Barracas-Quilmes: a horas de su implementación, el pase sanitario ya tuvo su prueba de fuego en un megaevento
Hubo controles, aunque se fueron flexibilizando a medida que la cantidad de espectadores que hacían fila aumentaba
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La puesta en marcha del pase sanitario en la provincia de Buenos Aires coincidió con la realización de un evento masivo y multitudinario al que se estima concurrieron unas 15.800 personas: el partido de fútbol entre Barracas Central y Quilmes, en la cancha de Racing, en Avellaneda, que se enfrentan esta noche por la final del Reducido de la Primera Nacional.
¿Cómo fue la fiscalización? ¿Se les pidió a todos los mayores de 13 años que mostraran el certificado de vacunación? ¿Se cumplió con la medida que comenzó a implementarse hoy en suelo bonaerense? En una recorrida que hizo LA NACION por los alrededores del estadio desde que comenzó el ingreso de los hinchas, alrededor de las 16, se constató que los controles se hicieron, aunque con un nivel de rigurosidad que se fue flexibilizando a medida que pasaban las horas y la cantidad de espectadores que hacían fila iba en aumento.
La presentación del certificado de vacunación, ya sea en formato físico o digital, tenía un correlato con la edad del hincha. Los más jóvenes llevaban el celular en la mano con la aplicación donde figuraba el registro; los mayores iban con el cartón en la mano. Pero según los testimonios de la gente, los controles no eran rigurosos. No se pedía el DNI para corroborar que la identidad del documento y la persona se correspondiera, ni tampoco había chequeos precisos de la cantidad de dosis aplicadas.
Ramón Berzaz tiene 34 años y es empleado público, y dijo que entró como de costumbre a la cancha. “Solo miraron el teléfono por arriba, porque tenía la aplicación Mi Argentina abierta. Pero no creo que se fijaran si tenía una o dos dosis aplicadas. Además, acá en la parte de la popular iba bastante rápido, así que un poco complicado meter tanta gente en poco tiempo”, opinó el hincha.
Tampoco tuvo problemas para ingresar Jonhatan Sole, de 48 años y, por el momento, desempleado. “No me gusta la medida. No me parece bien. Es restrictivo para muchos y además quién me asegura que a todos los controlaron. Yo traje el cartón de la vacunación. No tuve problemas para entrar y los controles los pasamos rápido”, respondió.
De acuerdo con la información provista por la Agencia de Prevención de Violencia en el Deporte (Aprevide), responsable de la supervisión del operativo de seguridad, que en los partidos de fútbol está a cargo del cuerpo policial de cada jurisdicción, en este caso Avellaneda, el sanitario es el tercer control que se realiza a todos los hinchas que quieren ingresar al estadio, luego de un primer cacheo y de la solicitud del ticket de entrada y de la supervisión que se exige desde el programa nacional Tribuna Segura, para verificar que ninguna persona tenga algún impedimento judicial o administrativo que lo inhabilite a ser parte de un evento deportivo.
“La comunicación previa fue muy buena porque al control sanitario todos llegaban con el celular o el cartón de vacunación en la mano –evaluó Gustavo Gómez, secretario ejecutivo de Aprevide–. Pero también corríamos con la ventaja de que había una práctica previa, porque este era un requerimiento que ya se venía realizando en los partidos, cuando se habilitó la entrada de público, y la mayoría de la gente tenía una sola dosis”.
Al mismo tiempo que Gómez afirmó que el control sobre el pase libre con vacuna fue exitoso, reconoció también que hubo un pequeño porcentaje de gente que se presentó sin el carnet de vacunación y que, en estos casos, en lugar de prohibir la entrada, se optó por reacomodar a los hinchas que no estaban vacunados en un sector alto de la platea, donde había menos gente. “Los ubicamos en una zona más apartada para evitar riesgos. Habrán sido, aproximadamente, unos cien hinchas”, dijo Gómez. Pero nadie, con o sin vacuna, se quedó afuera de la cancha.
La medida, que fue impulsada por la administración del gobernador bonaerense, Axel Kicillof, está vigente para circular en oficinas estatales, restaurantes, bares, gimnasios y eventos masivos para los mayores de 13 años. Sin embargo, en una recorrida que hizo LA NACION esta mañana se observó que, por el momento, la rigurosidad de la fiscalización se daba solo en las dependencias gubernamentales.
Oscar Lezama, jubilado, dijo que no hizo falta que le exigieran el carnet porque él ya lo llevaba en la mano para mostrarlo. “Me revisaron el registro, me felicitaron porque tenía las tres dosis. No sé si así hicieron eso con todos los hinchas, la verdad es que hay mucha gente. Está bien que lo hagan, y deberían hacerlo todos lados”, opina el hincha de Barracas.
Para Diego Zelarrayán, que tiene 27 años y es comerciante, la medida es acertada. “Me parece bien, es una manera de intentar que todos se vacunen y de que nos protejamos. No importa si las vacunas no son obligatorias, es la única defensa que se conoce a algo que no conocemos”, expresó.
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