Donde otros ven desperdicios, latas de gaseosa, botellas de vidrio y pilas de neumáticos gastados, el arquitecto estadounidense Michael Reynolds encuentra una góndola con fabulosos materiales, resistentes y accesibles, con los que construir sus earthships: casas sustentables que, al igual que el Arca de Noé del pasaje bíblico, puedan sobrevivir aunque el mundo se vuelva cada vez más hostil. Reynolds es un visionario y como corresponde, su mirada es radical. Hace 45 años se reveló contra la arquitectura tradicional, a la que considera "alienada" y lejos de las necesidades urgentes de las personas y el medio ambiente. Lo supo a poco de terminar su carrera en la Universidad de Cincinnati, en 1969, y desde entonces indaga en nuevas formas de construir, convencido de que el mundo requiere un cambio de enfoque ante las amenazas del calentamiento global, la sobrepoblación, la escasez de recursos y la espiral de catástrofes naturales.
Para Reynolds, la solución está en lo que denomina "biotectura", una forma distinta de edificar, con la eartheship –la "nave tierra"– como su máxima expresión. Se trata de viviendas levantadas con métodos sencillos y usando lo que está a mano, en especial, eso que a simple vista solo parece basura. Cada unidad es por completo independiente de la red: no recibe energía eléctrica, tampoco agua ni gas, produce sus propios alimentos y cuenta con un sistema para el manejo de efluentes.
La biotectura se sostiene en seis principios ideados para sacar provecho a lo que ofrece la tierra:
- 1 Construir con materiales naturales y reciclados
- 2 Calefacción y refrigeración termal/solar
- 3 Electricidad solar y eólica
- 4 Recolección de agua
- 5 Tratamiento de aguas residuales
- 6 Producción de alimentos. Además de ser un sistema rápido y barato, se ahorra mucho en servicios: según los cálculos de Reynolds, para un hogar promedio en Estados Unidos, el gasto mensual de electricidad, gas, agua y alimento baja de US$9780 a US$3900.
Las escuelas dan a los chicos la chance de mostrarles a sus padres cómo repensar, porque ellos son demasiado viejos para hacerlo
Con los años, "Mike" y su equipo pasaron de experimentar como científicos locos a difundir sus diseños por todos los rincones del mundo. Hicieron casas para personas en busca de una vida en armonía con su entorno; actuaron en zonas de desastre natural, instruyendo a los sobrevivientes para reconstruir sus hogares; y hace unos años llevaron el desafío a otro nivel: hacer de la "nave tierra" una escuela. La primera fue en Uruguay, enJaureguiberry, departamento de Canelones, y ahora la segunda estará en la Argentina, en el partido costero de Mar Chiquita. La iniciativa llegó de la mano de la ONG uruguaya Tagma, en alianza con Earthship Biotecture, la empresa que dirige Reynolds. Al igual que la levantada en el país vecino, será una escuela pública rural, totalmente sustentable (ver recuadro).
Para presentar el proyecto, en enero pasado el arquitecto estuvo en el Centro Cultural San Martín, donde destacó la importancia de sumar a los niños a la ecuación. "Hay una palabra que, creo, hoy es la clave del planeta y es ‘repensar’. Las escuelas dan a los chicos la chance de mostrarles a sus padres cómo repensar, porque ellos son demasiado viejos para hacerlo", reflexionó Reynolds, entre risas. "Los adultos –agregó– están llenos de dogmas, creencias, sistemas, políticas y religiones. Los niños están intactos y son el lugar perfecto para que nazca este repensar".
Una escuela sustentable
En Mar Chiquita, a 400 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires, Michael Reynolds y su equipo, junto a decenas de voluntarios y 100 estudiantes de todo el mundo, empezaron a construir este mes y por 45 días una "nave tierra" de 270 m², donde funcionará la Escuela Pública N° 12. Luego de la experiencia de 2016 en Uruguay, la ONG Tagma, impulsora del proyecto Una Escuela Sustentable, encontró en Mar Chiquita voluntad institucional, sensibilidad ambiental y el trabajo previo de otra ONG, Amartya, también enfocada en la sustentabilidad y la educación. La obra se financiará con fondos privados –Ala, DirecTv y Disney– y luego el edificio será donado a la intendencia para que asistan cerca de 100 alumnos. Se utilizarán más de 2000 cubiertas usadas, 4000 botellas y 8000 latas recicladas. La energía eléctrica vendrá de una red de paneles solares y gracias al método de construcción, la temperatura se mantendrá estable todo el año, oscilando entre 18 y 25°. El edificio se abastecerá del agua de lluvia y tendrá su propia huerta. Como señaló Reynolds: "En el momento mismo en que los chicos crucen la puerta y entren a sus aulas, comenzará su educación sobre cómo vivir en este planeta".
Los integrantes de la ONG Tagma lo convocaron tras ver un divertido documental con su obra: El guerrero de la basura Mirá el trailer aquí. Está disponible en YouTube y cuenta sus inicios en el condado de Taos, estado de Nuevo México, donde construyó sus primeras estructuras sustentables y terminó conformando una comunidad. En el inicio del film, Reynolds grafica su mirada sobre el rumbo de la humanidad: "Me siento como en una manada de búfalos y todos forman parte de una estampida que va hacia un precipicio y caen uno tras otro. Yo estoy en esa manada y pienso: ‘No quiero ir hacia allá. No voy a caer’. Así que, de alguna manera, debo convencerlos para que giren a tiempo".
Nacido en una rigurosa familia bautista, de la que se fue cuando tuvo la oportunidad, hubo algo de su infancia que lo marcó: "Mi padre guardaba todo. Frascos, cartones de leche, llaves. Guardaba todo en el sótano y al bajar encontrabas cada frasco de mayonesa que habíamos consumido. Él no sabía qué hacer con eso, realmente no le servía para nada, pero decía: ‘Es demasiado bueno para tirarlo’". Mike, en cambio, sí logró darle un uso. "¿Qué es lo que más hay en este planeta, que seguimos tirando y tenemos en abundancia?: neumáticos. Son elásticos, térmicos, superfuertes y no usan cemento". Lo dice con el tono de quien acaba de descubrir la pólvora por segunda vez. Los neumáticos son la estrella de su construcción y la síntesis de su mirada. Rellenados con tierra apisonada, sirven para levantar paredes y dotar a las earthships de su sistema de equilibrio térmico. "No hay cuentas que pagar, ni por calefacción ni por aire acondicionado", explica en la película. Y sabe de lo que habla. En el desierto de Nuevo México, el invierno puede ser mortal. "Llega a -30° y hasta a -35°. Vivimos por más de 20 años sin ningún sistema de calefacción".
Todos esos materiales que desechamos son ahora parte de este planeta y es por eso que los usamos, porque están en todos lados. Son como tomar una manzana de un árbol
Sin embargo, hubo obstáculos más fuertes que las bajas temperaturas. Desde las demandas de clientes decepcionados, dado que las primeras casas eran experimentales, hasta las presiones de las autoridades norteamericanas, que exigían acatar las normativas vigentes. A fines de 1990, se vio forzado a renunciar a su licencia estatal de arquitecto para evitar un juicio por mala praxis. Al año siguiente, le revocaron su permiso nacional. En 1997, el condado de Taos detuvo las obras en su comunidad y consideró ilegal la subdivisión de los terrenos. Fueron años difíciles. Recién en 2004, luego de un farragoso proceso por el cual se adaptó a las normas, logró que la Comisión de Planeamiento le permitiera seguir construyendo. Así fue que presentó un proyecto para una Ley de Sitios de Prueba para el Desarrollo Sostenible. "Experimentan con bombas y con autos. ¿Por qué no podríamos hacerlo con casas?", se preguntaba. Los dos primeros intentos fracasaron y tuvo que esperar a 2007 para que se aprobara. Las cosas iban mejorando. Un año antes, conocida su tarea humanitaria tras el tsunami en las islas Andaman y con víctimas del huracán Rita, el Colegio de Arquitectos le regresó su licencia.
En su paso por la Argentina, Reynolds planteó que "todos esos materiales que desechamos son ahora parte de este planeta y es por eso que los usamos, porque están en todos lados. Son como tomar una manzana de un árbol". Lo mismo opinó del sistema constructivo: "La energía del sol está disponible en todos lados. ¿Por qué vamos a traer electricidad de una planta nuclear cuando el sol está calentando las casas? Los aspectos de física y biología que mantienen a los edificios confortables están disponibles y son gratuitos". Sostiende además que los seres humanos tienen que aprender a cuidar de sí mismos de forma directa. Es lo que él llama direct living, es decir, la vida directa. "Significa vivir directamente del sol, del viento, de la lluvia, de la física, la biología y de los materiales, porque están frente a nuestra cara en todas las ciudades del mundo".
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