Besar a los chicos en la boca, ¿sí o no?
Prejuicios, prácticas culturales y límites sociales; un debate que se enciende una y otra vez, en la mira de especialistas
El pasado diez de julio Victoria Beckham celebró el cumpleaños número cinco de su hija Harper Seven. Para festejarlo junto con sus seguidores de Instagram, la ex Spice Girl subió una foto suya besando a la niña en los labios que acompañó con la frase "Feliz cumpleaños pequeñita. Te queremos mucho todos. Besos de parte de mami". Al principio, se multiplicaron los halagos y las felicitaciones, hasta que la polémica no tardó en desatarse cuando entre líneas comenzaron a aparecer comentarios e insultos que reprobaban la costumbre de besar a los hijos en la boca.
Muchos de los participantes de lo que terminó en discusión hasta incluso llegaron a citar pruebas y documentos científicos de dudosa condición para evidenciar los supuestos perjuicios de esta práctica. Lo cierto es que, al menos en nuestro país, la costumbre parece estar cada vez más arraigada entre los padres jóvenes que son los que por su educación experimentan mayor libertad en la expresión de sus afectos. Sin embargo, hay otros tantos que, sin criticar ni desaprobar dicha conducta, prefieren dejar en claro desde el principio las diferencias entre las distintas clases de vínculos humanos.
Lo que es evidente es que si besar a los niños en la boca estuviera consensuado por la sociedad como algo habitual, no estaríamos escribiendo esta nota, por lo tanto, el asunto no termina siendo tan banal como parece, sino una cuestión que merece un mínimo análisis.
Los besos y el consenso social
Una foto publicada por Victoria Beckham (@victoriabeckham) el
Desde el punto de vista de los especialistas, las miradas del asunto intentan aportar un sustento científico que se aleje de lo que se considera “normal” o “correcto”. “Algunas posturas teóricas prohíben o desaconsejan los besos en la boca sosteniendo que al niño puede generarle confusión respecto a los roles dentro de la familia. Si bien es cierto que estos besos parecieran poner en el mismo plano los vínculos de pareja y los vínculos parentales, la afirmación de que esto confunde al niño intenta generalizar efectos singulares que no podemos predecir. Las diferencias de roles en una familia deben estar marcadas en muchos aspectos, no sólo en la forma de besarse”, señala Denise Galanternik, licenciada en psicología del área de Salud Mental Infanto Juvenil del Hospital de Niños Pedro de Elizalde.
Por otro lado, desde una postura que rescata la sensatez con el objetivo de facilitarle al niño la vida en general, Marisa Russomando, psicóloga especialista en maternidad y crianza, considera que “no es sugerible hacerlo por las implicancias culturales que ese tipo de besos tiene para nosotros y/o el resto de las personas. Hay familias que lo defienden alegando una manifestación amorosa tan sana como otras y es posible que así sea. Pero vivimos en una cultura que, en líneas generales, lo comprende de otra manera y entonces por qué alejarse de sus preceptos”.
Sin embargo, no podemos ser indiferentes a los cambios que se producen de manera constante en la sociedad en la que vivimos. Puede haber consensos, pero esos consensos tienden a modificarse y a desaparecer para convertirse en otros nuevos ni mejor ni peores. En este sentido, Daniela Teggi, psicóloga integrante del Comité de Iniciativas del CIEN (Centro Interdisciplinario de Estudios sobre el Niño), advierte que “los parámetros se modifican, se transforman, los discursos y los vínculos cambian y generan nuevos debates tal como a los que estamos asistiendo actualmente en torno a la familia, a la responsabilidad de los padres y al lugar del niño. Años atrás era impensado que dos hombres, por ejemplo, se saluden con un beso y hoy ese saludo es aceptado y no se cuestiona. Hoy un beso en la boca de una madre a un hijo puede ser una muestra de afecto o un hecho obsceno, depende del cristal con que se mire y de quien lo mire”.
Los niños: el eje central
Más allá de las costumbres y las preferencias de la sociedad en la que vivimos y de lo que decide la familia, acá lo más importante es el niño. Así lo indica Galanternik: “Al parecer los debates que se han generado en torno a este tema hacen hincapié en la intención de los padres, pero se deja de lado que es el cuerpo del niño lo que está en juego. Lo central es el uso que el adulto hace del cuerpo del niño, la autorización que se otorga para besarlo o tocarlo y los límites que regulan estos intercambios. Hay una relación estrecha entre la sexualidad y la ley que regula lo que se puede y lo que no. Dirigirse al niño como objeto que se puede usar para obtener satisfacción es muy distinto a considerarlo un individuo con necesidades y deseos propios”.
Tres definiciones
- “Lo que importa siempre es que haya alguien ahí, un adulto atento, dispuesto a acompañar y a orientar lo que para el niño puede presentarse como excesivo o confuso”, asegura Teggi.
- “Considero que quienes adoptaron ese tipo de besos en la boca deberían ir dejándolos en el momento en que sus hijos socializan para evitar comentarios, burlas y otras diferencias. Esto es aproximadamente entre los dos y los tres años”, señala Russomando.
- “Al comienzo de la vida el bebé no puede reconocer su cuerpo, este es un trabajo que se realiza con el sostén y acompañamiento del adulto por medio de sus palabras y cuidados diarios. Es el adulto quien nombra y diferencia el cuerpo del niño. En particular, la boca es una zona erógena que causa sensaciones de placer y displacer y que ocupa un lugar muy importante en el desarrollo infantil. Su uso se resignifica a partir de la adolescencia”, afirma Galanternik.
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