“Cada día sueño con no regresar”. El duro relato de los ecuatorianos en la Argentina tras la violencia que azota a su país
La mayoría migró por motivos de estudio y trabajo; los recientes hechos de inseguridad despiertan preocupación con respecto al bienestar de sus familias
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“Con todo lo que está pasando, cada día sueño con no regresar a Ecuador y buscar otro lugar donde radicarme. Esto se fue de las manos. Ecuador se transformó en un país lleno de corrupción, donde los carteles de la droga se han ido disputando territorios y ahora se refleja la inoperancia del gobierno en no poder controlar esta situación”, señaló con angustia Stalin Rivera, ecuatoriano y estudiante de enfermería radicado en Buenos Aires, de 27 años, sobre la irrupción de un grupo de criminales al canal de televisión TC de Guayaquil que desató el pánico generalizado ayer por la tarde.
La fuerte ola de violencia y avance del narcotráfico en diferentes puntos de Ecuador mantiene en vilo a la comunidad ecuatoriana en la Argentina y, al mismo tiempo, refuerza los motivos por los que quisieron emigrar. “Soy de Quito y vivo en Buenos Aires hace seis años. Decidí mudarme acá porque no tenemos muchas alternativas para estudiar. La economía tampoco ayuda y, al estar instaladas las mafias, es terrible la inseguridad que se vive en las calles”, comentó Rivera en diálogo con LA NACION.
Aquel relato coincide con el de Leonardo Arias, presidente de la Asociación de Estudiantes Ecuatorianos en la Argentina. Llegó al país hace cuatro años ya que en Ecuador es “imposible estudiar”. “Las universidades privadas llegan a cobrar US$5000 semestrales por una carrera de grado. Entonces, al igual que los 15.000 estudiantes ecuatorianos que hoy viven en la Argentina, tuve que irme a los 18 años y dejar a mi familia para educarme y luchar por tener una oportunidad de un futuro mejor en este hermoso país”, expresó.
Cuenta que se siente como un “atleta olímpico” con todo lo que aprende en la universidad, así como también destaca los mecanismos gubernamentales y diseño de políticas públicas en la Argentina.
“Cada segundo que pasa miro mi celular y espero que no me llegue un mensaje con una noticia de un familiar muerto en un atentado, fuego cruzado o por algún exceso de las Fuerzas Armadas. Es una incertidumbre total”, comentó Arias con respecto a la crítica situación que se desató a principios de esta semana.
Empleados de TC Televisión luego de ser liberados. 🙏🙏🙏#Ecuador #EcuadorBajoAtaque pic.twitter.com/4bTs8ir12u
— cholucon (@cholucon) January 9, 2024
Tanto él como los demás miembros de su comunidad mantienen contacto directo y constante con sus familias a través de videollamadas, quienes les cuentan que los centros comerciales, mercados y kioscos están cerrados y que “hay mucha desesperación porque no se puede encontrar un lugar seguro para comprar víveres de primera necesidad”.
Razones para emigrar
El escaso acceso a educación de calidad, la inseguridad, la economía, entre otras problemáticas, generaron un aumento de las radicaciones de la población ecuatoriana a lo largo de los últimos años, de acuerdo con un pedido de acceso a la información pública hecho por LA NACION Data a la agencia de Gobierno. En 2021, se registraron 2243; en 2022, 9878. En el primer semestre de 2023 fueron 5914, es decir, casi un 60% del total de 2022.
Javier Villarruel tiene 34 años, es físico recibido en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y vive en Buenos Aires hace diez años. Al igual que Stalin y Arias, la universidad pública fue su gran motor para progresar en la Argentina.
“Mi familia, al igual que todos los ecuatorianos, están preocupados, asustados, indefensos. Cada día esperando que el gobierno [de Daniel Noboa] ponga mano dura y esto se termine. Pero sabemos que después de tantos años de abandono, va a ser difícil combatir al narcotráfico”, sostuvo a LA NACION sobre cómo es vivir esta situación lejos de sus familiares.
Urgente!!!
— Emergencias Ec (@EmergenciasEc) January 9, 2024
Caos en la universidad de Guayaquil!! Delincuentes ingresaron e intentan secuestrar a las personas pic.twitter.com/2wQxpdYCLO
Si bien sus seres queridos se encuentran bien y no sufrieron asaltos, Villarruel remarcó que ello “no es garantía de nada, porque mañana puede pasar cualquier cosa”.
En esta misma línea, Gustavo Contreras, músico de 34 años y que vive en Buenos Aires hace dos, señaló: “La delincuencia está a la vuelta de la esquina. Hay balazos a plena luz del día, a la salida de colegios y universidades, autos incendiados, atentados a canales de televisión. Es indignante”.
En este momento, se encuentra de vacaciones en Guayaquil -lugar donde se crió- para visitar a su familia. “Estamos bien, gracias a Dios. Las calles están desoladas y solo circula la gente de salud y otras entidades públicas”, detalló a LA NACION.
Además de estar en contacto con sus allegados, Arias explicó que la Asociación de Estudiantes Ecuatorianos en la Argentina se está preparando para un posible flujo de refugiados hacia nuestro país. “Ayudaremos a los gobiernos nacionales argentino y ecuatoriano con todo lo posible para abordar este problema y también trabajaremos con la sociedad civil para no caer en la xenofobia por la llegada de ecuatorianos en busca de una vida mejor”.
“Creo que esto refleja el colapso total de los sistemas de salud, seguridad y educativo del Ecuador. No hay salud pública para todos, tampoco educación media y superior universal gratuita y laica. Y, hoy para colmo, el narcotráfico se ha introducido en las instituciones del Estado ecuatoriano. Es increíble, de la noche a la mañana estamos en guerra”, concluye Arias.
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