Balotaje: por qué los expertos dicen que el “pensamiento mágico” es el rasgo común de los votantes en estas elecciones
Los especialistas en relaciones humanas dicen que esta es la estrategia social de la que muchos echarán mano para mitigar la angustia de la incertidumbre del día después
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“No me importa quién gane el domingo. No me gusta ningún candidato. Pero sé que el lunes todo vuela. Por eso, con mi familia decidimos reservar un complejo en Brasil para fin de enero, antes de que explote todo. Así, cuando nos despertemos el lunes en un país diferente, al menos tenemos una razón para levantarnos de la cama y terminar con pilas el año”, describe Pablo Assot, que es consultor de tecnología y anticipó la organización de las vacaciones como estrategia para mitigar la angustia de la incertidumbre del día después.
“El lunes me despierto en un país mejor, donde mis pesos van a valer dólares, en el que vamos a tener oportunidades porque el Estado va a dejar de ser de los mismo de siempre”, asegura Ramiro F., de 25 años, estudiante de ingeniería, votante del candidato de La Libertad Avanza, Javier Milei. “Me imagino un lunes donde la transformación de la que viene hablando Sergio Massa empieza a ser realidad, porque antes no tenía el poder para hacerlo. Ahora, con la elección ganada, se sienta con quién se tiene que sentar y las cosas empiezan a cambiar”, asegura Maira C., de 36 años, que tiene un emprendimiento de repostería.
“Yo me imagino un país en el que, gane quien gane, nada cambia. En el que el dólar se desata y vuela, en el que desaparecen los subsidios y el plan platita, los precios siguen en alza y la gente no deja de comprar mercadería para estoquearse. Eso hicimos nosotros, por las dudas, compramos aceite, harina, fideos, gaseosas, porque es la única forma que nos queda para ganarle a la inflación”, dice Daniel A., de 72 años, jubilado.
¿Qué país te imaginás, no para el futuro lejano sino para lo inmediato, el país del diario del lunes? Las respuestas varían según el votante. Sin embargo, existe un factor en común que les resulta llamativo a los especialistas en relaciones humanas: en casi todos, aparece el pensamiento mágico que habla de una transformación inmediata y que le pone una carga de mucha tensión emocional en el momento de la votación. No importa el signo político, una gran cantidad de votantes, incluso los indecisos, llegan a las urnas con la sensación de que es un punto de inflexión y que están ante el preludio de una Argentina distinta.
“En medio del escenario político argentino, marcado por un complicado contexto económico y la incertidumbre de un próximo balotaje, surge el pensamiento mágico de que todo cambiará de la noche a la mañana. La percepción general se centra en la creencia de que tras la elección se producirá una transformación radical en la dinámica económica y social conocida como el efecto ‘del día después’, lo que influye en el funcionamiento de las compañías y el ánimo de los colaboradores. No obstante, es esencial comprender que, si bien ciertos aspectos del mercado pueden fluctuar, en el ámbito laboral y social, los cambios significativos suelen ser más graduales”, explica Beatriz Arias, directora Co Education Consulting, consultora que brinda servicios de Recursos Humanos.
Según menciona Arias, un estudio realizado por el portal de empleo Bumeran a especialistas en recursos humanos y trabajadores fijos, arrojó que el 68% considera como negativo el impacto que tendrán los comicios sobre el universo del empleo, gane quien gane, mientras que, desde la perspectiva emocional, la percepción de los reclutadores sobre el estado de ánimo de los empleados reveló que un 73% se encuentra preocupados y 48% angustiados.
“Estas cifras, demuestran sin duda que las elecciones impactan en el mundo emocional y dejan una huella profunda suscitando incertidumbre y pesimismo”, apunta Arias.
“El pensamiento mágico es cultural, es muy argentino. Por eso somos tan de las cábalas. Es un mecanismo que nos permite acortar o simplificar un proceso más complejo. Nos sirve para bajar la carga de la incertidumbre. Por ejemplo, creer que pase lo que pase siempre va a redundar en que los argentinos caigamos parados. Creemos que somos los mejores del mundo, que somos europeos, que tiramos una piedra y crece un zapallo. Somos muy de celebrar las pequeñas proezas, porque no somos, pese al tango, pesimistas sino optimistas. Pero para que funcione, necesitamos ponernos a nosotros mismos, psicológicamente del lado de los ganadores. Ahí se nos infla el pecho y nos sentimos tan argentinos como nos ven los extranjeros. Somos impresionantes para poder sortear los momentos de angustia que a veces vivimos. El pensamiento mágico es necesario para aliviar la angustia que nos generan los caminos sin salida en los que nos metemos, siempre estamos generando laberintos, de los que sólo se sale transitando, pero en el pensamiento mágico se sale por arriba”, apunta Arias.
El diario del lunes
El pensamiento mágico dice que el lunes cambian las cosas, a pesar de que los cambios conllevan un proceso. Y tiempo. Arias explica que es una simplificación infantil del planteo de cada candidato y de sus chances de llevar adelante un proyecto. “El votante de Milei dice me despierto en una economía dolarizada. En el de Massa, ahora van a llegar los cambios. En los indecisos o los que votan en blanco no hay un pensamiento mágico de construcción de realidad sino de resignación. Si no va a cambiar, al menos me aseguro mi realidad. Estabilizo mi propio sistema. Me aseguro lo previsible. Contrato mis vacaciones o hago consumos a futuro, me stockeo, como forma de ganarle a la inflación. Eso también me coloca psicológicamente del lado de los ganadores. No me van a cambiar la realidad seis botellas de aceite, pero me bajan la incertidumbre”, explica Arias.
“Aunque tenga un sustento real, porque todo sube de precio, stockearse es un anticiparse y generar un pensamiento mágico de salvación”, apunta.
Un pensamiento de los dos años
“El pensamiento mágico es parte de la evolución del pensamiento del ser humano. Aparece en los chicos, entre los dos y los tres años, junto con el control de esfínteres y es la forma simplificada que tienen de interpretar el mundo y los procesos que no entienden. Es la forma arcaica del psiquismo, pero los adultos conservamos mucho de ese pensamiento, que establece relaciones causa efecto lineales. Pienso y ocurre. Sirve para bajar la angustia, para reducir a nivel del pensamiento todas las variables que intervienen en una realidad. En pensar que por nos va mejor en un examen si vamos con tal remera o que perdimos el colectivo porque pisamos la baldosa equivocada”, explica Mónica Cruppi, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina.
“Llegamos a las elecciones en un punto cúlmine de angustia y tensión, por eso necesitamos pensar que va a ser ruptural. Que todo va a cambiar. Por su puesto, que todo esto tiene una base real. Todos vimos cómo después de las PASO subió el dólar y subieron los precios. No es pensamiento mágico si la gente se stockea de productos, porque se sabe que hay faltantes y que sube el precio. Pero es un mecanismo que tiene un efecto psicológico de bajar la incertidumbre en el corto plazo”, explica Cruppi.
Un mundo de fantasías
“El pensamiento mágico es inherente al ser humano. No solo tenemos nuestra parte racional sino que también nuestro mundo de fantasía. El tema es cómo lo combinamos y cuando le damos el timón a uno o a otro. Ahí depende de la coherencia, el resultado esperable o el disparate”, explica el psiquiatra y ensayista José Eduardo Abadi. “Cuando no tiene que ver con la creatividad, el pensamiento mágico nos puede llevar a mirar la realidad desde los propios deseos o miedos, sin tener la capacidad de hacer una lectura objetiva de las situaciones que atraviesa. Cada uno lo escucha como aquello que desea escuchar, o termina por ratificar temores que no tienen que ver con peligros verdaderos. El pensamiento mágico desconoce un criterio de realidad y se lleva de la mano con expectativas equivocadas, con ilusiones en vez de esperanza. Nos lleva a hacer apreciaciones desde un optimismo ingenuo, exagerado. Es lo contrario al optimismo lúcido, que es la esperanza activa, el principio de realidad, el esfuerzo, lo propositivo. Es el sometimiento, la lectura parcial, el predominio del deseo, el sometimiento al miedo”, describe Abadi.
“En estas elecciones, puede hacernos pensar, erróneamente que por arte de magia, por la necesidad o por el deseo, van a ocurrir ciertas cosas. Este tipo de razonamiento facilita el quedar engañado. Es el pensamiento del ídolo, del falso dios. El pensamiento mágico considera al esfuerzo, a la tenacidad, a la reputación, patrimonio de la mediocridad. En cambio es la varita del ídolo quien hace ocurrir las cosas, el deseo puede más que el principio de realidad. Creemos en términos de fe y no de realidad. Y perdemos la objetividad para entender las cosas. Terminamos siendo no personas con confianza sino crédulos ingenuos”, advierte Abadi.
Todos los candidatos generan expectativas coherentes y otras mágicas, advierte el psiquiatra. “Los dos tratan de agrandar en el otro aquellos aspectos que pueden parecer peligrosos. Massa dice, Milei es un inestable y no está preparado para gobernar. Milei dice Massa es mentiroso y es testimonio presente del fracaso de nuestra sociedad, a la que va a llevar a un estancamiento. El peligro es él y no yo. Un análisis más objetivo dice cuál de estos dos candidatos me representa o tiene posibilidades reales de llevar a cabo lo que propone”, agrega.
“Para la antropología, desde el siglo XIX se llamó pensamiento mágico a todo lo que no era ciencia, que establecía una relación causa efecto, pero que no se podía comprobar empíricamente, como las creencias populares, familiares, religiosas. En la psicología se llama así al pensamiento de los niños, entre los 2 y los 7 años, que creen que con su pensamiento pueden controlar la realidad”, explica Martín Wainstein, docente de Psicología Social de la UBA e investigador de la Fundación Bateson de Buenos Aires.
“Cuando hay una situación muy emocional, como este balotaje, aparece. Cada uno cree que su candidato va a poder transformar la realidad. Es una expresión de deseo. De alguna manera, en estas circunstancias las personas piensan más emocionalmente que desde la evidencia, porque no hay mucho para saber qué van a hacer. Es algo bastante esperable frente a la incertidumbre. El ser humano construye relatos, a los que les da una lógica para sostener su argumento. Cuando reina la incertidumbre, hay muchas expectativas y eso genera ansiedad. ¿Cómo bajo mi ansiedad? Establezco un razonamiento que me permita disolver la incertidumbre. Los memes tienen esa función. La sensación ahí también es de controlar la realidad: ‘Mando un meme y logro que muchas personas voten a mi candidato o no voten al contrario’. Eso también es pensamiento mágico”, concluye Waistein.
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