Aulas cerradas: expertos en educación coinciden que la medida profundizará la desigualdad
Para los especialistas consultados la decisión del Gobierno fue apresurada y sin analizar la evidencia científica disponible sobre la situación sanitaria en las escuelas
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La suspensión de las clases presenciales desde el lunes, y por dos semanas, en el área metropolitana de la Provincia de Buenos Aires fue tan inesperada como movilizadora. Las familias, con niños en edad escolar, viven la incertidumbre de las horas previas mientras esperan algún gesto, político o judicial, que revea el cierre de las escuelas, y se organizan marchas y manifestaciones en rechazo. El consenso sobre una decisión apresurada y equivocada parece crecer con el correr de los días entre la comunidad educativa.
Varios expertos en educación, consultados por LA NACION, consideran que se trata de una medida desacertada, sin consenso siquiera en el Gobierno, que no solo afectará el nivel de aprendizaje de los alumnos sino también su lado emocional y podría profundizar aún más la desigualdad. Además advierten que las dos semanas por delante de clases virtuales podrían ser las primeras de otro largo período de confinamiento de los alumnos.
“Es fácil cerrar escuelas, el problema es abrirlas”, sintetiza Claudia Romero, doctora en Educación y profesora de la Escuela de Gobierno de la Universidad Di Tella. “Abrir escuelas siempre fue un riesgo, pero los estudios mostraron que es mínimo y que son más grandes los daños al mantenerlas cerradas. Toda la evidencia, que no teníamos el año pasado, lo demuestra por lo que la medida del Gobierno carece de fundamentos científicos”, amplia.
Romero sostiene que el procedimiento que derivó en el anuncio de Alberto Fernández fue equivocado y sin consenso porque el mismo día los ministros de Educación de todo el país, con esa evidencia, decidieron sostener la educación presencial a nivel nacional. “La angustia que hoy tienen los niños es por el cierre de las escuelas, por las formas que fue tomada la decisión y por enfrentamientos. No hay un mensaje de contención y eso genera mayor incertidumbre”, agrega.
De acuerdo a la experiencia del año pasado y las investigaciones disponibles en todo el mundo, la especialista cree que los efectos que tendrá la vuelta a las clases virtuales será la pérdida de alumnos, menos aprendizaje y mayor desigualdad. Con esta idea coincide Marcelo Miniati, director ejecutivo de la Fundación Cimientos. “El regreso a la virtualidad perjudica el desarrollo de todos los niños, niñas y adolescentes, pero especialmente de los sectores más vulnerables. El 55% de ellos no tienen conectividad y la virtualidad pone en riesgo su escolaridad. Investigaciones estiman que 1.500.000 de chicos están en riesgo de no continuar en la escuela”, informó.
En la misma línea se encuentra Gustavo Zorzoli, ex rector del Colegio Nacional de Buenos Aires, para quien la medida “fue inconsulta y apresurada desde el punto de vista político” y dejará al descubierto a las poblaciones más vulnerables. “El cierre de las escuelas nos vuelve a 2020. A los chicos los afecta emocionalmente y socialmente, además del aspecto educativo, por lo que no solo pierden en el nivel del conocimiento. Los chicos están enojados, tristes y deprimidos al no poder ir a la escuela, un escenario inimaginable hace dos años”, explica Zorzoli.
Un ajuste sectorizado, de acuerdo con la necesidad sanitaria de cada escuela, podría haber sido una alternativa para que el resto de los establecimientos puedan seguir funcionando normalmente o con alguna restricción menor, según la opinión del profesor de matemática, astronomía y computación.
“Es un disparate, una medida envuelta en una problemática política que no resulta de una evaluación del riesgo que ocasione la escolarización con respecto a los contagios porque los datos no avalan que haya más casos en las escuelas”, suelta con énfasis Guillermina Tiramonti, investigadora del área de Educación de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) y profesora de la Universidad Nacional de La Plata.
“Las escuelas deberían seguir abiertas y desarrollar algún programa para que los chicos pueden recuperar lo perdido el año pasado porque la educación virtual no reemplaza, de ninguna manera, lo presencial. La escuela es un combo que incluye el aprendizaje y la sociabilización de los chicos”, agrega Tiramonti, esperanzada en que el próximo lunes los establecimientos puedan recibir a sus alumnos.
La misma opinión manifiesta José María Segura, especialista en innovación educativa, sobre la medida adoptada por el gobierno nacional ya que sistema educativo había demostrado ser un ámbito “donde se producen pocos contagios y se convirtió en una práctica recurrente de diagnóstico” para saber si había gente contagiada. “No solo se pierde la utilidad de la escuela, que estaban recuperando cierta normalidad, sino también el mecanismo de ejercicio de hisopado y detección temprana de síntomas”, sostiene.
“El aula más peligrosa es el aula donde no se aprende, no la que está cerrada”, opina Segura. “No tengo dudas que el cierre de escuelas será más que estas dos semanas. Si todo esto lo podíamos prever, ¿cómo es posible que no se haya diseñado un sistema de educación a distancia? Habría que elaborar contenidos y plataformas, distribuir hardware y software, capacitar docentes, pero aquí no es una prioridad”, se pregunta.
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