El rifle de asalto AR-15 fue construido para crear lo que uno de sus diseñadores llamó "el máximo efecto de daño". Sus balas pequeñas –puntiagudas, de menos de cuatro gramos de peso– viajan a casi tres veces la velocidad del sonido. Cuando la bala impacta en el cuerpo, la carga explosiva de energía cinética abre un agujero en la carne –esencialmente un espacio inerte– que colapsa sobre sí mismo, destruyendo tejidos inelásticos, nervios, vasos sanguíneos y órganos vitales. "Es una máquina de matar perfecta", dice el Dr. Peter Rhee, un cirujano especialista en traumatología y capitán retirado con 24 años de servicio en la Armada. ¶ Rhee es famoso por haberle salvado la vida a la política de Arizona, Gabby Giffords, luego de que le dispararan en la cabeza durante un tiroteo masivo en 2011. "Una herida de pistola es simplemente una puñalada con una bala", dice Rhee. "Entra como un clavo." Pero con los disparos de alta velocidad del AR-15, agrega, "es como si le dispararas a alguien con una lata de Coca-Cola".
Las diferentes versiones del AR-15 han sido el rifle de asalto estándar del ejército de Estados Unidos en todas sus guerras desde Vietnam. Pero sólo en los últimos doce años los modelos semiautomáticos se transformaron en un clásico de la vida norteamericana. Los productores de armas –incentivados por el Congreso y amparados en la Segunda Enmienda– han elevado el AR-15 al altar de la personificación de la masculinidad civil, de la independencia y el patriotismo. En el proceso, este rifle de combate que ya no está protegido por ninguna patente se volvió un arma infinitamente adaptable que ahora constituye un quinto de todas las armas que se venden en Estados Unidos. El gobierno federal lo considera "un rifle de asalto semiautomático" con tambor que "no tiene ningún propósito deportivo". Pero la National Rifle Association ahora llama al AR-15 simplemente el "Rifle de América".
El boom del AR fue terrorífico para el resto de nosotros. Adam Lanza atacó la escuela Sandy Hook Elementary con un Bushmaster AR-15, descargando 150 balas en menos de cinco minutos y masacrando a 20 niños de primer grado. James Holmes blandió un AR-15 "Military & Police" (M&P) de Smith & Wesson cargado con un tambor de 100 balas en su ataque a una sala de cine en la que asesinó a 12 personas e hirió a 58. Los tiradores de San Bernardino, California, cargaron con un par de AR-15 en su agresión inspirada en ISIS que dejó 14 muertos. Omar Mateen, el tirador de Orlando, empleó un AR ocultable "de próxima generación" Sig Sauer para asesinar a 49 personas y herir a otras docenas en la discoteca Pulse: el tiroteo masivo más letal de la historia moderna de Estados Unidos.
"Una y otra vez vemos que se lo usa para hacer aquello para lo que fue diseñado, es decir matar un montón de gente en un breve lapso de tiempo", dice Mark Barden, director de Sandy Hook Promise, un grupo dedicado a proteger a los niños de la violencia por armas. Daniel, el hijo de Barden –precoz, bondadoso, un as en el metegol– fue uno de los estudiantes asesinados en Newtown, Connecticut. "Está diseñado para el combate", dice. "No tiene ninguna aplicación práctica en la sociedad civil."
Los productores de armas dicen que el AR-15 civil es un "rifle deportivo moderno", e insisten en que la restricción de los disparos automáticos de algún modo neutraliza el arma. El gremio de la industria, la National Shooting Sports Foundation (NSSF), sostiene que los "rifles del estilo del AR-15 NO son ‘armas de asalto’", y agrega que las armas "parecen rifles militares… pero funcionan como cualquier otra arma semiautomática civil". Esta línea argumentativa es difícil de adecuar al propio Manual de Combate del ejército, que les enseña a los soldados que el fuego semiautomático es "la técnica de disparo más importante en el combate rápido moderno", y suma: "Es sorprendente lo devastadores que pueden ser los disparos semiautomáticos rápidos".
El ejército estadounidense eligió al AR como su rifle de infantería por la misma razón por la que es un peligro evidente y presente en el mundo civil: es increíblemente fácil de usar. Antes de un viaje al polígono de tiro de Threat Dynamics en agosto, yo jamás había disparado un arma. Mi entrenador –un ex policía de ojos pálidos llamado Chris– me pasa un AR hecho por Daniel Defense, quien vende sus armas con fotos de soldados estadounidenses y la frase: "Usá lo que ellos usan".
A pesar del aspecto amenazante del arma, Chris me asegura: "Lo pueden usar hasta chicos chiquitos, casi no te da culatazos". Dentro del polígono, adquiero una pose de combate. Las caderas rectas frente al objetivo. Las rodillas flexionadas. Ligeramente inclinado hacia adelante a partir de la cadera. El ojo derecho detrás de la mira. El pulgar en el seguro. Disparo. Suelto.
Disparando al torso del perfil humano, agoto dos cajas de municiones. Cuando mi sesión de media hora con Chris está por terminar, cargo 20 balas más en el tambor, pongo la cabeza de mi objetivo en mi rango visual, a menos de dos metros... y disparo.
El rifle descarga balas más rápido de lo que yo puedo direccionarlo, pero estoy aprendiendo el ritmo con el que se mueve. Cómo salta con cada disparo, antes de volver al objetivo. Ahora más rápido. Boom. Boom boom. Boomboomboom. En menos de un minuto el tambor está vacío. Dieciocho disparos van directo al objetivo: la frente, la cara, la pera. Una bala pegó cerca de la yugular. Sólo erré un disparo.
La historia de cómo esta obra maestra de la tecnología de guerra se transformó en un éxito de miles de millones de dólares para los productores de armas domésticas pone al descubierto tanto el poder como la temeridad de la industria armamentística. Con millones de rifles de asalto semiautomáticos en manos de civiles en este momento, y menos que un pago con tarjeta de crédito mediando entre un asesino desatado y una de estas armas, el AR-15 emergió como uno de los puntos más álgidos en el debate sobre las armas en Estados Unidos. Después de cada nuevo ataque, mientras los defensores del control de armas piden mayores restricciones para los rifles de asalto, los clientes se apresuran a ir a las tiendas de armas locales para acumular aún más, ocasionando una suba en las ganancias de los productores.
Antes de la elección de Donald Trump, la corriente legal se estaba moviendo. Las cortes federales habían apoyado leyes de algunos estados que limitaban el poder del AR-15. La Corte Suprema incluso mantuvo una norma que los prohibía por completo. La NRA nunca lo va a admitir, dice Adam Skaggs, director de litigios del Centro Legal para la Prevención de Violencia de Armas, pero el precedente actual es claro: "Una ley que dice que no podés caminar por la calle con un AR-15 y un tambor con 30 balas", dice, "no viola la Segunda Enmienda".
Ahora, el futuro de los rifles de asalto civiles parece mucho más seguro. Trump, llevado a la Casa Blanca con ayuda de millones de dólares de publicidad pagados por la NRA, está a punto de torcer al poder judicial federal para satisfacer los requisitos del lobby de las armas. Este proceso comienza con el reemplazo del fallecido juez de la Corte Suprema, Antonin Scalia, por otro incondicional pro-armas. Durante la campaña, Trump destrozó las restricciones a las armas de asalto y dijo que eran "un completo fracaso". "El gobierno", decía su plataforma, "no tiene nada que hacer dictaminando qué tipos de armas se le permite tener a la gente buena y honesta".
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El rifle de asalto nació en la Segunda Guerra Mundial. El "Sturmgewehr" o "rifle de tormenta", de los nazis, introducido en 1944, fue diseñado para reunir la liviandad y la velocidad de una ametralladora con el poder y la precisión de un rifle. Venía equipado con un tambor desmontable de 30 balas, y demostró ser un recurso letal para los nazis, que masacraron olas de reclutas rusos en el frente oriental. Los soviéticos estrenaron su propio rifle de combate en 1947: el Avtomat Kalashnikova o AK-47, robusto, casi indestructible, con el que se enfrentaron los GIs americanos en casi todo combate militar desde entonces.
Cuando la guerra se trasladó de las trincheras hacia combates más abiertos, de estilo guerrilla, el "rifle de asalto" (una traducción "des-hitlerizante") evolucionó. Estados Unidos llegó tarde a la carrera de las armas livianas, pero finalmente contestó con el AR-15. "AR" no significa "assault rifle" o rifle de asalto, sino Armalite Rifle, un nombre extraído de la pequeña compañía californiana que lo diseñó. Armalite era una subsidiaria de una fábrica de aviones, y creaba armas livianas a partir de aluminio de calidad de aeronaves y plásticos modernos, buscando modernizar los rifles pesados de madera y acero usados por los soldados en la Segunda Guerra Mundial y en Corea, para la era de los jets.
En 1957, la Armada contactó al diseñador estrella de Armalite, Eugene Stoner, y le transmitió una orden: que produjera un rifle de menos de tres kilos, de alta velocidad, y que disparara en modo automático y semiautomático, con un poder de fuego capaz "de penetrar un casco de acero o armaduras estándares a menos de 500 metros. Stoner era un veterano brillante de la Marina, que no tenía más que un título secundario de Long Beach Poly. Tenía anteojos gruesos y le gustaba usar moño, lo cual le daba una apariencia modesta, como un Orville Redenbacher del diseño de ametralladoras. Su respuesta al pedido de la Armada fue el AR-15, un arma excepcionalmente balanceada, con poco efecto de retroceso, lo cual implicaba que los soldados podrían mantener el nivel del rifle, y el objetivo, más fácilmente en el combate.
Según las mediciones de la propia Armada, Stoner había construido una máquina de guerra superior. Un informe del Pentágono de 1959 encontró que el arma de Stoner era "mucho más efectiva" tanto "en volumen de fuego como en la cantidad de objetivos alcanzados" que su competidor, el rifle M14, concluyendo que "una brigada de cinco a siete hombres armados con el AR-15 podría ser tan efectiva como una brigada de 10 hombres con el M14". El jefe de las Fuerzas Aéreas, Curtis LeMay, famoso por haber dirigido el bombardeo de Tokio e inspirado el personaje del General Ripper en Dr. Strangelove, se había enamorado del arma tirándoles a melones con un AR-15 en un festejo del 4 de Julio. Después de haber destruido dos de los tres melones de la fiesta, la leyenda dice que LeMay puso el tercero frente a sí y luego reconsideró: "A este hijo de puta mejor nos lo vamos a comer".
Pero el M14 tenía otros defensores poderosos –y la inercia– de su lado. El arma disparaba las balas de alto calibre en las que la Armada confiaba desde hacía décadas, y los muchachos del Pentágono odiaban las balas pequeñas y rápidas del AR. La tradición ganó y el M14 pasó a producirse. El presidente Kennedy le ordenó personalmente al general LeMay que dejara de molestar al Pentágono. Armalite, creyendo que su arma no tenía un futuro militar, le vendió los derechos a Colt por 75.000 dólares y un 4,5 por ciento de las ganancias futuras.
Sería necesaria la intervención de la Advanced Research Projects Agency (ARPA) –la rama tecnológica del Pentágono, hoy conocida como DARPA– para asegurar el futuro del AR-15 como arma de combate. La ARPA presionó al Pentágono para asegurarse el uso de 1.000 rifles por parte de las tropas vietnamitas y de sus entrenadores de las fuerzas especiales americanas en 1961. El rifle sobrepasó las expectativas en el combate. Y para agosto de 1962, ARPA había confeccionado un informe confidencial acerca del desempeño del arma en la guerra.
El AR-15 era adecuado para los "combates breves y violentos, a corta distancia, que caracterizan la guerra de guerrillas en Vietnam", informaba la ARPA, señalando que en este "tipo de contienda extremadamente móvil" eran cruciales "las armas pequeñas y livianas". El AR-15 ahora se vende como un arma de machos; una famosa publicidad de Bushmaster promociona el rifle con la frase: "Renová tus credenciales de masculinidad". Pero ARPA elogiaba el arma como "muy adecuada para la altura baja de los vietnamitas", cuyo "soldado promedio", se informaba, "mide un metro cincuenta y pesa 40 kilos".
Pero fue la capacidad de matar del AR-15 lo que hizo que tanto los burócratas más importantes del Pentágono como del Congreso cambiaran de opinión. Los testimonios del campo de batalla que se incluyen en el informe de ARPA son horrorosos: uno describe a un soldado de la Armada matando a un soldado del Viet Cong a más o menos 15 metros con tres disparos. "Uno a la cabeza, y se la arrancó por completo", dice. "Otro en el brazo derecho, también se lo arrancó por completo. El último en el costado derecho del cuerpo, que le produjo un agujero de 12 centímetros." Cada disparo era letal: "Cualquiera de estos tres disparos le habría causado la muerte".
Otro informe registra la masacre luego de que una tropa de Rangers le hiciera una emboscada a un campamento Viet Cong, asesinando a cinco hombres. El informe enumeraba las heridas, incluyendo: una herida en la espalda que "hizo que explotara la cavidad torácica"; una herida en el trasero que "destruyó todo el tejido de ambas nalgas"; y finalmente una "herida en el talón", en la cual "el proyectil entró por la base del pie derecho, causando que la pierna se abriera en dos desde el pie hasta la cadera". Todas las muertes fueron "instantáneas", informaba ARPA, "excepto la del trasero. La persona vivió aproximadamente cinco minutos".
El carácter "fenomenalmente letal" del AR-15 que describía la ARPA fue decisivo, según un informe posterior del Pentágono. La solicitud de LeMay, de que las Fuerzas Aéreas usaran el AR-15, recibió luz verde. En diciembre de 1963, la Armada adoptó el AR-15 cambiándole el nombre por M16. Poco después, el presidente Kennedy fue fotografiado admirando uno en el Salón Oval. Luego de unos traspiés iniciales –los primeros modelos se atascaban con facilidad– las carabinas y rifles de combate estilo AR se erigieron como el arma preferida del ejército norteamericano para siempre.
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El AR-15 no explotó inmediatamente como arma para el mercado masivo. Fue introducido a los civiles a principios de los 60, cuando el "AR-15 Sporter" de Colt se vendía como un "excelente acompañante de caza". Pero el rifle –manchado por su asociación con la desventura fatal de Estados Unidos en Vietnam– no fue popular en el mercado de las armas hasta este nuevo siglo, cuando la producción pasó de 60.500 rifles en 2001 a 1,27 millones en 2012.
El boom se desató con el vencimiento de la prohibición federal de armas de asalto en 2004. La prohibición, promulgada por el presidente Bill Clinton, había hecho poco para limitar el poder letal del AR-15; en 2002, John Allen Muhammad y Lee Boyd Malvo, los francotiradores de D.C., tenían una Bushmaster "en conformidad con la prohibición". Pero la ley había bloqueado la venta de actualizaciones militarizadas: cartuchos de 30 balas, bocachas apagallamas, lanzagranadas. "El fin de la prohibición a las armas de asalto", dice Josh Sugarmann, director ejecutivo del Violence Policy Center, "permitió la customización y modificación de estas armas, para que parezcan aún más militaristas, aún más grandilocuentes a los ojos de sus dueños".
El año siguiente, luego de un lobby de 1,7 millones de dólares por parte de la NRA, el Congreso aprobó una modificación amplia de la ley estadounidense de armas. El Protection of Lawful Commerce in Arms Act (PLCAA), aprobado por el presidente George W. Bush, les da a los productores de armas una protección de responsabilidades casi total respecto del abuso criminal de sus productos. "La sensación, para la industria de las armas, es: ‘No nos pueden hacer juicios’", dice Josh Koskoff, un abogado de Connecticut que inició una demanda en nombre de las familias de Newtown. "‘Podemos ser todo lo inmorales y salvajes y agresivos en el marketing como queramos’." (El gremio de la industria, el NSSF, se negó a dar declaraciones para este artículo.)
Las ventas escalaron luego de que un torrente de marketing dirigido a consumidores de armas jugara con el atractivo estilo campo de batalla que tiene, incluyendo eslóganes como: "Es lo más cerca que podés estar sin enrolarte en el ejército". Otros productores de armas ahora venden sus productos con representaciones explícitas de combates, o bajo la etiqueta de "tácticas" (una referencia a los combates urbanos estilo SWAT). Muchos invocan lo que Tom Diaz, un experto en violencia de armas, llama "la peor situación". Nunca está claro qué salió mal, si una invasión, una guerra racial o un conflicto social. "Ellos conectan esto con su rifle", dice Diaz. "Te dicen: ‘Lo vas a necesitar. Y si lo tenés, vas a tener la oportunidad de disparar’."
Ahora hay más de ocho millones y medio de rifles de asalto en el mercado estadounidense, un arsenal en manos de más o menos cinco millones de personas. En 2014, de acuerdo con un cálculo de la industria, el mercado minorista de rifles de asalto para civiles era de al menos 1.400 millones de dólares. Esta suma incluye armas inspiradas en el AK soviético. Pero el AR es por lejos el preferido de Estados Unidos: más o menos el 90 por ciento de los dueños de rifles de asalto posee al menos un AR-15.
Mientras para venderlo los productores exageran su poder letal, la NSSF presenta una versión más suave a los legisladores, inversores y periodistas. Además de su insistencia en que los rifles de asalto para civiles sean considerados "rifles deportivos modernos" –el palabrerío que primero se esgrime cuando se teme una regulación por parte de Washington–, la NSSF presenta el AR-15 poco más que como la evolución moderna del rifle para cazar de tu abuelito. Incluso los rifles de cerrojo tradicionales, señala el grupo, en su momento evolucionaron a partir de armas usadas en la Primera Guerra Mundial.
Mientras que el modelo AR-15 es cada vez más el rifle elegido por los asesinos –entre ellos, terroristas radicalizados como los de San Bernardino– la NRA lo ensalza como "la mejor defensa americana contra el terrorismo y el crimen". El grupo también promueve la exposición de niños al combate armado. Su revista American Rifleman hace poco ofreció un informe sobre cómo enseñarle a un "niño de apenas cinco años" a disparar un AR-15 marca Ruger –un "arma del siglo XXI para un niño del siglo XXI"– proponiendo el uso de un "método de gatillo con dos dedos" para que el niño dispare mejor. (La NRA no respondió nuestro pedido de entrevista.)
La NSSF periódicamente realiza investigaciones sobre rifles de asalto para civiles. Publica la data en informes dirigidos a productores de armas, por los que cobra hasta 5.000 dólares. Su última encuesta sobre posesión de rifles de asalto, que pude ver, revela que el dueño de rifles de asalto promedio posee un pequeño arsenal, con tres o más de este tipo de armas. El 27 por ciento de los dueños han comprado cuatro o más.
Los dueños de estas armas, casi sin excepción, son hombres. Más allá de las AR-15s rosas que podés haber visto en las tiendas de armas locales, el 99 por ciento de los que compran rifles de asalto son hombres. Muchas veces son mayores: el 61 por ciento tiene más de 45 años. Y la mayoría no tiene hijos en casa, lo cual es una bendición, porque muchos dueños de rifles de asalto no aseguran sus armas. Casi uno de cada cinco dueños no traba su rifle, y más del 30 por ciento no se ocupa de asegurar su munición.
Tener un rifle de asalto no es un hobby barato. Los encuestados dijeron haber gastado 1.100 dólares en el último AR-15 que se compraron, y muchos de ellos les agregaron 400 dólares en accesorios. En promedio, los dueños de rifles de asalto los usaron 16 veces y media, disparando 1.000 balas en el proceso. Ocho de diez dueños dicen que les gustaría disparar más, pero citan el costo de las municiones como el mayor impedimento (una sola bala de AR-15 puede costar entre 30 centavos y un dólar, o más).
El AR-15 no es una sola arma. Ahora es una plataforma de código abierto. La patente del arma se venció hace tiempo, y sus especificaciones militares pueden ser copiadas y adaptadas por cualquiera. Lo único que necesita un productor de AR-15 es un poco de capital inicial y un concepto de marketing. "Esta no es una industria difícil", dice Diaz, el experto en violencia con armas. "Si tenés una tienda de máquinas, podés entrar en el negocio de las armas."
La parte del rifle que tiene un número de serie –lo que el gobierno considera el arma– es el "receptor inferior". Es lo que tiene el gatillo y donde se pone el tambor. Puesto que todos los productores están diseñando en base a las mismas especificaciones, casi todos los receptores pueden combinarse con partes de ARs de otros productores, incluyendo el receptor superior (donde ocurre la parte explosiva de disparar balas), cañones, cartuchos y miras. Al mezclarlo, un único receptor registrado puede ser transformado en diferentes opciones de armas de asalto. "Es como un set de Legos", dice Diaz.
Pensemos en un receptor inferior AR de especificación militar. Usando partes de Bushmaster, puede transformarse en una réplica del arma que usó Adam Lanza en Newtown. Si combinás el mismo receptor con componentes de la línea M&P de Smith & Wesson, podés recrear el rifle que usó James Holmes para asesinar a los espectadores del cine en Aurora, Colorado. Los puristas se pueden lanzar a discusiones bizantinas acerca de si el Sig Saucer MCX –el arma usada en la masacre de Orlando– debería ser considerado un AR. Su mecanismo de recarga se parece más al del AK-47. No importa: podés usar el mismo receptor inferior del AR para armar un MCX. "La parte superior es compatible con cualquier receptor inferior de AR", aseguran los materiales de marketing de Sig Saucer, "permitiéndote transformar tu plataforma de AR en un Sig MCX".
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Los esfuerzos para hacer que la AR-15 sea responsable por ser un producto letal y por las prácticas de marketing militarizado que se le adosan, han fracasado en la corte, tal como quería la NRA y la industria de las armas cuando convencieron al Congreso de que aprobara el PLCAA. Los padres de una víctima de Aurora demandaron a los minoristas online que le vendieron a Holmes más de 5.000 municiones para su cartucho de 100 balas. La demanda cayó en manos de un juez federal que dictaminó que "el lenguaje llano del PLCAA y su propósito legislativo declarado es proteger a los vendedores de armas y municiones de tener que cargar con responsabilidad alguna". Para peor, se le ordenó a la familia que inició la demanda pagar 203.000 dólares a los vendedores por gastos legales. Incluso a las familias de los hijos de Newtown se les negó llegar a la corte. En un intento ambicioso, Koskoff, el abogado de Connecticut, inició una demanda contra Remington Outdoor, que se autocelebra, ante sus inversores, como "el mayor productor de MSR" –el acrónimo de "rifles deportivos modernos"– de Estados Unidos.
Una de las mayores marcas de Remington es Bushmaster, los productores del rifle que tenía Nancy Lanza, y que su hijo Adam Lanza usó en Newtown. Bushmaster vendió rifles de asalto bajo eslóganes como "Fuerzas de la oposición, pónganse de rodillas", y su catálogo de 2016 vende explícitamente sus AR-15s bajo las designaciones militares de sus antepasados de la Armada, incluyendo un "rifle con barril de 50 cm estilo M16" y una "carabina M4-A2 estilo M-4 policial".
Este conglomerado de producción de armas pertenece a un grupo de inversores privado llamado Cerberus Capital Management. Después de la masacre de Newtown, Cerberus –cuyos clientes incluyen los fondos de pensiones de profesores y empleados de servicios de emergencia– recibió gran benevolencia por haber prometido que abandonaría el negocio de las armas, y decir que la tragedia de Sandy Hook había sido "un punto de inflexión".
Pero este gesto de humanidad pronto pasó a un segundo plano, frente a los imperativos del negocio. Supuestamente incapaces de reunir los mil millones de dólares que querían a cambio de la productora de armas, Cerberus optó por comprar las acciones de los inversores que estuvieran ofendidos. En una carta, la compañía dijo estar "desilusionada" de no poder orquestar "una venta apropiada", pero que la operación le permitiría a la firma cumplir con sus "obligaciones" fiduciarias sin "ser arrastrada hacia el debate nacional". En un gesto de encubrimiento, el holding de accionistas de empresas de armas en Cerberus, antes conocido como "Freedom Group", se rebautizó "Remington Outdoor Company". (Cerberus se negó a comentar al respecto en RS.)
En diciembre de 2014, Koskoff inició una demanda en nombre de las familias de Newtown contra Remington por concesión negligente, una excepción que figura en el PLCAA. La concesión negligente es un principio central de la ley de hecho que dice que sos responsable si le das un objeto peligroso a una persona para la que probablemente implique un riesgo irrazonable, tanto para ella misma como para otros. El ejemplo clásico es darle las llaves de tu auto a una persona que está borracha. La teoría de la demanda de Newtown es que Remington actuó con negligencia al confiar un arma como el AR-15 al público general. La demanda argumentaba que el arma –confiada responsablemente a los mundos reglamentados del ejército y las fuerzas del orden para los cuales fue diseñada– nunca debería haber sido lanzada a un mercado de consumidores sin entrenamiento ni disciplina.
Los soldados, señalaba la demanda, reciben más de 100 horas de entrenamiento antes de que se les confíe su propia arma. En el mundo civil, por contraste, personas que son demasiado jóvenes para comprar alcohol pueden comprar AR-15s; muchos estados permiten la posesión de AR-15 por parte de menores, incluyendo personas de 14 años o menos.
La demanda también argumentaba que Remington sabía que su venta de AR-15s a civiles permitiría que "individuos incapaces de operar estas armas tuvieran acceso" y "ocasionaran matanzas civiles sin paralelo". Es el caso de Lanza, el muchacho de 20 años que fue capaz de disparar al menos 154 veces en un ataque que duró apenas 264 segundos. "No es que esto sorprenda a los productores de armas", dice Koskoff. "Oh, Dios mío, usaron un arma de asalto para matar gente. Ellos ganan dinero con esa imaginería. Y esa muscularidad. Y esa violencia." (Remington no contestó al pedido de RS para esta nota.)
Finalmente, la estrategia de Koskoff de aplicar la concesión negligente a una categoría tan amplia como "civiles" fracasó. Al descartar el caso en octubre, la jueza de la Corte Suprema Barbara Bellis escribió que el reclamo de las familias de Newtown "no se adecuaba" a la "ajustada excepción" de la concesión negligente considerada en la ley, y que "el abuso criminal de un arma por parte de Adam Lanza", en su lugar, "se adecua directamente a la inmunidad prevista por el PLCAA".
Barden, uno de los demandantes en el caso, hizo que la lucha por leyes de armas más estrictas se transformara en el trabajo de su vida. Este revés legal, dice, fue "un gran golpe", pero también lo considera un momento de aprendizaje. Se acuerda de cómo, en las semanas después del tiroteo de Newtown, su esposa se sentó frente a la computadora para "tratar de entender cómo fue que este individuo que vivía a un par de cuadras de nosotros puso las manos en un rifle de asalto de estilo militar y lo llevó a la escuela de nuestro hijo para matarlo". La publicidad que encontraron fue shockeante. "El lenguaje que usan para vender estas armas de combate –‘renová tu credencial de masculinidad’, ‘lo más cerca que podés estar sin enrolarte en el ejército’ y ‘fuerzas de la oposición, pónganse de rodillas’– son temerarias y escalofriantes", dice, señalando que buscan apelar a los peores deseos de "jóvenes desencantados y con inclinación a la violencia".
Barden se sumó a la demanda, en parte, para subrayar lo que él llama "la hipocresía grosera" del PLCAA. "Queríamos que la gente fuera consciente", dice, de que "el producto más letal conocido por el ser humano goza de una inmunidad absoluta". Que el caso fuera descartado, agrega, no hace más que subrayar el mensaje: "Aquí hemos sufrido la peor tragedia: una persona que usó este arma de combate para asesinar a nuestros hijos en una escuela. Y ni siquiera se nos permite llegar a la corte. Creo que esto debería despertar a la gente."
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Durante años, los productores de AR-15s y sus aliados han cubierto a los rifles de asalto bajo el manto de la Constitución. La NRA insiste en que "las armas que los defensores del control de armas llaman ‘armas de asalto’ y los cartuchos de municiones que llaman ‘grandes’ están entre las armas protegidas por la Segunda Enmienda".
Pero esta declaración de la NRA no está basada en ningún precedente legal. La interpretación actual de la Segunda Enmienda, que garantiza el derecho personal de tener armas, existe desde 2008, cuando el juez Scalia autorizó la famosa decisión Heller. Pero ese caso –que anuló una prohibición de posesión de armas cortas– abrió nuevos interrogantes legales. Según la decisión, la Segunda Enmienda no garantiza el "derecho a portar cualquier arma de cualquier forma ni con cualquier propósito". Y el derecho de tener un arma está basado en la autodefensa, ante lo cual Scalia dice que el revólver es "el arma de autodefensa por excelencia".
Desde Newtown, estados como Connecticut, Colorado y California han aprobado límites estrictos a la posesión de rifles de asalto por parte de civiles, enfocándose sobre todo en la capacidad de los cartuchos. Hasta ahora, los jueces federales han sostenido estas restricciones, de manera consistente con la decisión Heller.
De hecho, hay cortes que encontraron que la Segunda Enmienda permite una regulación aún mayor. Una ley aprobada en 2013 en Highland Park, Illinois –un suburbio de Chicago–, prohibe los AR-15s explícitamente, junto con otras "armas de asalto" y cualquier cartucho con una capacidad mayor a diez balas. Dentro de los límites de la ciudad, la ley establece que los AR-15s son "contrabando" y que deben ser "confiscados y destruidos". Los infractores pueden recibir penas de hasta 1.000 dólares y/o seis meses en prisión.
Como era de esperar, la ley despertó la ira de la NRA, que argumentó en un informe breve que el estatuto de la ciudad era llanamente inconstitucional. "Puesto que el derecho de la Segunda Enmienda se aplica a las armas cortas semiautomáticas y a los cartuchos que la Ciudad ataca", escribieron los abogados de la NRA, "no pueden ser prohibidos". El circuito judicial federal no estuvo de acuerdo, y dictaminó que "algunas prohibiciones categóricas de tipos de armas son apropiadas". La prohibición de armas de asalto tenía un propósito legítimo, escribió, porque podía "reducir el riesgo general de crimen" y "reducir la masacre en caso de un tiroteo masivo".
En diciembre de 2015, la Corte Suprema se negó a revisar el dictamen del caso de Highland Park permitiendo que la prohibición se sostuviera. El juez Clarence Thomas escribió una discrepancia feroz, acusando al circuito de la corte de "relegar la Segunda Enmienda a un derecho de segunda clase". Un solo juez –Scalia– se alineó con Thomas, una señal perturbadora para la NRA y los fabricantes de armas. "Incluso cuando estaba vivo el juez Scalia", dice Skaggs, el director de ligitios del Law Center to Prevent Gun Violence, "la Corte Suprema estaba indicando que era constitucional restringir el acceso a armas de asalto".
Con la muerte de Scalia, el defensor de la NRA en la Corte, el lobby de las armas presionó aún más en Washington, haciendo que los republicanos bloquearan la nominación de Merrick Garland por parte del presidente Obama. En marzo, el senador republicano Mitch McConnell sugirió que Garland no podía ser confirmado debido a la influencia de la NRA: "No me puedo imaginar que una mayoría republicana en el Senado estadounidense quiera confirmar, en una sesión débil, a un nominado al que rechaza la National Rifle Association", dijo. Considerando una posible presidencia de Hillary Clinton, Wayne LaPierre, la cabeza de la NRA, dijo que la elección de 2016 era "a todo o nada", y que su grupo había gastado 30 millones de dólares y emitido casi el 16 por ciento de las publicidades de campaña apoyando a Donald Trump en estas elecciones.
El bombardeo televisivo de la NRA fue, a su vez, financiado por fabricantes de armas. Ruger donó al menos cinco millones de dólares a la pelea; Smith & Wesson colaboraron con otro millón. La NSSF montó su propia campaña electoral, independiente de la NRA, llamada GunVote, con apoyo de 500.000 dólares de Smith & Wesson, y 100.000 de Sig Sauer y otros tantos de Ruger. Según encuestas, el 60 por ciento de las personas que tienen armas en su casa votó por Donald Trump, al igual que el 75 por ciento de los que se oponen a un mayor control de armas.
No es un misterio que la NRA estuviera tan decidida a bloquear a Clinton. Ella se había presentado como la candidata presidencial más pro-control de armas en la historia reciente. Confrontó directamente a la NRA, e hizo que su voto contra la protección de responsabilidades, el PLCAA, fuera uno de los contrastes centrales en su competencia preelectoral con el senador de Vermont, Bernie Sanders. Dijo que las leyes que permiten llevar un rifle de asalto a un supermercado eran "despreciables". Luego de la masacre de Orlando, insistió llanamente: "Creo que las armas de guerra no tienen nada que hacer en nuestras calles". Durante la campaña, apareció un audio en el que Clinton decía que la Corte Suprema estaba "equivocada respecto de la Segunda Enmienda" e incluso elogiaba un programa de compra de armas a sus poseedores como el que ayudó a Australia a detener la violencia de armas.
En el futuro inmediato, la elección de Trump no va a otorgar la protección del AR-15 bajo la Segunda Enmienda que piden los grupos de presión. Por ahora, limitar el peligro de los rifles de asalto es una batalla más política que constitucional, en la que estados y comunidades se han levantado para decir que estas armas no tienen lugar en la vida pública.
Para los productores de rifles de asalto, la llegada de una presidencia de Trump marca el comienzo de un partido largo. Están contando con que el republicano no sólo reemplace a Scalia por otro entusiasta de las armas, sino con que potencialmente rearme la Corte reemplazando a jueces liberales mayores –Ruth Bader Ginsberg, de 83 años, y Stephen Breyer, 78– con otros clones de Scalia. En tal situación, una mayoría conservadora estrella de 5-4 de repente se convertiría en un bloque de siete jueces conservadores, de los cuales sólo se necesitarían convencer a cinco de que el AR-15 es un arma para autodefenderse, protegida por la decisión Heller y la Segunda Enmienda. Como argumentó Chris Cox, el principal lobbista de la NRA, en la Convención Republicana, la elección de 2016 no era sólo sobre "los próximos cuatro años. Es sobre los próximos 40 años".
Los defensores del control de armas van a tener que adaptarse no sólo a la evolución de la corte de Trump, sino también a una industria armanentística que ya está buscando su próxima arma exitosa. La propia industria está alertando acerca de una "burbuja de AR-15" y un mercado que ha "madurado". Está buscando reemplazar las ganancias en declive de las AR, según advierte Sugarmann, del Violence Policy Center, y producir armas aún más letales. Este nuevo arsenal incluye "ARs de nueva generación" como el arma de Orlando. Esto implica pistolas de asalto (variantes de AR-15 estilo Uzi, con bocas más cortas). Las escopetas están recibiendo el tratamiento de las AR-15s: se las transforma en armas de asalto semiautomáticas, equipadas con cartuchos de gran capacidad. Una compañía de Georgia incluso revivió la Sturmgewehr nazi, ofreciendo lo que llama "una interpretación moderna de la clásica StG 44".
Esta pelea opone a comunidades, que buscan proteger las vidas de sus hijos respecto de las personas armadas y fuera de control, y a una industria que está más segura que nunca de que no se la puede responsabilizar por las masacres que producen sus armas. Por ahora, la industria armentística tiene un presidente que comparte su fe ciega en la supremacía del mercado... incluso del mercado en el que el asesinato manda. "Se aferraron a una capacidad cada vez más letal como la estrella del mercado", dice Sugarmann. "Las cosas sólo se van a poner peor."
Tim Dickinson
Esta nota fue publicada en la edición 227 de RS en febrero de 2017.
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