Tras las críticas de Samid: qué es el bodyshaming, la forma de descalificación que crece al calor de las redes sociales
Pese a haber un mandato de no hablar sobre el cuerpo de los otros, los especialistas advierten que aún permanecen los modelos ideales de belleza
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El comentario fue tan fuera de lugar como soez. Alberto Samid, empresario de la carne y exdiputado provincial, agredió en su cuenta de X a la diputada María Eugenia Vidal. El foco de sus críticas fue la imagen corporal de la exgobernadora. A partir de allí, se generaron todo tipo de reacciones en las redes sociales: muchas de ellas celebraron el comentario y muchas otras, lo condenaron. La propia Vidal le respondió al decir que había gobernado la provincia más grande del país y que si la única crítica que tenía era sobre su imagen, no estaba tan mal. Samid insistió con comentarios aún más agresivos.
Sin embargo, los dichos y sus repercusiones otra vez traen a escena un debate sobre la imagen corporal que para las nuevas generaciones resulta inadmisible: “No se habla del cuerpo de los otros”, es un mandato que repiten incansablemente los centennials ante comentarios como este. Sin embargo, la obsesión por los estándares de belleza, la delgadez extrema y la creencia de que las mujeres les deben belleza al mundo y que cualquiera puede exigirla o demandarla hacen que las generaciones mayores sigan quedando en falta con declaraciones como aquellas.
¿En las nuevas generaciones, la imagen corporal todavía es objeto de comentarios y de bullying? “Claro que sí, los mandatos de belleza todavía siguen ahí. Quizás, mi generación no admitiría nunca un comentario como este, repudio total, pero todavía hay mucho por deconstruir en la mirada sobre el cuerpo propio y de los demás. Igual, la gran diferencia es que las generaciones anteriores, los padres, los abuelos, este señor que dice esta barbaridad, ni siquiera se dan cuenta de qué está mal en eso que dicen”, indica Olivia M., de 14 años, que cursa tercer año del secundario.
Los especialistas usan el término bodyshaming, para hablar de esa conducta de avergonzar al otro públicamente por su imagen corporal. “Es una especie de burla o broma o bullying relacionado con el cuerpo, el aspecto, la forma, el peso, la altura, algún rasgo del cuerpo”, explica la nutricionista Mónica Katz, vocal de la Sociedad Argentina de Nutrición y autora del libro La no dieta.
“Los argentinos somos absolutamente gordofóbicos. Estamos entre los cinco más gordofóbicos del mundo. Sin duda, las nuevas generaciones tienen la misma obesofobia, pero tienen un cuidado muy especial hacia hablar del cuerpo del otro. Lo tienen ya internalizado que del cuerpo del otro no se habla, que es violento”, explica Katz.
“El bodyshaming es una forma de violencia que es ejercida, sobre todo, contra las mujeres. Opinar sobre los cuerpos ajenos, que tienen que ser de determinada forma y si no son así, está bien que sean burlados. Eso genera que las personas empiecen a cuestionar su imagen corporal y empiecen a querer cumplir con los estándares de belleza y de cuerpo para no ser violentadas”, afirma Mercedes Estuch, representante en la Argentina de la organización internacional AnyBody. Un estudio que hizo la institución hace algunos años indicó que apenas el 28,2% de los argentinos considera que su talle ideal y su talle real coinciden. Es decir que solo tres de cada diez se sienten a gusto con su cuerpo. “Es muy complejo el entramado que hay detrás del bodyshaming. Los argentinos somos muy gordofóbicos y gordodiantes. Tenemos una cultura que venera la delgadez y asigna jerarquía a las personas por su aspecto físico”, dice Estuch.
Ideal estético
“El tema es que entre todos construimos un ideal estético de belleza con eje en la delgadez. Y la verdad que hay flacos y flacas feos, nada atractivos, nada bellos. Pero entre todos ubicamos ese rasgo único, aislado, que es la delgadez, como sinónimo de belleza. Eso hace que mucha gente lo busque. Y como, a diferencia de la obesidad o la corpulencia que era un bien de pocos hace un siglo, de quienes tenían dinero, hoy la delgadez no depende del dinero, pero también se vuelve un bien de pocos. Y todo bien de pocos es muy deseado”, agrega Katz.
“En la Argentina, por alguna razón, tenemos mucha preocupación por la mirada del otro y además miramos mucho al otro. Somos un país que está demasiado pendiente del cuerpo de los demás. Me parece que las generaciones nuevas están logrando entender que hay una diversidad corporal que hay que respetar. Este es un sesgo de nuestra cultura, lamentablemente. El creer que inclusive la salud pareciera que solo viene en un cuerpo delgado cuando esto es una falacia tremenda. La salud viene en todos los tamaños. Así como los trastornos de la alimentación vienen en todos los talles y en todos los tamaños corporales”, apunta Alicia Alemán, psicóloga especializada en trastornos alimentarios. “Estamos viviendo un cambio cultural. Las nuevas generaciones van teniendo otra cabeza, pero sin embargo están expuestas a esto todo el tiempo. Por eso es que de alguna manera también hay tantos trastornos alimentarios en adolescentes”, agrega.
“El bodyshaming es una práctica que se usa mucho en discusiones, en situaciones de burla. En nuestra sociedad está naturalizado el opinar sobre el cuerpo del otro, para hacerlo sentir mal. Es una de las formas más frecuentes de agresión. Por eso, desde los movimientos de la diversidad corporal buscamos concientizar sobre el daño que esto tiene sobre la salud integral de las personas y sobre todo por su rol adoctrinante, porque a través de opinar sobre el cuerpo de las personas y particularmente de las mujeres lo que se busca es reducir la participación en ciertos ámbitos”, dice Estuch.
La construcción de un ideal de belleza, incluso de “aceptación social”, en torno a la delgadez, genera mucho sufrimiento. “Ya hoy se habla de malestar corporal o de infelicidad corporal y te diría que es endémico en la Argentina. Es decir, se calcula que más del 70% de las mujeres tiene algún grado de malestar corporal”, detalla Katz.
Ámbito privado
“Este ideal hegemónico de belleza, que es incumplible para casi toda la población, fue armándose como una creencia cristalizada dentro de todos nosotros: para ser amados o para ser aceptados debemos vernos de tal o cual modo. Es una creencia difícil de destruir y esto hace que muchas personas sientan malestar con su cuerpo. Porque siempre hay algún aspecto de ese cuerpo que no está cumpliendo con la hegemonía. Y, aunque lo podamos entender emocional y racionalmente, termina generando una disociación entre lo que siento, lo que pienso y mi cuerpo. Como si mi cuerpo además debiera acatar mis ideas y portarse como quiero. Y en ese punto, esa disociación termina haciendo que lo maltrate. O que no me sienta cómoda con él. Estos discursos en personas con trastornos alimentarios impactan de una manera enorme”, agrega Alemán.
“La gordofobia no solo la sufren las personas gordas aunque si son las que lo viven en carne propia. Cuando se discrimina o se excluye a una persona por su aspecto físico, no solo se está dañando a esa persona, sino que también se está enseñando al resto lo que está bien y lo que está mal en esa sociedad”, agrega.
De todas formas, dicen los especialistas, estos comentarios pueden ser mucho más hirientes todavía cuando provienen del entorno familiar. Y es justamente ese ámbito donde son más frecuentes, ya que estos comentarios hechos en público reciben el repudio público de muchas personas.
Sin embargo, en el ámbito privado, y contra esto batallan también las nuevas generaciones, por lo bajo, con supuestas buenas intenciones, todavía se siguen haciendo.
“El tema no es cuando un extraño comenta, no cae bien por supuesto, el impacto es fuerte, el problema es que cuando esos que te conocen, amigos, familia, compañeros, gente que sabe todo lo que sos aparte de este cuerpo y lo único que ven de vos es el cuerpo, ahí estás perdido. Esto sucede en familias, entre amigos, entre parejas, de padres a hijos, de abuelos a padres y a hijos. Se ve mucho en familias donde lo estético, lo que se muestra, no lo que sos, sino lo que se muestra, lo externo es muy importante como un logro personal, mucho más que la felicidad o algo profesional o académico. Allí, el trastorno alimentario de cualquier tipo está muy favorecido, de hecho yo lo llamo la tormenta perfecta”, indica Katz.