Así son las nuevas fórmulas de la felicidad que llegan desde Europa
Vivimos en una época de presión desmedida, todo el tiempo conectados a los celulares, las redes sociales y la web, tratando de mantenernos informados a cada instante y siguiendo el ritmo vertiginoso de la tecnología. Ponemos mucho empeño en no quedar rezagados y en seguir surfeando la ola de la hiperconexión. Detenerse un momento y disfrutar se vuelve muchas veces una tarea compleja. Tanta carga, tiene sus costos.
En contrapartida, y buscando fórmulas para hacerle frente al estrés de los tiempos actuales, surgen (o se rescatan del pasado) cada vez más propuestas para reconectarse con lo esencial. Quienes quieran hacer el intento pueden inspirarse en estas tendencias europeas que prometen disfrutar más de la vida.
Nesting, la vuelta al hogar
La palabra significa anidar. En 2015, los especialistas en lifestyle de Gran Bretaña llamaron a este fenómeno housewarming (sería algo así como “calentarse en casa”). Se trata de redescubrir el arte de vivir el momento, gozando del espacio y los seres queridos. El objetivo es crear un espacio calmo, un refugio seguro al que siempre sea grato volver.
En este contexto, la actitud FOMO (las siglas en inglés de fear of missing out), que sería el miedo a quedar afuera de cualquier ocasión social, está siendo sustituida lentamente por la alegría de perderse esos planes y por el placer de disfrutar del tiempo en casa, reservándose momentos para uno y dedicarlos a la cotidianidad del hogar.
Cómo aplicarlo
- Una de las claves está en elegir quedarnos puertas adentro, junto a las personas que elegimos o en soledad, aun cuando sea fin de semana y tengamos mil planes tentadores.
- La cocina es una herramienta terapéutica popular en países como Estados Unidos o Gran Bretaña: la repostería, por ejemplo, es una de las actividades más eficaces para reencontrarnos con la calidez de la casa.
- Generar el tiempo para leer algunas páginas de una novela antes de acostarnos o hacer jardinería.
- Cualquier rutina indoor vale, incluso aburrirse. Estar sentado en un sillón junto a una persona que queremos, lejos de adormecer la mente, vuelve a la persona más altruista y empática. Se trata de frenar por unas horas la rutina que enloquece.
Es fundamental que los espacios sean cómodos y nos inviten a quedarnos. Hay gurús del orden en las redes sociales que pueden ser útiles para recolectar ideas, como Marie Kondo o Apartment Therapy que pueden funcionar muy bien en cualquier tipo de hogar.
Lagom: solo lo indispensable
Hay un refrán sueco que dice: "donde hay modestia, hay virtud". Y de eso se trata el lagom, una palabra que significa “tan bueno como debería ser” o “la medida justa”. No se trata de “vivir de forma más equilibrada”, como una fórmula secreta e irrealizable, sino de encontrar la armonía perfecta en cada uno. Lo que puede funcionar para algunos, puede no ser tan útil para otros. Para entender la verdadera esencia del lagom podríamos decir que el objetivo es alcanzar un estado de máxima naturalidad y mínimo esfuerzo. Su origen se remonta a los pueblos vikingos, y fue transmitida de generación en generación la idea de formar parte de un equipo y de dar lo justo para recibir exactamente lo mismo de los demás. Por sobre todo, los suecos se preguntan (y de este modo podríamos empezar): ¿qué entiendo yo por vivir bien? Acercarse lo máximo posible a la respuesta es la clave.
Cómo aplicarlo
- En situaciones concretas, como ir de compras, nuestras necesidades a menudo son muy inferiores a nuestros deseos; por eso, el desafío está en comprar exclusivamente lo que es de primera necesidad y nada más.
- El mismo concepto se aplica a las relaciones sociales: aprender a escuchar más, hablar menos y respetar los espacios del otro. Cuando dominamos las conversaciones y acaparamos el espacio, nos perdemos la oportunidad de aprender a escuchar los detalles.
- En el plano emocional funciona de la misma manera: descubrir nuestras necesidades reales y no las impuestas y hacer las paces con ellas, sin preocuparnos por el qué dirán.
- Cuando se trata de aceptar responsabilidades, el lagom fomenta la idea de ser directo: comunicar en seguida sí o no, sin rodeos ni titubeos, y sin sentimiento de culpa. Las presiones a las que nos sometemos se deben, muchas veces, a un exceso de compromiso y a las dificultades para decir que no.
- Con el descanso y la actividad física funciona del mismo modo: se trata de adoptar hábitos saludables pero que además podamos sostener (no sirve salir a correr durante dos semanas todos los días y después dejar). En esa búsqueda personal pueden ser cinco minutos de caminata matutina o un fin de semana de salir a patinar, dependiendo de la necesidad y el gusto de cada uno.
La regularidad nace del hábito y lo que se pretende es llegar a una vida saludable, pero sostenible. Deberíamos preguntarnos qué y cuánto es necesario para nosotros, y la vara debería ser nuestro propio criterio.
Hygge: la felicidad danesa
Gracias a esta forma de vida, los daneses se vanaglorian de ser los más felices del mundo, según el Instituto de Investigación de la Felicidad y el Bienestar que trabaja con la ONU. Esta expresión tiene varias formas de entenderla: la felicidad en las pequeñas cosas, el arte de crear intimidad, el confort del alma. El hygge tiene más que ver con el ambiente y la experiencia que con las cosas en sí mismas: el fin es sentirnos seguros, tener una sensación de hogar y permitirnos bajar la guardia, ya sea teniendo una conversación sin fin sobre pequeñas cosas con alguien que queremos o disfrutando una taza de té a solas. Para muchos es un misterio cómo los daneses son los más felices del mundo (ya que tienen un clima horrible y uno de los regímenes impositivos más altos). Sin embargo, ellos transforman ese modelo en una riqueza colectiva de bienestar: no están pagando impuestos, sino invirtiendo en calidad de vida. Se trata, específicamente, de disfrutar los momentos que tenemos y crear el ambiente para generarlos.
Cómo aplicarlo
Los daneses están obsesionados con la calidez, y todo lo que colabore con ella será bienvenido para lograr un ambiente más hygge, ya sea en casa, la oficina o en un espacio público. Para empezar, la luz: encender unas velas, o como ellos las llaman, luces vivientes. Las usan en todos los ambientes, aulas del colegio y oficinas, porque generan una intimidad emocional, y las ubican de forma estratégica para crear charcos de luz cálida.
- El manifiesto hygge pregona la presencia, disfrutar del aquí y ahora. Darnos espacios de placer sin culpa: un buen café, un chocolate, una torta el fin de semana.
- Sábados o domingos, después de una semana larga, dedicarle un tiempo a la familia, reunirse en el sofá a compartir alguna actividad frente a una chimenea, de ser posible.
- Hay un rasgo muy fuerte que pinta a los daneses y que podríamos adoptar: la igualdad, el nosotros por encima del yo. Un modo de vida humilde y lento, que consiste en preferir lo rústico por sobre lo nuevo, lo sencillo por sobre lo elegante y la atmósfera a la emoción.
- Los daneses lograron el mejor equilibrio entre vida y trabajo: nunca trabajan pasadas las 17.30. No conciben la posibilidad de hacerlo los fines de semana, porque ese es el momento que las familias tienen para encontrarse. Además, se esfuerzan por estrechar lazos: jugar juegos de mesa una vez por mes o disfrutar de un atardecer junto al mar.
- Por último, enfocar en las experiencias: a la hora de comprar, no se trata solo de adquirir algo, sino disfrutar el proceso. Que vestirnos no sea estar de moda, sino informal y cómodo, con estilo, pero sin estridencias. Las casas son las sedes de las experiencias hygge: el diseño de interior es una obsesión para los daneses y ahí está la clave.
En una época en la que conviven los nietos millenials y los abuelos más tradicionales con generaciones que están a medio camino, las antiguas costumbres regresan para quedarse. O para, tal vez, darle lugar a algo nuevo.
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