Valoraciones pedagógicas: Cuál es el balance de docentes, alumnos y padres sobre el nuevo sistema de calificación
Durante la etapa de aislamiento iniciada en marzo, los informes valorativos reemplazaron a la calificación tradicional en los colegios primarios y secundarios, tanto a nivel público como privado en todo el país.El paso de un sistema a otro no fue sencillo para docentes, directivos, alumnos y padres. Los informes se entregaron durante la última semana de clases, algunos incluso antes, y se limitaron a hacer seguimiento del desempeño de cada alumno durante el inusual proceso de aprendizaje sin poner una nota, aprobado o desaprobado.
Si bien en el caso del Ministerio de Educación de la Ciudad se dieron pautas e instrumentos para su elaboración, también se dejó margen para que cada escuela los adaptara a su cultura institucional. En todos los casos, lo que no podía faltar era información sobre lo que se había ofrecido a los alumnos en cuanto a la enseñanza, la participación y la respuesta de estos, además de la información sobre lo aprendido.
Las experiencias con los informes fueron un desafío para todos. "Soy maestra de primer grado y pudimos tener una muy buena comunicación a partir de mitad de abril cuando armamos un grupo de WhatsApp debido a que la mitad o un poco más de mis estudiantes no tienen acceso a internet", cuenta Celina De Verda, docente del nivel primario en una escuela estatal de Parque Chacabuco, que además preparó cuadernillos para cada uno de sus alumnos, que entregaba cada 15 días junto con el bolsón de alimentos.
"La respuesta al grupo de WhatsApp fue subiendo semana a semana, gracias al esfuerzo de las familias y de la voluntad de los chicos de querer hablar conmigo a través de un celular", dijo.
En su caso decidió grabar un video con la valoración pedagógica: "Me pareció una forma más cálida para llegar a todos, también porque es la manera en la que siempre me comunico con ellos. Luego abrí la conversación para que comentaran, para que contaran sus dificultades y realmente las devoluciones fueron muy buenas", explica.
"La mayoría coincidía en que al principio les costaba llegar a sus hijos porque no los veían como maestros, pero cuando empecé a grabar videos explicativos fue más fácil para ellos correrse de ese lugar. Otra duda fue en relación con la alfabetización: me preguntaban cuándo su hijo o hija iba a escribir o leer. Lo que hice fue explicarles que la alfabetización es un trabajo de ciclo y que cada uno tiene su tiempo y que cuando podamos regresar a los salones todo lo que están haciendo en casa va a ayudar", cuenta.
Para María Marta Vitale, secretaria del nivel primario de una escuela estatal del mismo barrio, la experiencia con las valoraciones fue muy positiva. "La familia y los chicos esperaban una devolución -dice-. A través de WhatsApp, logramos armar entre padres y maestros grupos en los que se enviaban tareas y se contestaban dudas, generando un verdadero intercambio".
En el caso de su escuela, la valoración se hizo en forma grupal por grado, ya que muchos chicos no tenían internet y no podían realizar todas las tareas lo que hacía más complicada una evaluación individual. "La devolución de los padres fue más que positiva agradeciendo el esfuerzo de los docentes por llegar a cada alumno y sostener este vínculo pedagógico", agrega.
Una situación similar describe Paulina Moreno, directora de la Escuela N°6 DE 11, también en Parque Chacabuco, que asegura que en su distrito se decidió enviar a las familias solo los informes grupales. "[Como en el caso de muchos colegios], los aspectos individuales fueron los más difíciles de evaluar, ya que hay muchos alumnos sin conectividad. En nuestra escuela solo el 30% de los alumnos se conectan a las clases por Zoom o por Meet. Contamos con un 80% de población de barrios de bajos recursos y la conexión principal es por WhatsApp. Muchas veces sabemos que los niños están realizando las tareas, pero les es imposible enviarlas por distintos motivos. Que no exista retroalimentación no necesariamente significa que no haya trabajo del alumno", enfatiza Moreno.
Coincide Viviana Agosti, maestra de plástica del nivel primario en Caballito y profesora de Artes Visuales, del nivel medio en Barracas. "En esta realidad de enseñar desde la virtualidad, todos los alumnos no pudieron transitar por igual su trayecto educativo, por diversos motivos: como ser realidades familiares de salud, económicas, sociales, la falta de dispositivos y recursos tecnológicos y la conexión a internet. La escuela trató de acompañar estas situaciones facilitando fotocopias, tecnología o buscando distintos modos de comunicarse con las familias", explica.
"Cuando uno trabaja en el aula puede observar lo que le sucede a cada alumno, ver su modo de vincularse con los aprendizajes y su estado anímico. En la virtualidad esa mirada se modificó notablemente. Tuvimos que empezar a buscar nuevos indicadores como las lecturas de los mails de las familias y alumnos, observando los trabajos y las producciones, además de tener en cuenta la información que transmitían otros profesionales de la escuela como directivos, preceptores o tutores", agrega Agosti.
En el caso del Colegio Nacional de Buenos Aires y la Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini, a partir del 19 de marzo se abrieron 800 aulas virtuales lo que significó capacitar al personal docente y a los chicos, algo que se logró en dos semanas. "Nuestro primer gran desafío fue modificar la forma de enseñar y aprender, de una manera no presencial", dice Ana Barral, rectora del Carlos Pellegrini. "La intención de la escuela es la de no vulnerar los derechos de los chicos y chicas y, a través de las aulas virtuales, logramos que todos puedan tener la misma educación de calidad", agrega.
Por su parte, Valeria Bergman, rectora del Colegio Nacional de Buenos Aires, asegura que esta nueva modalidad también puso en evidencia las desigualdades: "Por ejemplo, nos encontramos con casos en los que quizá no se podían conectar al wifi o los padres estaban usando la computadora para trabajar o toda la familia tenía una computadora. En ambos colegios, y gracias a la ayuda de las familias, graduados, cooperadoras y alumnos que realizaron donaciones, pudimos entregar computadoras a los chicos que las necesitaban".
Tanto en el Carlos Pellegrini como en el Nacional de Buenos Aires, un 95% de alumnos tienen conectividad. "Del 5% restante ya hemos logrado que muchos se conecten y tenemos programas pensados para cuando podamos volver a la presencialidad, para sostener y acompañar personalmente a esos chicos y chicas", explica Barral.
Mucho más que calificar
Los informes valorativos exigieron a los docentes una mirada mucho más minuciosa del proceso de aprendizaje. "De alguna manera, la calificación sintetiza una serie de desempeños, en cambio las valoraciones significaron un esfuerzo mayor para docentes y directivos, porque los puso a mirar el recorrido de cada estudiante, que a su vez fueron mucho más diversos que en la presencialidad", señala Lucía Feced, subsecretaria de coordinación pedagógica de la ciudad de Buenos Aires.
Con una mirada positiva sobre el camino recorrido, Feced advierte que en cuanto a la evaluación hay prácticas que están instaladas hace mucho tiempo no solo en los docentes sino también en padres y alumnos y que es necesario un proceso de adaptación.
Así también lo considera Pablo Andrés Manzano, rector del Colegio Secundario Santo Tomás de Aquino de la UCA, para quien el primer gran desafío fue que todos los actores del proceso entendieran que la ausencia de una calificación no implica ausencia de evaluación, ya que es imposible concebir un proceso de enseñanza y aprendizaje donde la evaluación no esté presente. "Tanto para alumnos como docentes, la evaluación permite retroalimentar el proceso, analizar su evolución, realizar correcciones necesarias y planificar los pasos siguientes", señala.
Del lado de los alumnos, también surgieron dudas, en ese sentido. Carolina, de 15 años, alumna de segundo año un colegio público de Caballito, cuenta: "En mi valoración los profesores solo escribieron 'se esfuerza y alcanza objetivos'. Solo algunos al devolverme los trabajos escribieron que estaban agradecidos por el esfuerzo que puse en la entrega de actividades en este cuatrimestre. Me hubiese gustado eso de todos, también que ellos enviaran videos explicativos como ayuda para resolver y comprender los temas".
Mientras que Natalia, madre de un alumno de 7° grado del Colegio Bayard, de Palermo, considera que la valoración en esta etapa a distancia fue muy buena con excelente predisposición de los docentes y del colegio. "Todos nos tuvimos que adaptar a la nueva modalidad. Los docentes estuvieron presentes desde lo humano y pedagógico. El único punto que me generó dudas al principio fue la adaptación y el conocimiento de las distintas plataformas. También horarios y notificaciones se fueron mejorando a partir de las inquietudes enviadas por las familias a la dirección", comenta.
Según la experiencia de Manzano en el colegio secundario Santo Tomás de Aquino, las consultas de las familias giraron en torno a tres aspectos: la aprobación, la calificación del período en referencia al cierre del ciclo lectivo y si en este contexto, los alumnos siguen aprendiendo lo mismo y no menos. Coincide Feced en que la preocupación compartida por las familias es cuánto efectivamente los chicos están aprendiendo en función de lo que se esperaba para este año. "Para lo que queda estamos viendo de fortalecer ese aspecto de los informes, es decir qué es lo que se espera para este grado o año y qué efectivamente se pudo enseñar y qué pudo lograr cada chico. Ese es el aspecto sobre el que más queremos trabajar", explica.
Además, sostiene que si bien se está aprendiendo de una manera distinta se está logrando "a buen ritmo y con un nivel de profundidad bastante interesante para todos los cambios que hubo". Y si así no fuera el caso, si algún chico tuviera alguna dificultad, esa información sirve para ver cómo seguir. "Ya estamos trabajando desde el Ministerio en distintas líneas de acción vinculadas a como acompañar los recorridos distintos y cómo compensar la diversidad de situaciones, por ejemplo, en aquellos chicos con dificultades, serían apoyos escolares presenciales cuando se vuelva", explica.
"Estamos trabajando con las distintas autoridades para tomar definiciones sobre las evaluaciones de la segunda etapa, la idea es continuar con esta mirada del proceso y acompañar para que cada uno pueda aprender lo que se espera. Desde el Ministerio establecimos una priorización de contenidos sobre los cuales hay que poner foco, nuestro objetivo es que esos contenidos se alcancen", sostiene.
A pesar de los contratiempos, para la directora general pedagógica del Colegio Bayard, Daniela Antonelli, el balance es sumamente positivo. "Pasamos por muchas etapas desde el inicio de la cuarentena. Desde la desorientación inicial, la hiperactividad, la angustia por no poder estar físicamente con los alumnos, pero lo más importante es que aprendimos mucho. Recorrimos un camino mientras lo construíamos entre todos, realizamos un trabajo serio para asegurar la continuidad de las clases. Mientras los colegios debieron cerrar sus puertas, las aulas se mantuvieron abiertas a través de nuestros hogares".
En el mismo sentido, en su experiencia como docente, Celina de Verda, destaca el esfuerzo de todos los actores de la educación en este tiempo. "Estas valoraciones son un intercambio en este momento tan difícil que estamos viviendo. Todos estamos haciendo un esfuerzo grande para tratar de que la escuela llegue a las casas y la familia también haciendo que la escuela funcione en su casa con todo lo que esto conlleva", finaliza.
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