Argentinos en Israel: “Desde la ventana de mi casa, se veía cómo Hamas elegía a qué casa entrar para matar o secuestrar”
Diego Sciretta debió huir a la frontera con Jordania desde Sderot, la ciudad donde vivía con su madre que padece Alzheimer, por el brutal ataque del grupo terrorista
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Diego Sciretta es argentino y vive en Sderot, una ciudad ubicada a menos de un kilómetro de la Franja de Gaza y a unos 70 de Tel Aviv. Llegó a este país el 27 de septiembre de 1999, junto con sus Lucía, Simón y Guillermo. Y allí nació su cuarto hijo, Ariel.
Hoy, Sciretta, fundador de la Fuerza de los Trabajadores de Israel y miembro de la organización Enemigos por la Paz, vive con su madre de 90 años que padece Alzheimer.
“Un grupo terrorista ha ingresado a la ciudad de Sderot. Hay intercambio de fuego de armas livianas”, alertó Sciretta en un mensaje de voz, mientras se escuchaban disparos. De esa manera, comunicó a sus allegados sobre el brutal ataque del grupo Hamas, que dejó más de 1000 muertos, el sábado pasado.
Las sirenas comenzaron a sonar el sábado pasado a las 6.30. En ese horario comenzó un ataque misilístico, Sciretta afirmó en diálogo con LA NACIÓN que, en ese momento, no sintieron miedo porque hace 20 años que escuchan ese tipo de sonidos.
Sin embargo, hubo unos ruidos que sí lo alertaron y que llamó la atención: “Simultáneamente, empecé a escuchar las primeras detonaciones de metralletas. Ahí me di cuenta de que había algo más, de que sucedía algo nuevo, totalmente distinto”.
Y detalló: “Eran [sonidos] de misiles antitanques. Ahí se desencadenó una batalla dentro de nuestra ciudad, que incluyó la toma del cuartel de policía que está a metros de mi casa”. Fue una batalla que duró todo el día. Según contó, el grupo Hamas mató a los 20 policías que estaban dentro del establecimiento.
“El combate terminó entre las dos y tres de la madrugada, cuando el ejército israelí decidió volar la comisaría con misiles. Terminaron con los terroristas para poder recuperar la comisaría”, señaló Sciretta.
Sin embargo, en la calle la violencia persistió. Según indicó, en ese momento, más de 300 miembros de Hamas ingresaron a la ciudad. Algunos, siguió relatando, tocaban timbre en las casas, ponían granadas, volaban las puertas, ingresaban a las viviendas, fusilaban, secuestraban y violaban. Según explicó, el ejército finalmente recuperó la ciudad.
“Es terrible. Desde la ventana, se podía ver como una persona de Hamas elegía a qué casa entrar para matar o secuestrar a las personas”, reflexionó.
“En nuestra zona contamos con búnkeres, que son fuertes y están muy protegidos. Por lo general, se arma el refugio en el cuarto del más débil de la familia, en mi caso, el de mi madre”, describió. Y relató: “El primer día del combate ella durmió todo el día”.
Sin embargo, al día siguiente, ya una vez consciente de lo que sucedía, la intranquilidad la invadió. Y al tercero, entró en un estado de pánico y empezó a llamar a su madre.
Entonces, tomó la decisión de cuidar la salud mental de su mamá y de sacarla de la ciudad: “Si había que esquivar misiles y terroristas en el camino, lo iba a hacer y lo hicimos”, indicó. Y completó: “Nos prestaron dos habitaciones en una zona segura en el norte donde estuve dos noches, y luego de la municipalidad me dijeron que había disponible un hotel en la frontera con el reinado de Jordania”.
La solidaridad en tiempos de guerra
“En la organización de la cual soy miembro, que lucha por el sector democrático en contra de la reforma judicial de Israel. Estamos repartiendo comida a las personas que quedaron en la ciudad”, contó.
“Vamos con miembros del ejército, desde generales hasta soldados que ya no están en actividad, y repartimos comida a las personas que decidieron quedarse [en Sderot] porque los supermercados están cerrados”, relató.
Mientras él viaja a repartir la comida, su madre permanece en el hotel junto con una cuidadora colombiana que llegó a Israel hace tan solo 10 días. “Logró tranquilizarla en todo momento, en medio de las explosiones. Es importante recordar que entre los secuestrados hay muchísimos cuidadores de personas mayores y de bebés que son de América Latina y también trabajadores de la tierra y campesinos que vienen a trabajar acá desde distintos países de América Latina. Ellos también fueron secuestrados, violados, y masacrados”, destacó.
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