Balotaje 2023 | Tensión entre fiscales y miedo a hablar: crónica de la votación en una escuela del conurbano
En el jardín de infantes Elumar, en Villa Ballester, la votación fluye rápido, pero se vive un clima de tensión por las denuncias cruzadas de robos y rotura de boletas
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Apenas se abrió la puerta a las 8 de la mañana del jardín de infantes Elumar, ubicado en Diagonal 69 Doctor Aleu 60, en Villa Ballester, partido de San Martín, la tensión estaba en el aire. Ya sentían que se enfrentaban a una jornada larga y densa, según dijo por lo bajo una de las autoridades a cargo de la escuela.
Antonella Lopreato, de 24 años y vecina del barrio, debutó este año como presidenta de mesa en las PASO, siguió con las generales y ahora le tocó en el balotaje. Fue la primera en votar de su mesa y fue supervisada por la vicepresidenta. Luego fue el turno de ella y por fin se abrió paso a los ciudadanos que madrugaron para emitir el sufragio.
El saludo entre las autoridades de mesa fue afectuoso: ya habían compartido tres jornadas completas. Eso sí, habían arrancado con el pie izquierdo: en las PASO las filas habían sido largas y la espera había agotado no solo a los votantes sino también al equipo de control de votación.
“En nuestro primer encuentro noté cierto fanatismo por los partidos que venían a representar. De hecho, cuatro de los seis fiscales eran militantes. Situación que se notaba en las discusiones, en las charlas que teníamos –compartió la presidenta de mesa–. No siempre es así: muchas personas fiscalizan solo por el hecho de aportar su granito de arena”. En las PASO, el recuento de votos también había sido motivo de discusión y habían tenido que hacerlo varias veces.
En las elecciones generales de octubre, el clima había cambiado. “Llegué con otro carácter, cambié la actitud y me organicé mucho mejor. En ningún momento la fila superó los 10 minutos, un logro. Además, las personas votaron más temprano y las noté mucho más decididas”, reconoció Lopreato. Respecto de los fiscales, recordó: “Hablamos de todo, nos escuchamos, sentí mucha unidad a pesar de las diferencias políticas. Me quedé con una sensación muy linda”, compartió.
Pero hoy el clima volvió a ser como el de las PASO. “Está caldeado”, confió a LA NACIÓN una de las personas a cargo de la organización de la escuela, que no pertenece a ningún partido.
Sin embargo, un fiscal de Unión por la Patria aseguró que no había tensión y que todo estaba tranquilo. “Las discusiones que hubo entre los fiscales se resolvieron de manera justa”, dijo.
Pero una policía de la provincia, asignada a la escuela, retrucó: “Por más de que te digan que todo está bien, que el ambiente está tranquilo, sabé que eso no es así”, advirtió.
A las 8.47 ya habían votado 16 personas en la mesa 376 y un número parecido rondaba las otras dos mesas que habían en la institución. Las filas avanzaban sin inconvenientes, sin apuro.
A las 10, una mujer salió a paso tranquilo del cuarto oscuro y les advirtió que faltaban boletas de un candidato. “Está muy claro lo que sucedió. Se robaron un pilón de boletas”, dijo un fiscal general.
Un grito que venía de la calle alarmó a todos cerca de las 11. El tren que pasa por enfrente del jardín de infantes estaba frenado. Un hombre se había tirado debajo del tren Mitre que va desde José León Suárez hasta Retiro. Dentro de los vagones, los pasajeros golpeaban los vidrios: dos personas se habían descompensado.
Mientras tanto, dentro de la escuela la tensión también crecía: denunciaban otro robo de boletas. Esta vez de Unión por la Patria.
A las 13, un 49,9% de las personas que debían emitir su sufragio en la escuela ya lo había hecho. “La gente entra y sale de manera tranquila. Están decididos. No hay colas largas entonces no hay mal humor, no insultan a las autoridades de mesa y todo fluye para los votantes”, señaló un joven que fiscalizaba por La Libertad Avanza.
—Si viene un fiscal y te dice que tiene que votar acá, ¿vos qué hacés? —le dijo un votante de aproximadamente 70 años a la presidente de mesa.
—Si no está en el padrón, no puede votar.
—Te felicito, la vez pasada agarramos a uno que votó en cinco escuelas —dijo el señor con una sonrisa.
“La gente está muy pendiente de los fiscales, de si hay fiscales de cada partido, de si faltan boletas, de que se haga lo correcto, con transparencia”, aseguró una fiscal de la Libertad Avanza.
“Por un país mejor”, “Ojalá gane quien gane sea para bien”, “Por un futuro para las jóvenes”, “Que sea lo que Dios quiera”, son algunas de las frases que se repitieron durante lo que va de la jornada. Sin embargo, también se vieron personas que entraron a votar con lágrimas en los ojos y pusieron el sobre en la urna en silencio.
La mayoría de las personas que están trabajando hoy en el jardín estuvo de acuerdo con que el humor de la gente, en general, es bueno. “No creo que ellos noten que por detrás hay tensión porque cuando uno entra a la escuela ve las filas avanzar con buen ritmo, no hay demoras y el trato para con ellos es bueno”, dijo una de las policías a cargo del cuidado de la escuela.
El miedo a hablar sobre el clima de la escuela era generalizado entre algunas de las autoridades: las cosas se dicen con miradas, susurros y por lo bajo.
Cerca de las 16, la tensión volvió a subir cuando autoridades de mesa entraron a uno de los cuartos oscuros y vieron que las boletas de Milei estaban todas rotas, esparcidas por el piso.
Una señora de 83 años salió del cuarto oscuro y se acercó a la mesa 376:
–Hay que hace un Ta-Te-Ti ahí adentro.
–Que sea para bien –contestó Lopreato.
–Que sea para el bien de los argentinos –pidió la votante, mirando hacia el cielo.
Cierre y recuento
Ya cerca del horario de clausura de los comicios, llegó el momento de sufragar para los gendarmes que estuvieron custodiando el cuarto oscuro durante la jornada. Ambos votaron en la mesa 137.
Faltaban cinco minutos para la finalización del acto electoral, cuando las últimas personas ingresaron por la puerta del jardín Elumar, algunas corriendo y otras a paso lento. Los fiscales hacían gestos. “Siempre al límite”, se escuchó decir a una de ellas.
A las 18 en punto, el establecimiento cerró sus puertas y las autoridades de mesa aplaudieron.
Rápidamente, con los padrones en mano, cada grupo se dirigió hacia el cuarto oscuro/aula que le correspondía y allí empezó el recuento de votos.
Previamente, un hombre que se desempeñó como autoridad de mesa advirtió que el Correo quería llevarse las boletas que habían sobrado:
–Estas boletas no tienen que estar dando vuelta por acá, no se las tienen que llevar.
–No entiendo por qué guardaron estas boletas, no sirven –acotó otra autoridad de mesa.
En un ida y vuelta entre fiscales, se decidió romper las boletas sobrantes. Fue un responsable de la escuela quien se ocupó de que todas terminaran en el tacho de basura.
A las 19, empezaron los rumores sobre el clima y los resultados de la votación en cada aula. Se comenta en los pasillos del jardín de infantes que en la “Sala Amor” todo es tensión; según dicen, en las PASO y la primera vuelta fue igual. Las versiones también sostienen que en la “Sala Sueños” va ganando Massa, mientras que no hay novedades de la “Sala Esperanza”.
Mientras avanzaba el recuento, una de las organizadoras de la escuela salió de la “Sala Sueños” con un pilón de boletas del economista libertario en la mano: “Estaban escondidas atrás de un mueble”, reveló. Poco después, se repitió la escena, pero con boletas del candidato oficialista.
A los pocos minutos la “Sala Amor” entregó el telegrama que anunciaba la victoria de Massa. Y a las 19 también se confirmó que el ministro de Economía había ganado en la “Sala Sueños”. Igual fue el resultado en la “Sala Esperanza”, conocido media hora más tarde, aunque con escasa diferencia de votos.
No alcanzó. Alrededor de 45 minutos después, Massa admitió la derrota a nivel país desde el búnker de Unión por Todos.
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