Buscó al joven que lo asaltó y lo ayudó a sumarse a un equipo de rugby en la cárcel
Tomás tiene 18 años y hace dos meses entraron a robar en su casa; quiso darle una segunda oportunidad al ladrón
Mi sobrino es crack. Hizo todo para que Javier, el pibe que entró a robar a su casa hace 2 meses, empiece a jugar con los Espartanos. pic.twitter.com/zYAUyCLlVU&— B. Beccar Varela (@BBeccar) 22 de noviembre de 2016
Hace dos meses, Tomás Beccar Varela, de 18 años, fue asaltado en su casa de San Isidro. Un joven de 19 años ingresó a la vivienda, tomó un cuchillo, amenazó a su hermana y comenzó a exigir dinero. Su padre fue llevado como rehén en el auto en el que el ladrón intentó huir. En el camino, la policía comenzó a disparar al vehículo. Su papá resultó baleado por los uniformados, los disparos le destrozaron el fémur.
Lejos de dejarse enceguecer por la bronca que sintió durante ese hecho violento, Tomás decidió rastrear al asaltante, que estaba detenido en una comisaría, y lograr que lo ingresaran a Los Espartanos, el equipo de rugby de los presos de la Unidad 48 de San Martín.
“Yo creo que todos merecemos segundas oportunidades. Javier [el joven que lo asaltó], no tuvo muchas. Su mamá murió, su papá lo abandonó, su hermano estaba en la cárcel. Nunca aprendió ni a leer ni a escribir”, contó Tomás a LA NACION.
Tomás se contactó con Coco Oderigo, quien fue su entrenador y además es el impulsor de Los Espartanos, proyecto que comenzó en 2009. “Coco lo encontró y logró que lo trasladaran a la cárcel de San Martín”, explicó el joven, que juega al rugby en el SIC.
Una decisión difícil
“Durante el asalto yo estaba muy enojado. Lo insultaba muy fuerte a Javier. Tenía mucha bronca, estaba sacado, porque amenazaba a mi hermana con un cuchillo”, recordó Tomás. “Pero una vez que pasó, pensé en que de todo esto podía salir algo bueno, y por eso lo busqué”, agregó.
Hace unos días, Tomás fue a la cárcel a jugar un partido de rugby con Javier y los Espartanos. “Cuando estaba entrando al penal sentía un poco de miedo. Apenas lo vi a él reviví toda la escena, pero esta vez de otra manera”, relató.
“Fue un momento muy raro, no sabría cómo describirlo. Javier es tímido, no me dijo nada, no es una persona que esté acostumbrada al cariño y a la amistad, tal vez nunca lo tuvo. Pero fue una experiencia muy positiva”, detalló Tomás.
“Cuando decidí hacer esto, no le conté a nadie. Para mí es una manera de no quedarme con el miedo del momento del asalto, de convivir con otras personas de una manera mejor. De sacar algo bueno de un momento feo”, dijo Tomás. Y concluyó: “Espero que esto lo ayude a salir adelante. En el pabellón de los Espartanos, los presos cambian para bien, eso se ve. Ya con que Javier haya jugado al rugby creo que es un gran avance”.
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