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Luego de haber estado varios años en prisión, tras recuperar su libertad Héctor consiguió un empleo en una herrería a más de una hora de distancia de su casa. Trabajaba todos los días desde las seis de la mañana hasta las primeras horas de la noche. Al poco tiempo, el dueño lo nombró encargado del local. Estaba orgulloso, al fin tenía una oportunidad para demostrarse a sí mismo y al resto que podía vivir de otra manera. Pero su satisfacción fue efímera.
"El dueño escuchó que le comentaba a un compañero que había estado preso. Esa misma tarde me llamó y me preguntó si era cierto. Yo no mentí. Entonces me pidió disculpas y me explicó que por principios él no contrataba chorros", recuerda Héctor. Su historia es el ejemplo del círculo vicioso en el que se encuentra inmerso una persona que tiene antecedentes penales.
"Tenía tanta bronca que cuando llegué a mi casa agarré dos pistolas y me fui a robar", cuenta. Pero gracias a la ayuda de su mujer, recapacitó y formó, en 2015, junto con Luis, de 36 años, una cooperativa dedicada a la construcción que emplea solo exdetenidos, "Los Topos", en el partido de Tres de Febrero de la Provincia de Buenos Aires, que actualmente emplea a más de 200 trabajadores, todos con antecedentes penales. Desde entonces Héctor no solo no volvió a delinquir, sino que además siente la satisfacción de ser un ejemplo para los jóvenes de su barrio.
"Nosotros sabemos que salvamos vidas. La de aquel al que le damos trabajo y para la sociedad, porque sacamos a un delincuente de la calle", dice Héctor.
Su compañero, Luis, que es el encargado de conseguir obras, también conoce el sistema penitenciario de cerca. Transcurrió allí más de 15 años de su vida y, aunque cumplió su condena, actualmente regresa a distintos penales para capacitar a aquellos detenidos que están próximos a recuperar su libertad en todo lo relacionado a la ejecución de una obra, porque considera que la cárcel "no prepara para el afuera".
"Hemos tenido chicos que no sabían agarrar una pala. ¡Es una pala amigo! Me ponía loco porque la obra tenía que avanzar sino no cobrábamos, pero después me decían que habían estado 17 años en un penal y ahí lo comprendía todo. No te enseñan ni lo básico", dice.
Según el último informe del Sistema Nacional de Estadísticas sobre Ejecución de la Pena (Sneep 2018) publicado por el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, solo el 22% de los más de 100.000 presos del país participó en algún tipo de programa de capacitación laboral. Es decir que casi el 80% no recibió instrucción laboral alguna.
A su vez, el informe expone que durante 2018 más de la mitad no participó en ningún programa educativo y que solo el 34% de los detenidos cursó la primaria y un 10% el secundario completo, mientras que casi la mitad (44%) no tenía oficio ni profesión al momento de ingresar al penal.
La Fundación Espartanos, que desde 2009 trabaja en la cárcel de San Martín, considera que con sus programas de educación, trabajo, deporte y espiritualidad, evitan aproximadamente 246.375 delitos por año. Según la Fundación, ya suman 225 los exespartanos que lograron insertarse socio-laboralmente contratados para trabajar en diferentes rubros. Mientras que los espartanos que se encuentran en los pabellones, se dedican a la confección de barbijos y otros insumos que donan al Servicio Penitenciario y a otros internos para reforzar los cuidados contra el coronavirus.
Ante la falta de recursos, la reincidencia
Luis piensa que las cárceles están "superpobladas" de reincidentes, la mayoría de los que están detenidos no cumple condena por su primer delito, sino que "es gente que cuando sale de prisión se encuentra con que no tiene ninguna oportunidad [laboral] entonces vuelve a delinquir". Por eso, si bien reconoce el valor de la educación, resalta la importancia de enseñar un oficio durante el tiempo en que la persona está en prisión, sumado a la posibilidad de acceder a un trabajo cuando sale en libertad. "No quiero ser un exdetenido culto y morirme de hambre. Quiero ser un exdetenido con trabajo", enfatiza.
Según el informe Sneep, un 26% de los detenidos con condena en el país (50.628) son reincidentes o reiterantes en el delito.
Desde que salió de prisión hasta que organizó la cooperativa, Luis pasó por varios trabajos. Asegura tener más de 23 altas de AFIP, porque duraba dos o tres meses hasta el momento en que le pedían un certificado de antecedentes penales y exponía su pasado. "Siempre me decían lo mismo: ‘Mirá pibe vos te deslomás, pero no trabajamos con tu perfil’. A veces ni eso, luego de ver mis antecedentes no me renovaban el contrato. Era muy frustrante", dice.
Para él, la cuestión se simplifica en una frase: "El nenito pobre da lástima, el viejo pobre da pena, pero el joven no. El joven queda marginado. Y si a eso le sumas que estuvo preso, el rechazo es mayor". Luis está convencido de que ellos, los exdetenidos, forman una "cuarta clase social" que a nadie le preocupa, pero que existe. Y dice que esa "desidia por parte del Estado" es la que buscan cambiar desde Los Topos.
Por eso, para Luis la labor de la cooperativa tiene un doble beneficio para la sociedad. Por un lado, dar trabajo a un grupo social excluido y por otro, sacar a un potencial delincuente de las calles. Con Los Topos, ellos aseguran haber cambiado "la lógica del barrio", que consiste en que los amigos del delincuente le guardan un arma al que está preso hasta que recupere su libertad para que luego pueda volver a robar. Ahora, "cuando alguien del barrio sale de prisión nosotros le ofrecemos un trabajo", dice.
"Encontrar un lugar en la sociedad, para vos y para tu familia, es lo que necesita la gente cuando sale en libertad: cómo planificar su vida sanamente. Porque comprendimos, aunque después, que el trabajo dignifica. Parece una frase trillada, pero no lo es. El laburo nos hizo reconocernos como personas y reconocer también al otro", dice Luis.
En la Argentina, la tasa de población carcelaria se viene incrementando todos los años y se ubicó en 2018 en 213 detenidos por cada 100 mil habitantes, más del doble de lo observado en el año 2000. La principal causa de detención es la comisión de delitos de robo y/o tentativa de robo seguido por infracciones a la ley de estupefacientes.
En la provincia de Neuquén, en la localidad de Centenario se encuentra la cooperativa La Libertad, dedicada a la agricultura con huertas orgánicas, cría de aves y el agroturismo. Allí, su fundador y exdetenido Néstor, de 50 años, cuenta que a través del cooperativismo encontró la manera para reinsertarse en la sociedad, junto a otras 14 personas, algunos exdetenidos y otros familiares directos de aquellos.
Según Néstor, el principal problema de la reinserción de los exdetenidos es la ausencia del Estado, pues cree que "hay mucha reticencia de la sociedad a involucrarse" y por eso asegura que su labor es "titánica".
En esta línea, el juez penal Mario Juliano considera que actualmente las posibilidades de reinserción laboral de un exdetenido "son nulas", principalmente porque "hay poco trabajo, sumado al prejuicio".
En el barrio de Chacarita, de la ciudad de Buenos Aires, trabaja Claudio, de 48 años, fundador de la cooperativa textil Hombres y Mujeres Libres. Él estuvo más de 20 años en prisión, entrando y saliendo del sistema. La última condena que cumplió fue de nueve años. Allí terminó la secundaria y cursó varias materias de la carrera de abogacía.
Sobre el cambio en su modo de vivir, Claudio cuenta: "Antes, siempre que salía a la calle, llevaba un arma. Tenía planificada esa manera de vivir. Hasta que un día dije basta" y su mayor satisfacción es saber que su tarea es parte de un proceso para ayudar a aquellos que salen de prisión. "Los chicos que entran a la cárcel, cuando salgan van a tener donde ir. Yo no tenía esa posibilidad", explica.
Por convicción o conveniencia
"La única herramienta que tenemos los más pobres, incluyendo a los exdetenidos, es el trabajo. No exigimos nada más que eso. La oportunidad de trabajar. Porque el delito no afecta al rico. El delito lo sufre la gente de clase media, el que sale a laburar todos los días", piensa el fundador de Los Topos y apunta a la relevancia social de que un exdetenido consiga trabajo: "Si bien somos una minoría, somos una minoría que hace ruido acá afuera. Es gente que si yo no le doy laburo te van a secuestrar o ponerse a vender "merca" en una esquina".
Luis pone en palabras lo que subraya Federico Cuomo, integrante de la Unión Industrial de Avellaneda, para promover la contratación de exdetenidos. "Hay que trabajar en esto por convicción -como en mi caso- o por conveniencia. Si a la gente que comete un delito, es juzgada, condenada y cumple la pena, después no le damos una oportunidad, entonces vuelve a delinquir", dice Cuomo y señala que el Estado debería dar incentivos para que las empresas al menos evalúen la contratación de exdetenidos.
Cuomo lleva contratadas en su fábrica envasadora de agua en bidones a ocho personas con antecedentes penales. "Salvo con uno, que tenía problemas de adicciones, la experiencia fue bárbara" y como dato de color señala que el que se encarga de las cobranzas estuvo detenido un año y cuatro meses por robo "y nunca faltó un peso".
Luis está convencido de que su tarea "da resultado a futuro" aunque muchas veces es complicado conseguir obras para dar trabajo a todos los integrantes, por eso enfatiza que es imprescindible que existan "decisiones políticas". Ejemplifica su idea con la construcción de la obra del Paseo del Bajo. "Es imposible que nos contraten para terrible obra, pero sí es posible que una cooperativa haga todas las veredas que se hicieron alrededor del paseo. ¿Cuántas personas de la cooperativa podrían haber trabajado ahí?", reflexiona.
Fiorella Canoni, directora de Readaptación Social del ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, sostiene: “No debe pensarse que por el hecho de que una persona haya estado durante 10 años entrando y saliendo de la cárcel no esté a tiempo de cambiar”. Para la funcionaria hay que “entender que son personas como cualquiera de nosotros que, para salir adelante, quieren cambiar las cosas y no cometer los mismos errores”.
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