Apuestan a educar en la primera infancia para luchar contra la pobreza
Es una de las iniciativas que desarrollará este año la Fundación Bunge y Born
"La banca de inversión en la Argentina es la educación y pensamos que para romper la pobreza estructural hay que trabajar en la educación de la primera infancia", afirma Gerardo Della Paolera, director ejecutivo de la Fundación Bunge y Born.
La entidad, que cumplirá 55 años en agosto, trazó un plan estratégico para los próximos años que se enfocará en "invertir en innovación social para mejorar el bienestar de millones de argentinos, promoviendo el desarrollo de soluciones novedosas a problemas educativos, culturales, científicos y de salud pública".
En ese sentido, en diálogo con LA NACION, Della Paolera planteó que la tarea de la institución tendrá tres pilares: "Innovación social, impacto medible y escala transformativa".
"Está probado por numerosas investigaciones que la educación de la primera infancia (hasta los 4 años) es clave para romper la pobreza estructural", sostuvo Della Paolera, al anticipar que en la experiencia que ya desarrolla la fundación en el ámbito de la educación rural, en unas 750 escuelas del país, se avanzará en la generación de espacios específicos de primera infancia. En el país, 650.000 chicos de hasta 8 años viven en zonas rurales.
"Hoy por lo menos 100 escuelas rurales están en condiciones de implementar espacios para primera infancia en cooperación entre planes nacionales y provinciales para esa área", contó el ejecutivo de la entidad, al recordar que el año pasado se hizo un estudio de factibilidad junto con el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación.
"Ya se sabe cómo desarrollar centros de primera infancia en zonas urbanas y de hecho hay muchos, pero todavía no en zonas rurales", añadió Della Paolera junto con Asunción Zumárraga, directora de proyectos de la fundación.
En una primera etapa ya se recorrieron las 750 escuelas rurales en las que trabaja la Fundación Bunge y Born, y se hizo un relevamiento para estudiar la viabilidad de infraestructura para poder ofrecer la atención a los más chicos. También se comenzó a estudiar la situación demográfica, porque hay algunas escuelas rurales en zonas donde los más chicos pueden concurrir y, en otros casos, están a distancias difíciles de cubrir.
Pero las tareas para mejorar la educación no son las únicas que figuran en el amplio portfolio de la entidad. Este año lanzarán un concurso de subsidios para proyectos de investigación sobre enfermedades infecciosas en contextos sociales vulnerables. "Con jurados independientes, vamos a premiar investigaciones aplicadas para ver si se pueden generar prototipos sustentables", indicó Della Paolera. Anticipó que procurarán que los resultados de esas investigaciones sean escalables a nivel de las políticas de salud pública.
Además, durante este año se ofrecerán cuatro cursos online, masivos y abiertos (MOOC, por sus siglas en inglés) especializados en educación rural. Se realizarán en alianza con la Fundación Perez Companc y la Universidad Austral.
Avanzarán en "la aplicación de Big Data para el bien público", para lo que trabajarán de forma multidisciplinaria con sociólogos, programadores, matemáticos y economistas para poder "determinar y predecir si personas con enfermedades infecciosas podrían, vía fenómenos migratorios, presentarse en lugares no endémicos".
A modo de ejemplo, Della Paolera señaló que en el país se estima que hay 1,8 millones de personas enfermas de mal de Chagas, de las que unas 700.000 residen en el Gran Buenos Aires porque se registró mucha migración desde zonas endémicas.
Junto con Grandata y la Fundación Mundo Sano trabajarán de manera interdisciplinaria para desarrollar un "mapa ampliado" de prevalencia del mal de Chagas en todo el territorio.