Lucas Cantero* acababa de asaltar una casa cuando la policía lo interceptó en puente Avellaneda. Llevaba armas escondidas en el auto. Desde los 12 años se había acostumbrado a ver cómo la droga, la muerte y la cárcel se llevaban a sus compañeros. Pero aquella noche el corazón le latía sin parar. Esa fue la primera vez que sintió que tenía algo que perder si caía preso. Hacía poco tiempo que había encontrado en la murga y en el grupo de niñas a las que dirigía una motivación. Y no estaba dispuesto a perderla. "Afortunadamente no me descubrieron nada. Pero ese día llegué a casa con la certeza de que no volvería a robar. Y así fue", cuenta este joven de 27 años que vive en barrio de La Boca , tres años después del hecho.
Su realidad sigue siendo compleja. Aún no cuenta con un empleo formal. Sin embargo, él es uno de los tantos jóvenes que le hacen frente a las adversidades a través del baile.
Él es uno de los tantos jóvenes que le hacen frente a las adversidades a través del baile.
"Los jóvenes que crecen en contextos de vulnerabilidad social y económica experimentan barreras no solo de tipo materiales, sino también de tipo simbólicas que los posicionan en un lugar de estigmatización constante y los obligan a incorporar una percepción del mundo donde las desventajas son naturalizadas", sostiene Pablo Semán, doctor en Antropología Social e investigador del Conicet.
Los jóvenes que crecen en contextos de vulnerabilidad social y económica experimentan barreras no solo de tipo materiales, sino también de tipo simbólicas
En la casa de Lucas, su traje de murga cubierto de apliques infantiles y una galera amarilla y negra cuelgan en la pared. Un diploma enmarcado que reza "Al mejor dire de Murga" ocupa un lugar preferencial. Se trata de un regalo de los padres de sus alumnas en la Murga Don Bosco, actualmente integrada por 250 voluntarios.
"Muchos dicen que el trabajo hay que ir a buscarlo. En mi caso, mis compañeros me tocaban la puerta todos los días para invitarme a robar. Pero yo ya tenía en claro que no iba a volver a hacerlo, por las nenas, y un día dejaron de venir", sostiene el joven, que actualmente trabaja de forma independiente en la compra y venta de vehículos.
Mis compañeros me tocaban la puerta todos los días para invitarme a robar. Pero yo ya tenía en claro que no iba a volver a hacerlo, por las nenas, y un día dejaron de venir
Una sonrisa se le dibuja en la cara cada vez que habla de sus alumnas. Asegura que gracias a ellas, no solo pudo salir de la marginalidad sino que, a su vez, se le despertó su vocación: actualmente cursa segundo año del Profesorado de Educación Inicial en la Escuela Normal Superior N°5 del barrio de Barracas.
Marcos Tórres (28) vive en la Villa 31 de Retiro, el segundo barrio de la ciudad con la tasa más alta de homicidios (21,40 por año por cada 100 000 habitantes) según los últimos datos del Informe sobre homicidios presentado por el Consejo de la Magistratura en 2018.
Cuando los faroles iluminan el playón del barrio, las cuerdas de un charango resuenan en un parlante entre las precarias casas de colores y lo único que le urge a Marcos es calentar el cuerpo.
Tres veces por semana el asfalto se convierte en escenario para él y los 60 vecinos que conforman la fraternidad Caporales Sin Fronteras, un grupo de baile que reivindica la cultura andina.
La foto es pintoresca: a través de una coreografía que representa las vivencias de los esclavos africanos en tiempos de la colonia española, los varones -denominados "machos"- hacen sonar los cascabeles zurcidos en sus botas, soltando patadas en el aire. Las tulmas (pompones de colores) cuelgan de los cabellos trenzados de las "cholas" -mujeres caporales-, que, con sonrisas encendidas, agitan sus polleras en cada contorneo de cadera.
El dolor se deja entrever en los ojos de Marcos. "Nunca fui reconocido por mi padre y eso me hizo siempre sentir una fuerte punzada en el pecho. Cuando murió mi madre caí en una depresión tan grande que me quise quitar la vida en varias oportunidades, sumado a otras dos en que intentaron matarme. Actualmente no tengo un trabajo formal y a veces la situación se torna frustrante. Pero ya no soy el mismo. En la fraternidad entendí que no tengo por qué pelearla solo si puedo hacerlo con otros. Ellos son mi familia’’, asegura.
En la fraternidad entendí que no tengo porque pelearla solo si puedo hacerlo con otros. Ellos son mi familia
Los datos del último relevamiento realizado por la Secretaría de Integración Urbana de la Ciudad (2016) señalan que de los 40.203 habitantes de Villa 31- que viven en condiciones de hacinamiento-, el 12% está desocupado, el 75% tiene ingresos informales, la deserción escolar de los jóvenes de 13 a 17 años (10%) duplica la cifra promedio de la ciudad, solo el 36% de los adultos mayores de 25 años alcanzan niveles de educación secundaria completa y solo el 7% de los jóvenes entre 17 y 30 años cursan estudios universitarios.
Esta estadística refleja la realidad de apenas uno de los 57 barrios populares en la ciudad de Buenos Aires, según el Registro Nacional de Barrios Populares. Y la situación no es muy diferente en el resto de la provincia, donde se registran 1726.
Romina Sosa (32) es de La Cava, partido de San Isidro , en donde conviven unas 15.000 personas en condiciones de extrema pobreza, según datos aportados por distintas organizaciones sociales de la zona.
Esta joven, que fue víctima de abuso sexual intrafamiliar durante su infancia y adolescencia, encuentra en la danza una herramienta transformadora y un arma de resistencia. En 2014, en el seno de la Fundación Crear Vale la Pena- que tiene como objetivo, entre otros, promover la transformación social a través del arte- conformó Fuera de Foco, un colectivo de "agitadores comunitarios" integrado por 13 artistas provenientes de barrios del conurbano bonaerense como La Cava, El Sauce y San Cayetano, que ponen la danza y la música al servicio de causas sociales, políticas y culturales.
Cuando los miembros del grupo se refieren a ella, se les quiebra la voz. Cada mañana, ni bien se despierta, ella baila. Y bailando sale a la calle. "El mundo del arte popular está muy precarizado y eso me inquieta. Pero la danza colectiva es mi motor. Convertimos nuestras problemáticas en movimiento y poesía. Somos cuerpos que se expresan por los jóvenes que ya no están, por los que mataron, por lo que están presos", describe la joven coordinadora de este proyecto itinerante y autogestivo que fusiona hip hop con dance hall, breaking, beat box, rap, jazz, entre otros géneros.
Somos cuerpos que se expresan por los jóvenes que ya no están, por los que mataron, por lo que están presos
Los especialistas consultados destacan que, en contextos de vulnerabilidad social, el encuentro con otros a través de la práctica artística cumple un rol fundamental en el empoderamiento. "Las formas comunitarias de creación artística son una herramienta política porque permiten no solo cuestionar el mundo del arte como tal sino también disputar barreras de acceso desigual a derechos y generar propuestas hacia afuera", expresa la doctora en Antropología Social e investigadora del Conicet Julia Infantino, especializada en prácticas artísticas populares.
Los especialistas consultados destacan que, en contextos de vulnerabilidad social, el encuentro con otros a través de la práctica artística cumple un rol fundamental en el empoderamiento.
Tanto la murga Don Bosco -que se reúne todos los sábados en la Parroquia San Juan Evangélico- como Caporales, funcionan como un entramado solidario. Además de bailar, algunos padres participan en la búsqueda de financiamiento y confeccionan los vestuarios para los encuentros en ámbitos privados y públicos a los que son convocados.
En la ciudad, el Ministerio de Cultura desarrolla junto al Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat, la Secretaría de Integración Social y Urbana y el Instituto de la Vivienda el programa Arte en Barrios, con el fin de promover la integración social y el acceso al arte en 22 barrios populares.
En 2018 Fuera de Foco fue invitado por la organización internacional Kinder Kultur Karawane a participar de un festival en Alemania junto a otros jóvenes, integrantes de proyectos artísticos de distintos países. Esta experiencia fue tan exitosa que la entidad convocante redobló su apuesta para el encuentro del 2020.
El sol apenas se refleja en los techos de chapa de La Cava. Romina revisa una vez más su valija. Le tiemblan las piernas. Es una madrugada fría de agosto del 2018. Minutos más tarde estará subida a la combi camino al aeropuerto. Las viviendas, los pasillos, los cables, se irán convirtiendo en un punto lejano desde la ventana. Una vez arriba del avión, se ajusta el cinturón. Aferra la mano de Tamara- una de las integrantes de Fuera de Foco- que observa por primera vez la ciudad desde las alturas. Y le brillan los ojos. En Alemania le esperan 30 funciones con su grupo. No entiende el idioma. Hizo de la danza una fuerza imparable.
*El nombre fue modificado para preservar a la fuente
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