Buscar aliados para poder terminar la tesis
Diciembre tiene significados que compartimos: cierre, balance, encuentro con seres queridos. Pero para Ivana y Sofía, estos significados de diciembre aplican además a una etapa de sus vidas: en este último mes del año, hace unos pocos días, cada una logró aprobar su tesis de licenciatura. Y aquí están ellas, radiantes, celebrando su cierre, balance y encuentro con seres queridos que las acompañaron en este proceso.
Ivana y Sofía estudiaron carreras distintas (Ivana, Relaciones del Trabajo, y Sofía, Trabajo Social) y se conocieron como secretarias en un centro médico, donde compartían el horario, lunes a viernes de 10 a 18. Un empleo que les resultó mientras cursaban, pero con título en mano saldrán a buscar algo más alineado a sus intereses profesionales.
Un par de años atrás este presente parecía imposible. Ahora que ya se limpió la mezcla de harina, papel picado y huevos que la engalanaba hace unas horas, Ivana explica: “Es que estábamos enfrascadas en el laburo y cada actividad que hacíamos por fuera del trabajo nos daba culpa porque era tiempo que no le estábamos dedicando a la tesis”. Pero la culpa no era suficiente para activar.
Salir del pantano
¿Cómo hicieron para pasar de la tesis pendiente a la tesis terminada? Así relata Sofía la parte de “tesis pendiente”: “Las dos habíamos terminado de rendir el último final más o menos en la misma época. Y pasaban los meses y ninguna podía terminar de arrancar con la tesis. Era una tortura. Estábamos empantanadas. Sabíamos que teníamos que hacerla pero estábamos muy dispersas, nunca llegaba el momento de encararla en serio. Cada una había hecho algún intento por su parte, pero ninguna de las dos lograba avanzar”.
Y así relata Ivana la parte de cómo llegaron a la “tesis terminada”: “Un día nos hartamos de esa sensación y nos pusimos las pilas. Cada una agendó horarios para dedicarle a su tesis, y asumimos el compromiso de, todos los lunes, reunirnos de 8 a 10 en el bar que está en la cuadra del laburo. En esas reuniones nos contábamos los avances que habíamos logrado, y cada una le hacía preguntas a la otra acerca del tema que estaba trabajando o le daba su opinión sobre cómo encarar la relación con los directores de tesis o las personas a las que había que entrevistar. Si alguna se empezaba a desconcentrar contando algo del fin de semana, la otra la traía de nuevo al ‘mundo tesis’. Antes de terminar la reunión, cada una se anotaba los pasos a seguir durante la semana, comprometiéndonos a tenerlos resueltos para el lunes siguiente. Cuando, después de la etapa de investigación, empezamos a escribir, cada una leía los borradores de la otra y le hacía comentarios”.
Sofía concluye: “Al principio nos costó, pero después fuimos ganando fuerza a medida que avanzábamos. Y cuando una decaía, ahí estaba la otra para empujarla”. Las dos respiran aliviadas de que ambas tesis fueran aprobadas. “¡Mirá si después de tanto esfuerzo y caminar juntas aprobaban a una y a la otra no!”.
Este diciembre, Sofía e Ivana tienen para celebrar no sólo su licenciatura sino que aprendieron a ser aliadas, acompañándose cada una en su proyecto.
Hacer que suceda
Ivana y Sofía encontraron una fórmula para llegar a esta instancia, en un camino en el que muchos se pierden. Gran parte de quienes cursan una licenciatura o una maestría la cuelgan a la hora de hacer la tesis. Es que requiere de un esfuerzo y un tipo de conocimiento diferentes al de rendir una materia. Por eso va pasando el tiempo y nunca parece llegar el mejor momento para encarar o terminar la tesis. Mercedes Korin, asesora en desarrollo profesional, advierte que un error frecuente es esperar a que llegue “el momento ideal” ya que probablemente no existe. “Por una parte, el momento de hacer una tesis no es un ‘momento’ sino un período de meses, generalmente un año, en los que hay que sostener con constancia la investigación y la escritura. Por otra parte, en Argentina los estudiantes que deben preparar una tesis suelen tener un trabajo, muchas veces de jornada completa, que resta tiempo, energía y foco para encarar una tarea así. Y además, al dejar de cursar, los estudiantes ya no se encuentran en un entorno académico de docentes y compañeros que les dé un marco de contención a ese esfuerzo.”
Mercedes señala que, en ese contexto poco fructífero, “la tesis que no se agenda no sucede”. Es importante darle a la elaboración de la tesis un espacio concreto y sostenido. “No es bueno ir a los saltos, dejando y retomando varias veces, ya que volver cada vez implica el alto costo de estar nuevamente en sintonía”. Por eso, destaca Mercedes, puede resultan tan útil la estrategia de Sofía e Ivana, de tomar la tesis como un proyecto de cada una en el que se asociaron para darse fuerza y sostenerlo, compartiendo el interés más allá de que la carrera que cursaron y el tema que eligió cada una fueran distintos. “Contar con otra persona que se interese por nuestro trabajo y frente a quien asumamos un sano compromiso de ir avanzando, a la vez que la ayudemos a que concrete su propia tesis puede ser muy eficaz para llegar a buen puerto.”
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