Mediodía de verano en el barrio de Belgrano . El sol aprieta en la calle, sobrecargada del barullo habitual. Pero el clima cambia radicalmente al ingresar en la Biblioteca Leopoldo Lugones, completamente renovada desde mediados de diciembre pasado. El espacio reabrió sus puertas luego de seis meses de un trabajo de reforma integral, que costó $2.120.000.
Con la idea principal de transformarla en un espacio cultural atractivo para los jóvenes, se incorporaron generosas mesas de trabajo compartidas, livings de lectura, una sala de reuniones y un auditorio muy bien equipado. La fachada de la casa fue intervenida por el colectivo artístico Rojovivo, que articuló su trabajo con el mural alusivo a La muerte del comendador (exitoso libro del japonés Haruki Murakami), obra de la artista plástica Paula Duró.
La modificación, que incluyó un profundo trabajo de reparación, pintura y reciclaje en todo el inmueble, rindió frutos muy pronto. Desde su apertura, la biblioteca empezó a estar muy concurrida: a los lectores habituales del barrio se sumaron grupos de chicos que llegan con el termo y el mate para pasar unas cuantas horas estudiando; oficinistas que aprovechan la comodidad y la luminosidad de los ambientes para armar alguna reunión, y hasta un señor con aspecto de contador que ocupa toda una mesa con una montaña de papeles y una computadora personal y trabaja en lo suyo sumamente concentrado.
La Lugones funciona de lunes a viernes, de 12 a 19, en La Pampa 2215. Romina, una estudiante del Centro de Investigación Cinematográfica, situado muy cerca de la biblioteca, suele llegar a la mañana con sus apuntes y un infaltable mate para estudiar en la sala principal. "No me gusta quedarme todo el día en el departamento donde vivo, que además es chiquito. Acá hay más espacio, buena luz y el silencio necesario para concentrarse", cuenta.
El objetivo de la puesta en valor del espacio fue dejarlo en completa sintonía con un plan general definido por Javier Martínez, responsable de la Dirección General del Libro, Bibliotecas y Promoción de la Lectura: "La idea es mejorar instalaciones y trabajar una campaña de promoción de la lectura que involucre a todos los actores vinculados al libro (del ámbito público y del privado), y apunte al desarrollo del hábito de la lectura en el entorno familiar. Por otro lado, las bibliotecas deben ofrecer un catálogo infantil actualizado, propuestas artísticas y espacios de lectura atractivos", explica.
En la Red de Bibliotecas Públicas de la Ciudad hay actualmente 337.100 ejemplares. La Lugones incorporó este año 500 nuevos volúmenes de diferentes géneros (ficción, no ficción, manga, cómic, historieta) y hoy tiene disponibles para la lectura 11.120. Unos 4000 son de autores argentinos. También hay 1200 en inglés, francés, italiano y alemán.
Los hits de la Lugones son los libros de Haruki Murakami, Florencia Bonelli y Darío Sztajnszrajber. Con la mayor afluencia de jóvenes también empezaron a aparecer entre las más solicitadas dos autoras de Estados Unidos: Ashley Herring Blake, con su best seller Cómo pedir un deseo, y Maggie Stiefvatere, creadora de la popular saga The Raven Boys.
Como parte importante de la estrategia destinada a captar más público que puso en marcha la biblioteca, se armó una programación de actividades muy nutrida y diversa: talleres de entrenamiento actoral, proyección de contenidos audiovisuales y jams de música y dibujo.
Don Carlos, un veterano vecino que es partidario de las visitas vespertinas, se arrima al lugar una o dos veces por semana para leer la Divina Comedia. "La verdad es que me cuesta un poco, no es un libro fácil -admite-. Pero le pongo entusiasmo por dos razones: mi nieto me contó hace poco que él participó de una lectura abierta y masiva, y quedó muy contento. Y encima mi padre era de Florencia, la misma ciudad en la que nació Dante Alighieri. Todo eso me despertó la curiosidad, y aquí estoy luchando con el Dante", dice.
La historia
La Biblioteca Leopoldo Lugones tiene una larga historia: en 1907, una junta de vecinos creó la Biblioteca Popular de Belgrano, instalada inicialmente en Cuba y Juramento; en 1939 se la incorporó a la Comisión de Bibliotecas Municipales y dos años más tarde se la mudó a la casa de La Pampa. Su flamante renovación se hizo en el marco de un programa de reformas y cambio de paradigma de las 30 bibliotecas públicas porteñas.
"En esta zona hay unas veinte instituciones académicas, algo que seguramente va a beneficiar la afluencia de público -agrega Martínez-. Todas estas refacciones se hicieron con el concepto alone together en mente: queremos que haya mucha gente leyendo en silencio y compartiendo un único espacio bien acondicionado. Tenés buena luz, aire acondicionado, calefacción, dispenser de agua, una máquina de café que podés usar con la tarjeta SUBE, un patio hermoso y una terraza muy amplia".
En la Lugones trabajan hoy cuatro personas: un bibliotecario, un referencista, una persona de limpieza y un administrativo. El plan es sumar más personal a mediano plazo, para sostener todas las actividades que están planificadas.
"Una comisión de la Unesco que integran todos los directores de los sistemas de bibliotecas de América Latina se reúne una vez por año para analizar planes estratégicos y modelos de trabajo", recuerda Martínez.
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