“Caballos celestiales”. En Córdoba vive la “guardiana” de la raza más antigua del mundo
Los Akhal-Teke tienen unos 3000 años de historia; en América Latina hay solo 10 ejemplares, cinco de ellos están en esa provincia argentina
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CÓRDOBA.- En “El Soñado”, un haras de la ciudad de Córdoba, están los únicos cinco “caballos celestiales” de la Argentina. Una médica oftalmóloga es la “guardiana” de la raza equina más antigua del mundo, la Akhal-Teke, que se remonta a unos 3000 años atrás. Se estima que hay entre 5.000 y 7.000 ejemplares en todo el mundo. En unas semanas más en este haras serán diez y reunirá a todos los existentes en América Latina.
Ana Maldonado habla con pasión. Se entusiasma al contar la historia de estos caballos que son considerados por muchos especialistas como los “más bellos” del mundo. De alrededor de 1,60 metros de altura y delgados -los llaman “el galgo de los caballos”-; se destacan por su pelaje que brilla.
“Los caballos me gustaron toda la vida -dice Maldonado a LA NACION-. Siempre estuve en contacto porque mi abuelo tenía; pero a esta raza llegué de casualidad. Estaba investigando en internet y encontré los ‘caballos dorados’. Me puse a leer y leer, encontré un hombre en Uruguay que tenía y le pedí ir a conocerlos”.
Así empezó la relación de Maldonado con el uruguayo Guillermo Lockhart, quien le abrió el mundo de los Akhal-Teke. A él le compró sus dos primeras yeguas (que llegaron embarazadas) y un padrillo y es también él quien le entregará los cinco que tiene para que ella los crie y los cuide. Además, trabaja con Amrita Ibold, una “acérrima difusora y conocedora” de la raza que la asesora desde Estados Unidos y con Blanca de Toledo, desde España. Todo el grupo irá a la próxima muestra rural de Palermo para hacer la presentación oficial y difundir a los Akha-Teke.
El origen de la raza se remonta al pueblo nómade Escita que fue el primero en dominar la equitación: “Los usaban para guerrear, para conquistar; era una herramienta para su supervivencia. Y tenían un vínculo muy particular con sus caballos, una relación personal”, cuenta.
La evolución del pelaje tiene que ver con la zona desértica donde se desarrollaron. Los animales tienen una estructura histológica diferente, con una médula más grande y refractan más la luz, “por eso el pelo brilla”.
En el 100 a.C los caballos dieron el nombre a una guerra entre los chinos y los escitas. La “guerra de los caballos celestiales” enfrentó a las dos partes por la posesión de los caballos Niseos, como también se les llamaba. Los textos sostienen que los animales tenían “tanto poder físico y belleza” que el emperador chino quiso hacerse con ejemplares ya que no se vendían por ningún precio.
Quedaron también ejemplares en la actual Turkmenistán, donde cada año se hace una fiesta por los Akhal-Teke y se invita a todos los criadores del mundo. Cuando el territorio fue invadido por los rusos, los caballos fueron robados y hoy en ese país funciona el registro mundial de esa raza.
Maldonado explica que es una raza adecuada para todas las diferentes disciplinas ecuestres, desde salto a carreras de resistencia. En las Olimpíadas de Roma de 1960 un jinete ruso ganó la medalla de oro en carrera con Absent, su caballo “celestial”, que fue considerado el “mejor del mundo”.
Aunque en la Argentina “no tienen precio” porque no hay más que los cinco que tiene Maldonado y que no vende, en el mundo cuestan hasta US$1.000.000. Los tres originales de “El Soñado” fueron las yeguas Aglaia y Gagushka y Galeno. Pampero y Zarina nacieron en el haras y habrá nuevos alumbramientos el mes próximo porque las yeguas están preñadas.
“Uno cree poseer un Akhal-Teke, y es él quien termina por poseerlo a usted”, afirma un dicho tradicional entre los criadores de la raza. Zarina es quien se “adueñó” de Maldonado, quien junto a su esposa Andrea González, sostiene su compromiso con la raza. Juntas fueron a Turkemistán, invitadas, a participar de la fiesta y a montar.
En el haras todas las responsables son mujeres; además de ellas dos, Lucía Buteler es la domadora oficial de los Akhal-Teke y Virginia Oroná, la cuidadora. Maldonado había comprado el terreno hace 20 años con la idea de “algún día hacer un haras”. La oportunidad se le presentó con los “caballos dorados”.
“Mi intención es promover la raza, ayudar a que no se extinga, son tan pocos en el mundo que es lo que hay que hacer -afirma-. Son muy versátiles, pero estamos buscando qué les gusta, cuál de las disciplinas les va mejor”.
Explica que en las 20 familias de la raza de caballos árabes, ocho se encontraron “infectadas” por los Akhal-Teke; el resultado de la cruza es el “caballo muniqui”. En cambio en el ADN de los “celestiales” no se hallaron rastros de mezcla. Fueron utilizados, incluso, como “padres” de razas como la de carreras inglés, junto con un muniqui y un africano.
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