Aquellas noches de Bossa Nova y Can Can
Tiempos de boite en Carlos Pellegrini
No es cuestión de confundir: Can Can, en el pasaje Seaver, era un cabaret de alternadoras y con todo lo que ello implicaba, pero igualmente frecuentado. Lo cierto es que tenía nombre de ritmo, al igual que la boite Bossa Nova, sin duda la más importante de las que quedaron bajo la demolición.
En Carlos Pellegrini entre Juncal y Arenales, Horacio Martelli le había alquilado a la Municipalidad un local que hace años había sido expropiado y entonces, a mediados de la década de los años sesenta, abrió, en sociedad con Angel Banfi, Bossa Nova.
La decoración no podía escapar a Copacabana y sus veredas. Por eso, las cuatro columnas que delimitaban la pista estaban pintadas, más bien serpenteadas, en blanco y negro. Como aquellas veredas de la rambla junto a la playa. Había mesas que, aunque bajas, tenían sombrillas. Eso sí, todas colgadas del techo, pero el efecto se lograba.
A la hora de la música
Bossa Nova también contó con la leyenda de los disc-jockeys: Ezequiel Lanús. Pero allí, y sin abandonar los tiempos que la precedieron, hubo muchos números en vivo como Los Vips, el conjunto integrado por Charlie Leroy, Gustavo Sola y el Negro Damonte, siempre refugiado tras los parches de la batería.
Pocky Evans, cantante, animador y también un símbolo de la noche con su boite Afrika, pasó por la boite de Pellegrini, pero los memoriosos de un tiempo entre clásico, beatle y pop todavía recuerdan a los Cons Combo, aquellos suecos que se hicieron un lugar en los boliches de la noche de Buenos Aires.
El mozo era Franz y todos conocían su pasado de ex SS. Como porteros estaban su cuñado, Mingo y el Negro Maximiliano, después encargado de otras tantas puertas nocturnas.
Para las fiestas, el smoking era obligatorio, igual que una vez por mes, aunque a veces había excepciones, como cuando se dejaba entrar al arquero Hugo Gatti, quien salía desde el techo de su Peugeot, con traje y sin medias. "El loco", para esa época era "El beatle".
Bossa Nova no llegó a una década y todavía, cuando alguien pregunta ¿te acordás de aquel boliche de Pellegrini, te acordás de quién era?"
"¡De la Municipalidad!", responden los que saben y, en definitiva, la 9 de Julio logró que fuese cierto.
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