Argentinos en crisis. Por qué “hoy son muy comunes las consultas por depresiones”, como sostiene una reconocida psicoanalista
Presidenta de la Asociación Psicoanalítica Argentina, Mirta Goldstein, plantea que quien concurre a la consulta es “porque sufre, porque quiere resolver algún conflicto, porque tiene alguna situación en su vida”
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En las crisis económicas, en la política y en la vida de cada persona siempre hay una escena que opera detrás de los hechos que se manifiestan a la vista de todos. Y es a ese plano, difuso, a donde muchos argentinos buscan viajar utilizando al psicoanálisis como método de disección de su propio laberinto emocional. Al menos esa fue la tendencia hasta ahora, en un país que lidera el ranking mundial de psicólogos per cápita con 200 profesionales cada 100.000 habitantes.
Pero en un mundo en el que la inmediatez se ha transformado en una especie de necesidad básica, recostarse en el diván o sentarse en una silla de escritorio para visitar lugares incómodos durante un tiempo prolongado, a priori, suena como algo fuera de época. Sin embargo, el psicoanálisis también ha mutado, pero no en sus conceptos fundamentales, tal como explica Mirta Goldstein, presidenta de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) desde diciembre pasado, en una entrevista que brinda a LA NACION. Sino que el cambio está en la “praxis”, que es la manera de llevar al terreno los conceptos teóricos y clínicos.
Por su naturaleza, los consultorios son un espacio donde a través de los pacientes se manifiestan los problemas económicos, los cambios sociales y las crisis vinculares, entre otras dolencias que siempre tienen características personales, pero que, al mismo tiempo, hablan de aquella escena más amplia y profunda donde todos participan. ¿Cuáles son los problemas que aquejan a los argentinos? ¿Cómo el psicoanálisis aún logra mantener un lugar preponderante en la cultura local?
-¿Cuál piensa que es el origen de la vocación psicoanalítica de los argentinos? ¿Esa vocación sigue viva?
-Desde Sarmiento, cuando diferenció entre civilización o barbarie, apostó por la cultura y todos inmigrantes que llegaron desde Europa fueron generaciones que aspiraron a que sus hijos tuvieran educación y bienestar. Lo intelectual era un objetivo primordial, era un deseo, un anhelo. Recuerdo historias de pacientes que vivían en una familia analfabeta y el hijo que iba a la escuela leía para todos. Yo creo que la lectura, la escuela, fue un ideal que se hizo carne en la sociedad argentina y en ese contexto de amor a la cultura se incluyó el psicoanálisis como uno de los pensamientos más cercanos a ese ideal de no violencia, de no barbarie. Si hoy sigue así... yo diría que la Argentina cambió muchísimo, pero el psicoanálisis sigue siendo un espacio de reflexión, de pensamiento, no solo terapéutico. Creo que el psicoanálisis es una teoría sobre el sujeto, sobre el psiquismo, pero también sobre los vínculos y ahí incluimos a la familia, los amigos, las instituciones. Obviamente que el psicoanálisis ha sido fundador de la experiencia y la vivencia de profundizar en uno mismo y hoy ha tenido que ceder lugar a otras maneras de abordar generalmente la conducta. Pero el psicoanálisis se ocupa del sufrimiento, y el sufrimiento no es lo mismo que la conducta, esa es una gran diferencia.
-¿Qué tanto manifiestan los pacientes problemas vinculados con la coyuntura argentina y cómo lidian con eso?
-Los analistas somos parte de la sociedad y, por lo tanto, estamos también atravesados por el acontecer sociopolítico y económico. Sí tenemos lo que llamamos una disociación instrumental, es decir, dejamos de ser persona en el consultorio para ser escucha. Escuchamos el dolor de aquel que nos consulta y es por eso que el psicoanálisis no es un método de dar consejos y no es un método conductista, sino de escucha y también de estar en consonancia con ese sufrimiento. Dentro de la institución estamos ofreciendo cada vez más apoyo y orientación comunitaria. Lo hemos hecho cuando fue el atentado la AMIA, durante la pandemia y lo seguimos haciendo ahora ante las crisis, ante las guerras. Es frecuente tratar las problemáticas actuales de las masculinidades, de las polisexualidades, de los colectivos LTGBQ y las problemáticas propias de las mujeres. Por ejemplo, la desesperanza y la exigencia laboral pueden producir una postergación de la maternidad o una cancelación del deseo materno. Mientras que las masculinidades enfrentan una crisis por el empoderamiento femenino.
-¿Qué otras terapias se han popularizado en los últimos años? ¿Cuáles son las ventajas y desventajas del psicoanálisis respecto de esas terapias?
-Cada terapia aborda las cuestiones de diferente manera. Creo que la ventaja del psicoanálisis es que no se queda en la superficie, pero no se queda en la superficie, no de una manera, podríamos decir, banal, sino que no se engaña con que el sufrimiento es la circunstancia, el hecho, sino que siempre hay otra escena, hay una trastienda en lo que decimos y hacemos. A esa trastienda la llamamos lo inconsciente y allí pasan muchas cosas, como fantasías, sueños, pesadillas, anhelos, idealizaciones, agresividades, amores pasionales. Y podríamos decir que el hombre es uno con su circunstancia, pero también su circunstancia tiene que ver con su inconsciente. Lacan decía ´la realidad es el fantasma del sujeto´. ¿Y qué quiere decir esto? Que cada uno teje su realidad de acuerdo con algo que desconoce, que es su propia fantasmática inconsciente.
-¿Cómo fue cambiando la manera de enseñar y poner en práctica el psicoanálisis a lo largo de los años? ¿Es posible cambiar el enfoque de la terapia sin que esto signifique renunciar a que el paciente vaya en busca de un entendimiento profundo de sus emociones?
-El psicoanálisis ha cambiado en estos 120 años y obviamente ha pasado por diferentes etapas. Hoy tenemos un desarrollo muy extenso de la teoría psicoanalítica donde cada nuevo autor, cada nuevo pensador va descubriendo algunos aspectos que han quedado con menos desarrollo dentro de la teoría freudiana. Además, la práctica psicoanalítica, la clínica psicoanalítica, hace que la teoría también se vaya modificando, pero no en sus conceptos fundamentales, como el análisis de lo inconsciente, la pulsión, la transferencia y la repetición, sino en el modo de llevar adelante la terapia. Hoy el psicoanálisis a lo mejor ya no es el de las cuatro sesiones semanales porque la vida cotidiana se ha complejizado también. La práxis se adapta a los contextos. También vemos un psicoanálisis más realista, ¿en qué sentido?, el que consulta, consulta porque sufre, porque quiere resolver algún conflicto, porque tiene alguna situación en su vida. Hoy son muy comunes las consultas por depresiones. Otro cambio fundamental fue el análisis a distancia, esto también hay que resaltarlo porque modificó muchos criterios tenidos como verdades absolutas. Hoy tenemos que hablar de una presencialidad en el consultorio y una presencialidad que es la pantalla y que tiene otras características.
Otra de las cosas que habría que pensar es qué pasa con el psicoanálisis en el mundo y qué pasa en el mundo del psicoanálisis. Es por eso que en este año la actividad científica nuestra de la Asociación Psicoanalítica Argentina va a estar referida al psicoanálisis en el nuevo mundo con sus permanencias, sus transformaciones y sus mutaciones. Hay un mundo psicoanalítico en el cual ocurren muchísimos cambios y hay un psicoanálisis en el mundo que tiene que recoger los cambios de la cultura y de la subjetividad para poder estar a la altura de la época. El psicoanálisis tiene que ser contemporáneo de su época, es decir, tiene que apropiarse de la época y hacer algo con esa eso.
-¿Cómo cambió la formación de los psicoanalistas?
-Cada institución psicoanalítica elabora de manera diferente los cambios culturales y las modificaciones dentro del mundo psicoanalítico. Y sí, ha cambiado la formación y la transmisión del psicoanálisis. En la Asociación Psicoanalítica Argentina desde el año 74 tenemos una libertad curricular, libre elección de seminarios, de analistas, de supervisores y también de inclusión dentro del colectivo de miembros. Nosotros hemos incluido a los analistas en formación dentro de lo que es la organización institucional y la producción científica de esa organización. Entonces esto también marca una diferencia con otras instituciones donde no hay una integración. Yo creo que nuestra gestión justamente lo que busca es cada vez mayor integración de nuestro colectivo que incluye a los analistas en formación y aquellos que ya han llegado a la titularidad y a la membresía completa de nuestra institución.
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