“Cada vez cuesta más concentrarnos”: una experta norteamericana aconseja cómo recuperar la atención en la era del multitasking
Gloria Mark, doctora en psicología de la Universidad de Columbia, señala que en las últimas dos décadas, con la aparición de internet, las distracciones son mayores
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Gloria Mark lo afirma sin tapujos: “Cada vez nos cuesta más concentrarnos”. La doctora en Psicología por la Universidad de Columbia, que es también catedrática en Informática (Universidad de California) e investigadora visitante en Microsoft Research, estudia la capacidad de atención de los adultos estadounidenses desde hace más de 20 años.
Este año decidió unir todo el conocimiento acumulado en un libro, Cómo recuperar la capacidad de atención (Urano, 2023), en el que plantea un método para mejorar la concentración y combatir la distracción. Allí también desmitifica algunas creencias populares sobre la productividad y el multitasking, así como también advierte sobre el efecto del uso y el abuso de las redes sociales.
“Enfocarnos en nuestro bienestar en vez de en nuestra productividad nos vuelve más productivos”, dice en diálogo con LA NACIÓN. Mark rompe con el mito de que deberíamos apuntar a estar todo el tiempo concentrados. Plantea la importancia de tomar recreos durante las jornadas laborales, y explica cómo evitar que estas distracciones necesarias nos absorban y nos hagan perder la medida del tiempo y la efectividad.
–¿Por qué nos cuesta tanto concentrarnos hoy en día?
–Porque hay muchas cosas que compiten por nuestra atención. En 2003, Facebook fue creado y todo el mundo estaba socialmente curioso con esta plataforma. En 2006, apareció Twitter. En 2007, los smartphones. Y después, por supuesto, los negocios digitales. Hay tantas cosas en Internet y en otros dispositivos que atrapan nuestra atención que es muy difícil no estar distraídos.
–Entonces, ¿tenemos menor capacidad de concentrarnos hoy que en el pasado?
–De acuerdo a nuestra investigación, sí. En 2011, para estudiar esto, empezamos a usar software locking, una tecnología que nos notifica cada vez que una persona cambia la página o pestaña de la computadora en la que trabaja. Entonces, si el individuo que estamos estudiando está trabajando en un documento de Word y de repente abre un e-mail, nosotros podemos capturar ese cambio. Basado en los datos que se desprenden de este estudio, hemos encontrado que la duración de la atención en cualquier pestaña viene disminuyendo con los años. Actualmente, pasamos un promedio de 47 segundos con la atención puesta en una pantalla antes de desviarla a otra.
–En el libro criticás el multitasking. ¿Se podría afirmar que este no nos hace más sino menos productivos?
-Sí. Muchos piensan que es genial, que nos hace materializar más. Pero, en realidad, hacemos menos, básicamente por tres razones. La primera es que cuando hacemos multitasking, cometemos más errores. Esto se ha demostrado en estudios de laboratorio y también en un estudio hecho con médicos. Segundo, porque nos lleva más tiempo hacer cada tarea. Imaginate que tenemos cinco tareas que cumplir y empezamos una, después seguimos con la otra y hacemos un poco de la tercera. Tardamos más, porque cada vez que cambiamos nuestro foco de atención, hay un coste de atención, que es el tiempo adicional y el esfuerzo que implica volver a orientarnos en una tarea que habíamos dejado. La tercera razón es que el multitasking genera estrés. Hay estudios de laboratorio que demuestran que cuando las personas cambian su atención rápido, se estresan más. Lo hemos encontrado también en nuestras investigaciones: hemos colocado monitores del ritmo cardíaco en trabajadores. Y estos monitores nos han mostrado que cuanto más multitasking hacen, más incrementa su ritmo cardíaco. Entonces, cuando hacemos multitasking, cometemos más errores, nos lleva más tiempo hacer las cosas y nos estresamos más.
La “madriguera del conejo”
–En el libro afirmás también que no deberíamos estar aspirando a estar todo el tiempo enfocados.
–Sí, porque las personas tenemos una capacidad de atención limitada. Nuestra atención es un recurso limitado. No tenemos la capacidad de pasar largos períodos de tiempo concentrados, por ejemplo, leyendo o escribiendo. Entonces, necesitamos desconcentrarnos y tomarnos un descanso. Al hacer esto, prestamos atención, pero no una que requiera esfuerzo mental. Necesitamos tomar recreos para restablecer nuestra atención. El mejor recreo que uno puede tomar es dar un paseo, salir a la naturaleza. También podemos mirar videos de YouTube, por ejemplo.
–Pero imagino que, en caso de ponernos a ver estos videos, nos enfrentamos a otro problema, porque muchas veces es difícil frenar.
–Sí. Sucede lo que llamamos “Madriguera del conejo”: ves un video y te sentís recompensada, porque es gracioso, interesante. Y como nos gusta buscar recompensas, entonces vamos a otro video. Y lo seguimos haciendo porque seguimos yendo detrás de estas recompensas. Es difícil frenar.
–Entonces, ¿cómo podemos recuperar el control de nuestra atención en el día a día, inmersos en este mundo digitalizado?
–El primer consejo sería no te fatigues, porque cuando nos fatigamos empezamos a ser más susceptibles a distracciones. Lo segundo que podemos hacer es volvernos más conscientes de nuestras acciones: hay muchas cosas que las hacemos de manera automática. Por ejemplo, veo mi celular al lado de mi computadora mientras trabajo y lo agarro y empiezo a ver las notificaciones. Eso es automático, es un hábito. Yo he aprendido a preguntarme cada vez que siento el impulso: “¿Necesito mirar el mail en este momento?” O: “¿Necesito mirar ahora Instagram? La mayoría de las veces, la respuesta es no. Entonces es muy importante volvernos más conscientes de lo que estamos haciendo. De esta manera, podemos armar un plan, decir “Bueno, voy a trabajar por 30 minutos más y después, como recompensa, voy a mirar el WhatsApp”.
“Cuando hacés multitasking, cometés más errores, te lleva más tiempo hacer las cosas y te estresás más”.
–También mencionás el pensamiento a futuro.
–Sí, esa es otra cosa que podemos hacer, imaginarnos a nosotros mismos en el futuro cercano: cómo mis acciones actuales me van a afectar al final del día. Si sé que soy alguien que puede pasar mucho tiempo en las redes sociales, pero hoy tengo que terminar un trabajo, entonces puedo probar imaginarme a mí misma a las 19 y preguntarme dónde quiero estar a esa hora y cómo me quiero sentir. Seguramente quiera estar sentada en el sillón descansando, leyendo mi libro preferido, viendo televisión o tomando un vaso de un buen vino argentino. No voy a querer estar todavía trabajando, apurada porque se me acaba el tiempo. Si tenemos una fuerte visualización de eso, es un incentivo suficiente para mantenernos activos y con nuestros objetivos en mente, y evitar perder tiempo de más en las redes sociales a lo largo de la jornada laboral.
–Decís en el libro que centrarse en nuestro bienestar en lugar de en nuestra productividad nos hace más productivos. ¿Cómo es posible?
–Porque cuando las personas se sienten felices o tienen emociones positivas, se desempeñan mejor. La psicología nos enseña eso: lo llamamos la teoría de ampliar y construir: cuando las personas están en un modo positivo, son más creativas y se desempeñan mejor. Cuando las personas se sienten negativas, por ejemplo, bajo estrés, no pueden pensar con tanta claridad. Entonces, cuando nos presionamos para ser lo más productivos que podamos, esto no necesariamente nos lleva a ser más productivos.
–Desde el punto de vista de la productividad, ¿qué rol cumple la tecnología?
–La tecnología fue creada para permitirnos producir más y desempeñarnos mejor. Es una herramienta para ayudarnos. Pero creo que muchas veces la utilizamos mal, porque la estamos utilizando sin pausa. La tecnología es genial, nos ha traído un montón de beneficios, pero intentemos no utilizarla de más.
–¿Qué consumo de redes sociales recomendás?
–Las redes sociales están buenas para usar por cortos períodos: enterarte de las novedades, distraerte por un rato. Pero siempre enfatizo en que tenemos que intentar no utilizarlas por largos períodos de tiempo, no estancarnos en la madriguera del conejo. Hay que reconocer lo que las redes nos pueden proveer y lo que no. Yo no creo que lo que obtenemos de las redes sociales no tiene tanto valor como sí lo tienen otras actividades de nuestra vida.
–En el libro hablás también sobre la importancia de practicar actividades mecánicas.
–Exacto. Es simple: son actividades que nos atraen y que, a la vez, le permiten a nuestra mente descansar. Algunas personas tejen, otras juegan al solitario online, y está bien, mientras que no lo hagas por mucho tiempo y nos atrape. Yo tengo un juego online de anagrama que juego y me gusta mucho. Es muy simple, y me ayuda a aclarar la cabeza.
–¿Hay alguna recomendación general sobre cada cuánto tiempo necesitamos tomarnos un recreo?
–No podría decirte porque hay diferencias según el individuo. Quizás uno puede trabajar por dos horas seguidas y otro, solo por 30 minutos. Pero lo importante es que el individuo se vuelva consciente de cuándo está empezando a sentirse fatigado y se tome un recreo.
–Afirmás que cada vez nos concentramos por períodos más cortos. ¿Creés que nuestra capacidad de atención va a seguir empeorando?
–Yo soy optimista. Mucha gente dice: “Oh mi Dios, la capacidad de atención es de 47 segundos en cualquier pantalla y será cada vez más baja”. Pero no lo sabremos hasta que lo midamos. Yo realmente creo que va a haber una corrección del curso, que habrá cambios, que las organizaciones van a cambiar y le van a dar a sus trabajadores tiempo silencioso sin que puedan enviarse mails, para que las personas puedan concentrarse realmente. Creo que la gente se va a dar cuenta de la importancia de parar de trabajar después de algunas horas y de despegarse psicológicamente del trabajo. Soy optimista, y espero que mi libro también ayude a despertar a la gente en este sentido.
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