Bajo la lupa: el análisis de los gestos de los ocho jóvenes acusados en el juicio por el crimen de Fernando Báez Sosa
Qué opinan distintos expertos en comunicación no verbal sobre el comportamiento de los rugbiers en la sala
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Desde el lunes 8 de enero, ocho jóvenes oriundos de Zárate son juzgados por el homicidio de Fernando Báez Sosa, asesinado a golpes en Villa Gesell hace casi dos años.
Los acusados son Luciano Pertossi, de 21 años; Ciro Pertossi, de 22; Lucas Pertossi, de 23; Ayrton Viollaz, de 23; Máximo Thomsen, de 23; Enzo Comelli, de 22; Matías Benicelli, de 23, y Blas Cinalli, de 21, quienes durante las primeras tres audiencias del juicio no se sacaron los barbijos que, salvo para los jueces, secretarios del tribunal, fiscales y abogados de las partes, eran obligatorios. En la cuarta jornada, el jueves pasado, ya no tuvieron los tapabocas, habilitados por las autoridades.
Si bien todavía no se los escuchó declarar –recién hace minutos tomó la palabra el primero de ellos–, algunos de sus gestos, posturas, miradas y posiciones fueron duramente cuestionados por la sociedad.
Sentados en doble fila, cuatro de ellos en la primera y cuatro en la segunda; vestidos con chombas, camisas claras y barbijos, los acusados hicieron un esfuerzo grande para no emitir ninguna reacción o movimiento que pudiera llamar la atención.
“En el caso de los imputados, no creo que el barbijo haya sido una estrategia porque el personal de la fuerza de seguridad que estaba detrás de ellos, que se ve en las fotos, también tenía barbijo. No obstante, el uso de mascarillas también les ha beneficiado para sentirse un poco más seguros ante la lectura de los cargos en su contra”, explicó Hugo Lescano, director del Laboratorio de Investigación en Comunicación No Verbal y perito en lenguaje corporal del caso García Belsunce.
“Se pudo ver que iniciaron el juicio con una actitud de mostrarse lo más serios y alineados posibles hasta que les sacaron los barbijos. Durante los días posteriores del juicio, se veían algunos momentos de distensión. Se dice que se habían reído, algo que también puede ser parte de los nervios que sienten. Es imposible que estén inmutables, que no les pase absolutamente nada con lo que están viviendo, porque cabe la posibilidad de que pasen largos años en prisión”, detalló Alejandro Sangenis, coach en neuro oratoria de empresarios, políticos y comunicadores.
Los especialistas consultados coinciden en que varios de los acusados tenían microgestos de mucho temor. En algunos rostros, las cejas estaban para arriba, esto significa temor y miedo ante lo que estaban enfrentando. “Solo uno de ellos tenía las cejas alineadas, como hacia abajo, que significa bronca y furia”, destacó Sangenis.
Otro gesto que llamó la atención de los expertos fue ver a los jóvenes con las manos en sus genitales. “Es una posición defensiva, la misma que utilizan los jugadores ante un tiro libre para evitar ser golpeados por un pelotazo. Esa posición la solemos hacer de manera inconsciente cuando nos sentimos amenazados, aunque no estemos jugando al fútbol”, analizó Lescano.
“Algunos ponían la mano sobre otra mano y se acariciaban con el pulgar, que es como darse un cierto confort, tratar de autocalmarse ante los nervios de estar en la situación”, sumó el coach en neuro oratoria.
Sangenis agregó: “Si bien la sociedad a simple vista pensó que eran gestos de indiferencia, la primera sensación es que ellos estaban alineados de una manera: con el mismo corte de pelo, con una forma de vestirse bastante parecida, da como un espíritu de grupo. Pero cuando uno va a los microgestos, claramente no estaban tan alineados todos, pensando o sintiendo exactamente lo mismo”.
“El que está más expuesto creo que es Ciro Pertossi, está en una actitud muy fuerte, adelante. Demuestra presencia, toma el liderazgo que antes decían que tenía Thomsen, su posición es bastante derecha también”, especificó. Y luego hizo referencia a Blas Cinalli, diciendo que “estuvo con los brazos cruzados arriba con una actitud de cierto rechazo a lo que estaba escuchando y la pera levantada también es una actitud desafiante o cuestionadora”.
“Hay dos que tuvieron las manos en posición de ruego como si estuvieran pidiendo por favor, lo que denota también la situación vulnerable por la que atraviesan según sus emociones”, analizó Lescano, y señaló: “Lucas Pertossi aparece con sus hombros encogidos y sus brazos adelantados, o sea que sus codos tocan prácticamente sus costillas, esa es la postura de la persona que se siente extremadamente vulnerable. Una persona que está prácticamente acorralada. Una persona que considera que ya no tiene salida”.
El director del Laboratorio de Investigación en Comunicación No Verbal indicó que Máximo Thomsen, miraba al centro y abajo en repetidas ocasiones mientras escuchaba la acusación: “Esa es la mirada de la vergüenza. Sabemos que tiene vergüenza, pero necesitaríamos más elementos para conocer las razones”.
Mientras que Sangenis detalló: “Luciano Pertossi está apocado, más caído. Se encuentra en la segunda línea, sentado atrás de su primo, con la mirada extraviada, ensimismándose, introspectivo”. Hoy, el joven fue el primero de los ocho en romper el silencio.
¿Entrenados?
En los últimos días, se habló sobre la posibilidad de que los ocho acusados podrían estar siendo entrenados por un especialista en comunicación o por un abogado. Sobre esto, el coach en neuro oratoria opinó: “No siento que están siendo coacheados por un experto en comunicación. Existe la posibilidad de que el abogado les haya dado algunas premisas, como una estrategia común que van desarrollando durante el juicio. Les puede haber sugerido que mantengan siempre una actitud silenciosa o inmutable para, una vez que tengan la posibilidad de presentar su caso y defenderse, hacerlo desde otro lugar”.
Por el contrario, José María Rodríguez Saráchaga, especialista en oratoria y lenguaje no verbal, cree que los rugbiers están siendo coacheados por alguien: “No llamaría profesional al delincuente que les aconsejó ponerse uniformados como un pelotón de fusilamiento, todos con una postura militar, erguidos, sin desviar la mirada y con cara de pocos amigos”.
“Alguien les dijo: ‘Pónganse serios mirando al frente, derechos y no bajen la mirada’. Una barbaridad, un coacheo que los perjudica más de lo que los ayuda. Que ocho personas se sienten de la misma manera, erguida, mirando al frente, con las manos en el regazo, sin desviar la mirada, sin moverse del asiento, soportando la incomodidad natural de la silla poco cómoda durante horas, es imposible”, remarcó Saráchaga. “Si uno sigue con atención el video para analizarlo, va a ver que el primero que se mueve, lo hace a la hora y media de haber comenzado la sesión, lo cual es imposible que se dé si no es por una orden”.
El perito en lenguaje corporal del caso García Belsunce coincidió en que si los coacheados por un profesional, están muy mal asesorados, porque las emociones que ellos reflejan en su postura y en su rostro no los favorecen. “En la foto de los acusados que más se difundió, se puede ver que Cinalli tiene su mentón elevado”, señaló e indicó: “Elevamos el mentón cuando queremos indicar que no tenemos miedo, es la postura de Maradona: desafiante. No sería apropiado en un juicio donde toda la sociedad tiene sus ojos puestos en la sentencia. Si estuvieran coacheados, el profesional que lo hizo no sabe absolutamente nada de comunicación porque existe lo que llamamos una expectativa social”.
¿Qué es la expectativa social?
“Es aquello que la sociedad espera de las personas en referencia a su comportamiento. Si nosotros no cumplimos con esa expectativa, la sanción social es lo que viene como consecuencia. Lo que deberían haber hecho estos jóvenes es no mostrarse con emociones negativas. Y si fueran las negativas, que fueran la vergüenza, la mirada cabizbaja. Por eso nos molesta tanto el comportamiento de estos chicos, porque existe la expectativa social. Que los jóvenes, por ejemplo, no se hayan mostrado un poco más acorde a la situación que están viviendo o que se haya corrido el rumor de que uno de ellos se reía, nos resulta sumamente ofensivo”, aclaró Lescano.
“Ellos van a tener su condena judicial, pero si quisieran aminorar el impacto, podrían buscar colocarse en una situación de víctimas, en la que la sociedad los viera de una manera un poco más acorde a lo que ellos necesitan recibir, que es la conmiseración. De todas maneras, eso sería simulación y bajo el ojo experto la simulación hubiese quedado desnuda, aunque la mayoría de las personas que no conoce sobre comunicación no verbal podría haber visto a ‘los pobres niños que cometieron un acto de irresponsabilidad’”, sostuvo el director del Laboratorio de Investigación en Comunicación.
¿El lenguaje corporal puede ser tomado como prueba?
“El lenguaje no verbal no debería ser tomado como prueba. La interpretación del lenguaje no verbal en el mejor de los casos en la estadística te da alrededor del 80% de eficacia con respecto a las interpretaciones. Entonces, por un 20% podrías estar condenando a un inocente”, reveló el especialista en oratoria. E indicó: “Sí puede servir como indicio durante la investigación”.
Francisco Ferrer Arroyo, especialista en psicología jurídica, explicó: “Sirve para hacer una investigación y darse cuenta de si hay eventuales inconsistencias entre lo que la persona dice y lo que su cuerpo manifiesta, pero no tiene contrastación empírica”. Luego, ejemplificó: “Esto quiere decir que si alguien mira para la derecha cuando miente, siempre tiene que repetirse el mismo patrón, pero existe gente que mira para la derecha cuando miente y cuando dice la verdad porque tiene una forma idiosincrática de mover los ojos”.
“Hay personas que no se alteran aunque hayan descuartizado al vecino, son los psicópatas. Y están los que, a pesar de ser inocentes, se ponen desesperados cuando se les hace un interrogatorio porque les pone mal la situación”, siguió. “En el campo de la psicología forense las manifestaciones no verbales nos sirven como indicadores para probar nada”, concluyó.
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