza a los Ronzano: “La nena se volvió muy pegada al tío. No sé si es por el parecido, por la sangre o el amor que uno le brinda. Matías nos dejó el mejor regalo que nos podría haber hecho que es mi nieta. Desde que nació la gordita, todos los días de su vida estuve con ella y ahora más. Imaginate que el último audio de Whatsapp que me dejó Matías, un par de días antes del vuelo, me decía que vaya a ver a mi nieta porque él volaba y mi nuera trabajaba y que por más que estuviera con la niñera a él le daba tranquilidad que yo también esté. Me agarro de eso porque sé que mi hijo está tranquilo si yo estoy Margarita”.
"Nunca dejé de sentir cerca a Matías, ni los días de búsqueda, ni después de que los encontraron. Sinceramente, mientras estoy hablando con vos siento que él me dice `Mamá, ojo con lo que hacés, hacela corta`. Nunca lo dejé de sentir. Sí he llorado muchísimo. De estar tranquila y ver un papá con una nena en la calle o recordar algo o ver un auto igual al de él, me hacen recordarlo y me saca una lágrima. Se extraña mucho, él era muy familiero y de su mamá”, contó orgullosa Silvia y luego compartió una de las últimas charlas que tuvo con su hijo: “Un par de días antes me había estado diciendo que estaba viviendo el momento más feliz de su vida que había formado la familia que quería, que había logrado tener su departamento que estaba construyendo. A uno le duele el alma que cuando tu hijo te dice que está pasando su mejor, le pase eso”.
Un dolor que sólo se compartió durante los 27 días de búsqueda
“Con la única persona que tuve comunicación tras el hallazgo fue con Zunilda, que es la mamá del copiloto Emanuel Vega. Es algo tristísimo lo que ella siente porque se quedó sin hijos -un año antes había muerto su hijo menor-. Por eso cuando yo le comenté algo de mi nieta, ella me dijo, al menos a vos te quedó la nieta”, recordó Silvia y agregó: “Fue con la única persona con la que hablé un par de veces y nos mandamos mensajes por Whatsapp. No mucho, pero para darnos fuerzas y poder aceptar lo que pasó y tratar de seguir adelante".
Con los dueños del avión y empleadores de su hijo, la situación fue diferente. “Con la familia Aristi, no tuve ningún tipo de comunicación. Nunca nos vimos, ni nos llamaron para saber cómo estábamos. El señor Ignacio Aristi sólo tuvo un contacto telefónico con mi nuera donde le dijo que iba a venir, pero no vino. Con esa familia, absolutamente nada”.
“No sé por qué esa distancia con la familia Aristi. Recuerdo que cuando llegué al aeropuerto el día que desapareció el avión tanto el señor Aristi como sus hijas me hablaron en privado y me felicitaron por el hijo que tenía, que no querían quedarse ellos sin decirme el cariño que él se había ganado con ellos y el señor Aristi – padre del pasajero del avión - me dijo que si había puesto a Matías al volante del avión para llevar a su familia era porque le tenía absoluta confianza y sabía qué tipo de piloto era. Las hijas me dijeron que lo querían como un hermano”, se preguntó Silvia y detalló: “El contacto siguió los 27 días de la búsqueda ahí en el aeropuerto. Pero el mismo día que se encontró el avión, la familia Aristi se levantó toda y se fue. En dos minutos no quedó nadie de ellos en el aeropuerto y nunca más los vimos porque se manejan con el abogado y por eso no los vemos en ningún lado”.
La hipótesis de la cuarta persona
“Hemos tenido algunas informaciones sobre la causa, nada concreto. La semana pasada estuvimos en Buenos Aires con gente del juzgado y de la Junta de Investigación de Accidentes de Aviación Civil (JIAAC) y todavía no hay nada concreto sobre la caída. El avión quedó completamente destruido. Es muy difícil reconstruirlo”, dijo la Madre de Matías, y reiteró el pedido que hiciera su hija Pia: “Nosotros, tanto mi nuera, como mis hijos y yo, queremos que se investigue a esa cuarta persona que se ve en las cámaras y que no vaya a quedar esto como que fue una distracción del piloto o una falla mecánica porque, hasta ahora, no hay nada para poder confirmarlo”.
La mujer reconoció que el miedo que tienen los Ronzano es que “no se investiga a esa cuarta persona que está rondando el avión cuando no tenía que estar ahí y que las cámaras lo toman". "Queremos que se lo siga investigando”, insisten.
“Queremos que se investigue a esa persona, que nosotros creemos que subió al avión y le hizo algo para que ellos se caigan de la manera insólita que se cayeron. No hay forma de comprobar si le cortaron un cable porque el avión está destruido”, dijo la mujer que por el shock inicial no había podido ver las imágenes del lugar del accidente: “A mí me cayó muy mal verlo por primera vez la semana pasada. En su momento yo no estaba bien para ver esas imágenes, me descompuse cuando me la quisieron mostrar, pero la semana pasada pude verlas porque quiero darle un cierre y saber todo porque estoy luchando día a día para saber todo. Por ahora no hay nada en concreto, pero nos quisieron dar un parte antes de fin de año para que nosotros supiéramos qué es lo que se está haciendo en la causa”.
Silvia repitió varias veces durante la charla una frase: “Quiero saber la verdad, es mi hijo. Si mañana me dicen que fue una falla mecánica pagará quien fue el responsable. Si me dijeran que fue una distracción del piloto, cosa que no creo porque mi hijo nunca podría estar distraído a cinco minutos de despegar porque él era completamente meticuloso, responsable y concentradísimo que cuidaba todos los detalles porque tenía a su hija Margarita y quería volver con ella. Si en algún momento nos dicen que fue su responsabilidad, será perdonado en donde esté por el peor error de su vida, porque soy su mamá”.
Agradecimientos a la gente y críticas a los políticos
“La jueza de la causa nos da un poco de tranquilidad, pero me quedé mal con el Gobierno que nunca se hizo presente, como sí hizo con Santiago Maldonado y con el Submarino. Me quedó un dolor en el alma”, dijo Silvia, y agregó: “Nuestra búsqueda fue en plena campaña política y nosotros veíamos salir y llegar a los políticos al aeropuerto y ninguno se acercó nunca a nuestras mesas a preguntarnos si necesitábamos algo o cómo estábamos. Me quedó una impotencia e incredulidad de parte de la política. Nadie del Gobierno nunca nos llamó para nada. Me quedé con ese dolor de ver a los políticos pasar con sus maletines a hacer campaña y que ninguno se tomara un minuto para estar con esas tres familias que estaban sufriendo. No era para pedir una limosna, sino para sentirnos acompañados. Eso me duele. No mostraron ningún interés por los chicos”.
En contraposición se mostró agradecida por el apoyo social: “Era la contracara de lo que fue la humanidad de toda la gente del país a quienes les estoy eternamente agradecida. Ellos nos ayudaron con todo, con las cadenas de oración, llevándonos un rosario, una virgencita, poniendo carteles, repartiendo volantes. El país entero nos ayudó para mantenernos en pie, que se mantuviera la búsqueda y encontrarlos como sea. Fue muy lindo sentir el apoyo de la gente”.
“Como mamá necesito saber la verdad. Así como todos nos ayudaron con la búsqueda, quiero que ellos sepan también la verdad. En estos días del submarino sentí tanto los que les pasaba y me puse en su lugar porque también lo viví”, contó al final de la charla Silvia, quien pidió dejarles un mensaje a los familiares de los tripulantes del ARA San Juan: “Los he apoyado en oración y le pido a Dios que encuentren el submarino para que puedan terminar el año, al menos, un poco más tranquilos teniendo los restos de sus hijos o familiares cerca”.
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