Budismo: la religión que promueve la felicidad atrae cada vez más a los porteños
Estela Ruiz sonríe casi siempre. Es más, desde hace un tiempo, sonreír se volvió su religión. Esa felicidad tiene un combustible. Todos los días, se sienta frente al gohonzón, el altar que instaló en el living de su casa, y dedica dos horas, una a la mañana y otra a la noche, a invocar. Empieza con la repetición durante 20 minutos del mantra nam-myoho-renge-kyo. Después, lee a velocidad de trabalenguas la liturgia en chino antiguo. Tiene 50 años, es diseñadora de joyas y madre de dos adolescentes. Hace tres se convirtió al budismo, después de un derrotero por divanes, cursos de mindfulness, hipnoterapia y pensamiento positivo. "Siempre quise entender más allá de las cosas, pero soy muy racional y nunca lograba unir la teoría con la vida. Y eso es lo que me pasó con el budismo. Cambió mi manera de ver el mundo", cuenta.
Esta religión atrae cada vez a más porteños, a juzgar por la afluencia a los 20 templos y centros que hay en la ciudad. Según estiman sus líderes, hay unos 40.000 fieles en Buenos Aires . Y uno de cada tres budistas se convirtió en los últimos cinco años. Es más, hoy hay casi tantos budistas de origen oriental -chinos, coreanos o japoneses- como argentinos. De hecho, hasta el propio presidente Mauricio Macri declaró públicamente haberse acercado al budismo.
Ruiz habla con el entusiasmo de los recién conversos. "Al principio, invocar todos los días parecía imposible. Pero después, cuando comprobé que mi día cambiaba, no quise dejar de hacerlo", cuenta. Isabella, su hija de 13 años, y su marido, que es ingeniero, también se convirtieron al budismo un tiempo después. "Cuando conté en el colegio, me pidieron que diera una clase. Y como yo me esforcé para prepararla, me saqué una buena nota e hice nuevos amigos. Es como en la ley de causa y efecto", grafica Isabella.
El budismo es la religión por excelencia para los nuevos conversos de esta década, sobre todo del segmento ABC1, explican los especialistas.
Manuel Villasana tiene 42 años y se acercó a la religión hace 12. "Soy agnóstico, pero es difícil no tener nada en qué creer. A los 30, me acerqué al budismo del Dalai Lama. Me gustaron los conceptos del karma, la empatía con seres sintientes y la idea de impermanencia. Que somos seres en constante cambio, en un mundo donde todo cambia", explica. Lo suyo es una fe sin prácticas. No asiste a templos ni medita. "No me sale. No creo que pase por ahí", dice.
Comprender
El objetivo del budismo es llegar a un estado de iluminación o "budeidad". De comprensión del mundo. A diferencia de otras religiones, a ese estado no se llega por buscar a un Dios creador, sino a uno mismo. "La meta es alcanzar un estado de felicidad duradera e incondicional. La herramienta práctica es la meditación, que permite entrenar la mente y desarrollar la compasión y la sabiduría", proclama el sitio de los budistas del Camino del Diamante, con sede en Moldes al 2300, en Belgrano.
Buda era un príncipe de la casta guerrera nacido en la India, en una región que hoy es Nepal, en el siglo VI a.C. Sus enseñanzas se extendieron a buena parte de Asia: Sri Lanka, Tíbet, China y Japón. Por esa razón, no existe una única iglesia budista. Lo mismo ocurre con los templos que hay en Buenos Aires. Desde el budismo chino, el zen, que convoca a japoneses y coreanos. El de Nichiren Shoshu, tibetano, del Dalai Lama, es uno de los que más seguidores tiene en Buenos Aires. También está el budismo laico y el humanitario.
Todos tienen en común la forma de convertirse: para hacerse budista hay que participar de una ceremonia que se llama "tomar refugio" a la triple joya: refugiarse en Buda, como creador del budismo; comprometerse a seguir sus enseñanzas (el dharma) y reconocer al sangha, que es el maestro de cada templo. El Sutra es el libro que guarda las enseñanzas de Buda. Y el mantra son las palabras abreviadas de la enseñanza adaptadas para ser repetidas en las invocaciones. Al meditar, explican los maestros, se logran aquietar las emociones que perturban la mente y se experimenta el gozo y la claridad de los que hablaba Buda. Luego, se buscará llevar esa perspectiva a la vida diaria. Por eso, algunos apuntan que no se puede ser budista sin practicar y meditar a diario.
En un mediodía pegajoso, entrar al templo de Fo Guang Shan, en la avenida Crámer, en Belgrano, es un remanso. La amabilidad de los que trabajan en el templo contrasta con el malhumor que reina en la ciudad. El desfile es permanente. Una mujer de 60 años pregunta por los cursos de meditación. La recepcionista taiwanesa sonríe y señala el pizarrón. "Tenemos dos meses de lista de espera -le explica-. Es que solo pueden participar 100 personas por vez". Y le ofrece anotarla para más adelante. "¿Los cursos de budismo?", pregunta una pareja que llega unos minutos después. También tienen demora. Un mes y medio.
"Hay muchos argentinos interesados en ser budistas. La nuestra es una religión muy libre, no rechaza ningún credo", dice Pablo Chen, presidente de Buddha's Light International Association (BLIA) en el país. Allí se practica el budismo humanitario. Los fieles que "toman refugio" en ese templo no necesitan renunciar a su religión de origen. "Es posible ser católico o evangélico y ser budista. No hay incompatibilidad", señala Chen. "Algunos dicen que el budismo es una religión y otros una filosofía de vida. Es las dos cosas, porque sirve para purificar la mente y el cuerpo. Buda dice que todos los actos traen consecuencia. A eso lo llama karma, que puede ser positivo y negativo. Cuando tomamos conciencia, cambiamos nuestra perspectiva", agrega.
Fernanda Díaz, de 43 años, es ambientadora, madre de dos hijas y desde hace menos de 12 meses, budista. Por estos días se prepara contra reloj para el viaje que van a hacer en junio con sus amigas al templo de Kioto, en Japón. "Me acerqué al budismo después de haber probado otras cosas y no lograr esos cambios que buscaba en mí. En mi forma de reaccionar. Tenía una amiga a la que veía muy cambiada y le pregunté. Me invitó a probar. Y me encantó", cuenta.
Las palabras clave
Un glosario de las expresiones más usadas por la religión
Budeidad: Es el estado de iluminación y plena conciencia al que ?llegó Buda. Es el objetivo del budismo. Al meditar, se logran aquietar ?las emociones que perturban la mente y se experimenta claridad
Dharma: Son todas las enseñanzas positivas de Buda, orales y escritas
Mantra: Son las palabras abreviadas de la enseñanza adaptadas ?para ser repetidas en las invocaciones
Sangha: El maestro de cada templo
Sutra: Es el libro que guarda las enseñanzas de Buda
Tomar refugio: Es la ceremonia en la que una persona se convierte ?al budismo
Triple joya: Para convertirse hay que "tomar refugio" a la triple joya: refugiarse en Buda, comprometerse con el Dharma y reconocer ?al Sangha
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