Azcuénaga, el pueblo rural que combina historia y cocina internacional ideal para visitar estas vacaciones de invierno
Es un sitio ideal para desconectar y conocer sabores locales durante estas vacaciones de invierno; la escapada rural a 100 km de Buenos Aires que recibe a cientos de turistas los fines de semana
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Para muchos, las vacaciones de invierno son el momento perfecto para descansar y desconectar de la rutina diaria. Mientras algunos prefieren quedarse en casa disfrutando de la compañía familiar, otros optan por salir y explorar nuevos destinos. En este contexto, para los amantes del campo y de la comida casera, existe un pequeño pueblo de tan solo 300 habitantes que ofrece una experiencia gastronómica única y una conexión inigualable con la naturaleza. Este encantador lugar promete no solo deleitar el paladar con platos internacionales preparados con ingredientes frescos y locales, sino también brindar un entorno tranquilo y revitalizante que permite a los visitantes sumergirse en la serenidad del paisaje rural.
Se trata de Azcuénaga, una pintoresca localidad argentina situada en el Partido de San Andrés de Giles, en la Provincia de Buenos Aires. Este encantador pueblo es conocido por su belleza natural y su atmósfera tranquila, que se refleja en sus calles y sus casas bajas, muchas de las cuales mantienen su arquitectura original. Durante los fines de semana, este sitio se transforma en un destino popular, atrayendo a cientos de turistas que buscan escapar del bullicio de la ciudad. Los visitantes son recibidos con una cálida hospitalidad y pueden disfrutar de la serenidad del entorno, así como de diversas actividades que destacan la rica cultura y tradiciones del lugar.
Un pueblo de película
La estación de dos pisos muestra su abandono desde que el último tren de pasajeros pasó en 1978 y el de cargas en 1992. A pocos metros, hay un mural de adobe hecho por Carlos Moreyra y Cristina Terzaghi, y un molino imponente. Al atardecer, todo se ilumina, lo que le brinda un aspecto mágico al lugar.
En sus calles, el aroma del pan se mezcla con el humo de la fogata de hojas quemadas. En este entorno, se pueden observar casonas centenarias con herrajes antiguos, que también sirvieron de escenario para la película El hijo de Dios y la popular novela La Extraña Dama, reconocidas producciones argentinas.
Qué hacer en Azcuénaga
- Restaurante La Porteña
Se trata de un proyecto de familia, por lo que los sabores caseros priman y le dan el toque mágico al lugar. Santín Capecci, bisabuelo de Analía Capecci, la dueña del restaurante La Porteña que tiene las mejores pastas de la zona, con el mejor estilo italiano, fue albañil de la iglesia local, recién llegado de Italia. Allí se quedó como sacristán hasta su muerte. Su hijo Eduardo, el abuelo de Analía, estudió en Buenos Aires el oficio de sastre, por lo que antes, aquel restaurante fue una famosa sastrería.
La Porteña comenzó como casa de té en 2006. Ahora, también cocinan los hijos de Analía, Federico y Juan Manuel Gómez. Ofrecen deliciosos ravioles de espinaca y seso, sorrentinos de conejo o de queso azul, osobuco braceado, lasañas y algunos platos al disco de arado, por lo que es una parada obligatoria si se pasa por Azcuénaga.
- Lefour
Bajo la dirección del aclamado chef Sébastien Fouillade, el restaurante ofrece una auténtica experiencia culinaria francesa que recibe elogios unánimes de los comensales. Entre las delicias que se preparan se encuentran panes de masa madre, pizzas y una variedad de carnes, incluyendo perniles, conejos y corderos. También hay especialidades como la sopa de cebolla y la sopa de topinambur, un tubérculo innovador que se cultiva en su propia huerta.
- Feria La vieja Estación
Cada fin de semana, el pueblo cobra vida con una vibrante feria artesanal que reúne a talentosos artistas locales y también visitantes, en donde exponen sus creaciones únicas, desde joyería hecha a mano y cerámica pintada hasta tejidos tradicionales. La gastronomía también destaca, con puestos que ofrecen una variedad de platos deliciosos, preparados con ingredientes frescos y recetas transmitidas de generación en generación.
Según María José, vecina del pueblo, el evento comenzó modestamente con solo unos pocos puestos de algunos vecinos. Sin embargo, al observar la gran llegada de visitantes, decidieron expandir la oferta, añadiendo más puestos y variedad, como plantas y mesas para acomodar a los participantes. Con el objetivo de ofrecer una experiencia diversa y enriquecedora, se esfuerzan por no repetir los rubros. Así, los turistas pueden disfrutar de una amplia gama de productos, incluyendo cerámica, antigüedades, huevos, quesos y salames de campo, bijou de acero, tejidos, pinturas, cuchillos artesanales, plantas y mucho más. “La paz del lugar es todo”, aseguró en diálogo con LA NACION.
- El Almacén CT&Cia
Otro lugar imprescindible es este rincón donde todo se mantiene como antes. Aquí se puede disfrutar de platos caseros auténticos en un ambiente acogedor, que cuenta con una decoración hogareña con ladrillos a la vista. En el caso de visitar el pueblo, es fundamental vivir la experiencia de este encantador espacio, que captura la esencia de tiempos pasados y ofrece una atmósfera única.
“Somos un restaurante familiar atendido por sus dueños (...) Desde 2011 ofrecemos platos caseros con recetas familiares heredadas y propias que cocinamos como para la familia. Si querés disfrutar de un buen asado, pastas, minutas, picadas de campo, exquisitos postres y, sábados por la noche, mariscos y pescados, este es el lugar. En nuestros salones repletos de historia, podés comer a la carta o elegir un menú fijo de pasos con opciones riquísimas. Ofrecemos servicio para grupos y realizamos eventos”, explican en su sitio oficial.
- Hospedajes rurales
Hay varias alternativas para quienes desean hospedarse en el pueblo y vivir la experiencia completa. Una opción destacada es la posada La Magnolia, una estancia rural ideal para conectar con el campo y disfrutar de la tranquilidad. Atendida personalmente por sus propietarios, este lugar ofrece un ambiente acogedor y personalizado. Además, al reservar, los huéspedes disfrutan de un desayuno de campo incluido, que resalta la autenticidad y el sabor local, complementando la experiencia rural con un toque casero y cálido.
Por otro lado, está La Negrita Casa de Campo, que, aunque se encuentra a unos seis kilómetros del pueblo, se volvió una excelente opción para quienes buscan detenerse y relajarse. La casa se alquila en su totalidad y es ideal para disfrutar de una experiencia rural en familia o con amigos. Según los propietarios, uno de los aspectos que más aprecian los huéspedes es la tranquilidad de estar en un lugar apartado, sin vecinos cercanos.
“Te tiene que gustar el campo y la privacidad”, explicaron. La casa está equipada con ropa blanca, todo lo necesario para cocinar, bicicletas para pasear, juegos de mesa, una piscina, mesa de pool, una biblioteca, paletas y mucho más.
Estas son solo algunas opciones, ya que también hay otras alternativas de alojamiento disponibles en el pueblo que ofrecen distintas experiencias y comodidades para todos los gustos.
Para recorrer Azcuénaga a pie de manera completa, el circuito ideal incluiría también visitar la Escuela N° 4 (fundada en 1893), la capilla Nuestra Señora de Rosario (inaugurada en 1902), el horno a leña de la panadería La Moderna (de 1917), que ganó el premio a la mejor galleta de campo, el club Apolo y La Posta, el nuevo parador ideal para los ciclistas y visitantes.
Cómo llegar
- Se debe ir por la RN 7 hasta San Andrés de Giles. Allí, tomar por RP 193 unos 11 km hasta Azcuénaga. Desde Buenos Aires, son 108 km.
- Por otro lado, se puede llegar por Acceso Norte, Autopista Panamericana, ramal Pilar, ruta 8 hasta el km 99. En ese marco, doblar a la izquierda y tomar ruta mejorada, pero no demasiado, solo por 2 km hasta llegar a Azcuénaga.
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