Bares notables, porteños y cosmopolitas
Un plan de marketing apunta a que hagan gala de su valor histórico y cultural para aumentar una clientela que los sostenga
No sólo son añejos. Son emblemas de su barrio. Leyendas arquitectónicas, testigos de una época que pasó. Son todo eso y mucho más que eso. Son portadores del ADN de la porteñidad. Pero están en una encrucijada: para sobrevivir, los 50 bares notables de la ciudad deben aggiornarse sin perder su estilo.
Para ayudarlos en este proceso, la Subsecretaría de Patrimonio Cultural porteña elaboró un plan dentro del Programa de Marketing para Bares Notables de Buenos Aires, donde evalúan fortalezas y debilidades. La idea es mostrar el capital social y la identidad de cada bar con el objetivo de optimizar su funcionamiento. Concretamente: aumentar la clientela. Sostener a los habitués y, al mismo tiempo, captar a nuevos parroquianos.
"Estos bares reflejan el uso particular de los porteños: esta costumbre del café como una extensión del espacio público, un lugar de encuentro, de reflexión, de estar -consideró la subsecretaria de Patrimonio Cultural, Silvia Fajre-. Su protección plantea el difícil desafío de plantear estrategias que los fortalezcan y mantengan."
El programa comenzó en 2000, con la Comisión de Protección y Promoción de los Cafés, Bares, Billares y Confiterías Notables de la ciudad. Eran, entonces, 36 bares. Hoy son 53. Un programación de recitales con importantes artistas, folletos, libros y pósters publicitan estos espacios.
"Quisimos que entendieran y aprovecharan la condición de notables, que encontraran las herramientas para diferenciarse y ampliar su público", explicó Juan Pablo Sanguinetti, autor del estudio.
En algunos casos se apeló a la función testimonial del paso del tiempo; en algunos, a su identidad barrial; en otros, a la oferta temática. "El 80% de los bares tiene más de 70 años. Tienen mucho anclaje vecinal. Uno de los desafíos, por ejemplo, era transformarse en símbolo barrial y a la vez poder trascender las fronteras del barrio para que viniera gente de otros lados", señaló Sanguinetti. "Y, también, hacer un guiño a la generación que va a darles vida por los próximos 30 años", añadió.
Con satisfacción, Fajre aseguró que cada vez más turistas se acercan a estos bares: "Van a buscar lo que no es parte del circuito for export".
Según el autor de la investigación, en muchos casos, la tradición familiar es un activo de estos bares. Ese es, sin ir más lejos, el capital que atesora Jorge Crespo, dueño de El Gato Negro, un emblema de la avenida Corrientes.
Se llama así en honor al bar madrileño donde Victoriano López Robredo, el abuelo de Jorge, solía tomarse un cafecito cada tarde. Eso fue antes de venir a Buenos Aires, cuando arrancaba el 1900. Originariamente una tienda de venta de especias y condimentos, en 1997 Jorge decidió poner unas mesas para agasajar a los curiosos que iban a ver cómo se molía el café. Y dio vuelta una nueva página.
El Gato Negro reunió a varias generaciones. "La cuarta generación, mi hija, está de licencia porque acaba de nacer la quinta... Mi nieta Mía, de dos meses", bromeó Crespo. "Cada vez se ven más flashes en el bar, algo impensado para el abuelo", dijo en referencia a los turistas que los visitan.
"Las empresas familiares tienen el gran desafío de transferir de generación en generación esa esencia única. No hay un manual de procedimiento, somos responsables de sostener este lugar y acompañar los vientos de cambio", relató Crespo. Destaca que cada vez van más mujeres a su bar. Ese es un punto donde los autores del proyecto de marketing hicieron especial hincapié: revertir la característica esencialmente masculina que tuvieron los bares en sus comienzos.
Los 36 billares abrió sus puertas en 1894, pero el paso de los años no fue del todo benigno. Cuando Raúl Cajaraville y sus 13 socios se hicieron cargo del bar, una de las premisas fue devolverle el esplendor perdido. La restauración lo dejó espléndido.
Hay lugar para todos: desde los que llegan a tomar un café, los que se reúnen a jugar una partida de billar y los que ocupan las mesas donde se juega a las cartas, al dominó, a los dados. "Respetando a los habitués, recuperamos lo que había sido el bar en su mejor momento", contó Cajaraville.
Como museos vivos
- ¿Qué es un bar notable? Es algo así como un museo vivo. Los atributos que sostienen esta condición son la antigüedad, la capacidad de testimoniar su época, la relevancia que tengan en su barrio, el diseño arquitectónico y los hechos destacados que allí sucedieron. Para democratizar el acceso de los artistas a la programación que recorre los bares, ya se abrió la inscripción al concurso para 2006. "El año pasado recibimos más de 700 interesados", contó María Antonia Bychowic, coordinadora del Programa de Marketing de Bares Notables. Las bases pueden retirarse, desde el lunes hasta el 16 de septiembre, en Avenida de Mayo 575, 3° piso, oficina 309, de 11 a 15.