Arde la ciudad: cómo es trabajar expuestos al calor extremo
Algunos buscan ese metro de sombra para caminar y aceleran donde se corta, para alcanzar otra vez esos centímetros de tregua. Otros se mueven rápido, a pesar del calor infernal, para llegar a sus sillas y desplomarse frente al aire acondicionado, hasta revivir y empezar el día laboral. Pero no todos tienen esa suerte: para algunos trabajadores, la actividad al rayo del sol es inevitable.
En lo que va de este verano, hubo 20 días en los que las temperaturas máximas superaron los 33° y 9 jornadas en las que el termómetro alcanzó los 35°, calor suficiente para que los que salgan a la calle sean únicamente aquellos a quienes no les queda otra.
LA NACION recorrió distintas zonas de la ciudad de Buenos Aires y habló con trabajadores cuya jornada laboral implica varias horas de exposición al calor del verano. "¡Olvidáte, te mata!", dice Matías Sosa (24) mientras rompe la vereda de la esquina de Avenida Libertador y Juncal, frente a la estación de Retiro. Sosa transpira, pero se mantiene erguido. Trabaja todo el día al lado de un motor que alimenta las herramientas eléctricas; eso levanta aún más la temperatura del ambiente. “No queda otra, hay que aguantar”, asegura, con una sonrisa. “Te acostumbrás; apenas llega el verano, los primeros días de calor se hacen duros, pero después es más leve; hay días peores que otros”, dice sin detener su tarea.
Al lado de donde trabaja Sosa hay un restaurante. Allí, Hernán Castillo (27) trabaja frente a un horno: saca pizzas y empanadas cada dos minutos. Tiene siempre a mano un vaso lleno de hielo con un poco de gaseosa. “Me mantengo hidratado, así aguanto. Trabajo entre ocho y doce horas acá adentro, pero creo que prefiero estar acá, que cocinándome en el asfalto”, confiesa.
En Plaza San Martín los árboles purifican y refrescan el aire. Palacio Gonzáles apoya una pierna en un banco sobre el cual se deja caer. “Aprovechamos cuando hay que trabajar a la sombra, pero hay veces que no queda otra que salir a donde pega el sol de lleno”, dice Gonzáles y apunta a las barrancas de Plaza San Martín, donde no hay un metro de sombra. Los rayos del sol afectan el pasto, que cada semana cortan para dejarlo verde fosforescente. “Por suerte nos tocó trabajar en esta plaza y no en los canteros de la 9 de Julio, no me quiero imaginar lo que es eso”, dice y se ríe.
Enero arrojó hasta hoy una media de 25,7°, apenas superior a la del primer mes de 2017, que cerró con 25,5° y fue el año más cálido de la historia según el Servicio Meterológico Nacional (SMN).
Se denomina ola de calor a una sucesión de al menos tres días consecutivos con temperaturas que superan los 22° de mínima y 32,3° de máxima. Este verano hubo una sola, entre el 10 y el 12 de enero.
La ola de calor más prolongada registrada en el país fue en 2013. Duró nueve días: del 22 de diciembre hasta el 30 de diciembre. Para los archivos del SMN, el día más caluroso de la historia fue en enero del año 1957: la temperatura llegó a 43,3°.
Pequeños trucos para sobrevivir al calor
“Diez kilos más peso con este uniforme”, se queja una policía de la ciudad, parada en la esquina de Tucumán y San Martín. Comenta que con el tiempo aprendió a protegerse de las altas temperaturas. “El año que entré me dio un golpe de calor, me desperté en el hospital”, cuenta. Dice que con la experiencia soporta mejor el verano. “Es fundamental moverse e hidratarse. Cada tanto entro en algún local con aire acondicionado. Además, es mi trabajo”, explica.
“Tremendo. Además la moto calienta el aire aún más”, cuenta Diego (42). El hombre hace encargos y trámites en moto, se viste todo de negro con pantalones largos y usa una camisa y un casco con una tela de terciopelo que baja por su cuello. Explica que no puede usar bermudas, porque hay empresas que no permiten la entrada de gente en pantalones cortos, y que viste de negro -a pesar del calor- porque la ropa clara se ensucia fácilmente. Cuenta también que el aire que le pega en la cara cuando acelera la moto no le llega fresco: “Prácticamente, los únicos minutos de respiro son cuando entrás en algún lado con aire acondicionado a hacer la entrega”.
Esta semana sigue el calor
Tendrán que rezarle al sol, esta semana, quienes trabajen al aire libre. El SMN pronostica días de calor sin interrupciones, con temperaturas máximas todos los días por encima de los 30° y un jueves infernal con temperaturas que pueden superar los 35°.
Lucas González (24) está parado al lado del semáforo, en la dársena que divide las dos manos de Paseo Colón. “Siento que mi rol es ayudar a que los peatones que vienen agobiados cambien sus caras largas al ver una persona que se derrite al sol hace tres horas”, dice con sarcasmo. “Me acostumbré; cuando tengo que dirigir el tráfico se hace más leve porque me distraigo”, dice en voz alta, porque el ruido de tránsito es constante e intenso.
Un hombre vende choripanes y hamburguesas en un puesto en la estación de Retiro, pero a pesar de las gotas que bajan de su sien y recorren su mandíbula, no se queja. Al contrario. “Me viene bien el calor, porque es cuando más vendo. Yo gano comisión por venta de bebidas. Tomo agua todo el día. Te la aguantás”, dice exultante mientras agrega una hamburguesa a la chapa.
En un andamio que baja y sube hasta el techo, a quince metros del suelo, en un edificio de oficinas de fachadas de vidrio en Vicente López, trabajan tres personas que terminan de colocar chapas entre cada ventana. La brisa que pueda correr ahí arriba es apenas una caricia. El reflejo del vidrio y el uniforme de manga larga que deben utilizar aumentan la temperatura corporal. “Corre un poco más de aire que acá abajo, pero no se siente”, dice Elio Silisque (34). Explica que tratan de aprovechar cada segundo de sombra que detectan, pero que hay veces que no queda otra que subir a calcinarse un rato. Hacen pausas de cuatro o cinco minutos cada veinte, porque si no el trabajo no se sostiene.
Ignacio Lugo (42) trabaja en una obra para el gobierno de la Ciudad, mientras el microcentro hierve. “El sol no te tumba, estamos acostumbrados. El fin de semana sí te tumba”, larga, y se ríe junto con sus compañeros.
Recomendaciones para días de calor extremo
Tomar precauciones para evitar los golpes de calor es fundamental. La nutricionista Romina Scardaccione da algunos consejos:
Hidratación
- Es fundamental beber agua. Entre tres y cuatro litros por día. Se recomienda beber de a sorbos sin esperar a tener sed porque significaría que ya estamos 2% deshidratados.
- Evitar gaseosas con mucha concentración de azúcar. Apuntar más bien a aguas saborizadas y jugos naturales.
Alimentación
- En los días de mucho calor hay que buscar consumir menos calorías e hidratarse más.
- Para el desayuno Scardaccione recomienda: jugos de fruta, con alguna tostada. Evitar el típico café con leche y medialunas y el jamón embutido.
- Almuerzo y cena: comer carne blanca como pescado y atún que se digiere mejor que las carnes rojas. No dejar de comer verduras y ensaladas de hojas, que son muy ricas en minerales y ayudan a mantenerse hidratado.
- Evitar comidas que hagan levantar la temperatura y que lleven mucho tiempo digerir.
- Para entre comidas se recomiendan frutas frescas, de estación o también algo salado, pero liviano para levantar la presión, como alguna tostada con queso o pinchos capresse.
Hábitos
Es también importante conocer algunos hábitos fundamentales para hacer estos días más llevaderos y evitar incidentes.
- Evitar a toda costa elevar la temperatura corporal. Por eso se recomienda no hacer actividad física ya que es un factor de riesgo para un golpe de calor que no es otra cosa que un exceso de temperatura en el organismo y puede implicar malestar, confusión, pérdida de conciencia y hasta desmayos.
- Usar ropa liviana y blanca. Protegerse la cabeza.
- Secar la transpiración para permitirle al cuerpo que siga transpirando así puede bajar la temperatura corporal.
- No mantenerse estático.
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