12.000 m2 dedicados al arte en las afueras de París
Una impresionante obra arquitectónica para promover a artistas contemporáneos es un punto obligado en la recorrida sugerida por Saint Felicien por la ciudad luz. Y, claro, probar alguna delicia de su restaurante, dirigido por un chef francés con estrella Michelin
París tiene todo y de todo y muchas veces dan ganas de no salir de la ciudad, de quedarse dentro y caminarla de Norte a Sur, de Este a Oeste sin intentar alguna excursión que nos saque del molde.
El domingo a la mañana es el día del patrimonio y todos los museos parisinos están abiertos a los curiosos que quieran recorrerlos. En nuestro caso, la idea es aventurarnos un poquito más allá del mapa, así que enfilamos para los Bois de Boulogne, en el arrondissement 16, y llegamos a la Fondation Louis Vuitton, institución cultural que está por cumplir dos años de vida.
Inspirado en el Grand Palais, el edificio se descubre a lo lejos, entre el follaje, por el loco diseño del arquitecto canadiense Frank Gehry y por la instalación del artista conceptual francés Daniel Buren, que literalmente forró la estructura del museo, que suele ser blanca, con filtros de múltiples colores que cubren los 3.528 paneles exteriores de vidrio.
A medida que nos vamos acercando a la modernísima mole escuchamos un sereno murmullo: se trata de una larga hilera de escalones por la que descienden pequeñas cascadas de agua que van a parar hacia una suerte de laguna.
Desde allí, desde esa laguna, puede verse otra instalación, en este caso del artista islandés Olafur Eliasson. Concebida especialmente para la fundación, la obra se titula Contact y consiste en una coreografía de luces, espejos y reflejos por la que los espectadores pueden pasearse tranquilamente y generar una enorme variedad de imágenes, con preferencia por las selfies.
“El contacto”, dice el artista, “puede encontrarse en un ‘buen día’, en una sonrisa o en el hecho de sentir la mano de otra persona sobre la tuya: no es una imagen ni una representación. Estar en contacto es vincularse tanto con los aspectos positivos de la vida como con sus aspectos negativos. Para mí, se trata del primer paso hacia la inclusión”. Y así, incluidos, los visitantes de variadísimas nacionalidades y estilos rodean los bloques espejados disparando la cámara de sus teléfonos.
Este inmenso espacio cultural se terminó de construir a fines de octubre de 2014 para promover allí el arte y la cultura de los últimos años, apoyar a artistas contemporáneos a través de su colección permanente, las exposiciones temporarias, el auditorio que ofrece espectáculos de música, danza y expresiones artísticas en vivo, y la tienda de libros. Con una carta variada y sofisticada que va cobrando mayor elegancia a medida que el día transcurre, el restaurante Le Frank está a cargo del chef Jean-Louis Nomico, ganador de una estrella Michelin.
LA NACIONTemas
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