Aprendé a poner límites (con delicadeza) sin arruinar las fiestas
Los expertos comparten consejos para minimizar la irritación y evitar preguntas incómodas e intrusivas
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NUEVA YORK.— Cada Navidad, Gabriel Ronquillo teme las inevitables preguntas de parientes bienintencionados sobre cuándo se casará o tendrá hijos.
“No quiero enfadar a mis padres regañando a una tía”, dijo Ronquillo, de 36 años, que es filipinoestadounidense. En su cultura, dijo, el respeto a los mayores es primordial. Así que intenta aguantar educadamente las preguntas o evitar por completo la conversación. A veces funciona, y a veces “se me sigue saliendo un poco el adolescente provocador”, dijo Ronquillo.
Los terapeutas dicen que en esta época del año suelen oír a sus clientes hablar de la ansiedad que les produce esa dinámica familiar. Pueden surgir temas incómodos como el matrimonio, los hijos, las opciones profesionales o la apariencia personal, dijo Aparna Sagaram, terapeuta matrimonial y familiar licenciada y fundadora de un consultorio en Filadelfia centrada en la terapia culturalmente sensible.
Aunque a algunas personas les resulte bastante fácil acallar preguntas o comentarios no deseados, “esa franqueza puede no ser bien recibida” en determinadas culturas o estructuras familiares, dijo Jenny Wang, psicóloga clínica. “A menudo tenemos que pensar de forma más estratégica y fuera de lo común”.
Ella y otros expertos ofrecieron estos consejos para navegar por la temporada de festividades.
Preparate, y prepará a los miembros de tu familia
Decidí de antemano cuánto tiempo querés pasar con tu familia, y elaborá un plan para llegar y marcharte. Eso te dará una sensación de control sobre tus planes y minimizará tu estrés. “La raíz de la ansiedad es sentirse fuera de control”, dijo Paul Hokemeyer, terapeuta matrimonial y familiar licenciado.
Si sabés que te vas a impacientar o irritar al cabo de dos horas, dijo Wang, podrías decir a tu familia que vas a ir a cenar, pero que te encontrarás con un amigo después para el postre.
Comunicar estos planes ayuda a los demás a gestionar sus expectativas y reduce la posibilidad de que te presionen para que te quedes, dijo.
Del mismo modo, dijo Hokemeyer, si sabés que un determinado tema será radiactivo, podés enviar un correo electrónico a tu familia con antelación —o al menos a algunos parientes afines— pidiéndoles ayuda para evitar ese tema.
Hacé pausas (sutiles)
Según dijo Sagaram, hacer pausas con regularidad —ya sea salir a pasear con tu pareja o retirarte a un dormitorio a escuchar música— puede evitar la “sobrecarga de emociones” y ayudarte a reajustarte.
Recomienda alejarse cuando menos se note, como el tiempo de inactividad antes de cenar. Enviar un mensaje de texto a un amigo también puede ofrecerte un descanso sin que tengas que salir de la habitación, dijo.
Amanda Liu, de 27 años, vive en Brooklyn y alterna las visitas con sus padres divorciados durante las vacaciones. Cuando se queda con ellos, va al gimnasio o da pequeños paseos en coche para salir de casa. Y se lleva a su perro, quien ayuda a disipar la tensión familiar y le da una excusa para salir a pasear.
Respondé indirectamente
En algunas culturas, poner límites puede considerarse una grosería o una falta de respeto a los mayores, dijo Wang.
En esos contextos, dijo, intentá formas de comunicación menos directas.
Si alguien te pregunta cuándo vas a tener hijos, por ejemplo, podés decir: “No lo sé, no estamos seguros de cuándo”. Si alguien insiste más, podés tomar educadamente un poco de espacio, tal vez levantándote para ir al baño o para rellenar el vaso.
“Puede parecer una forma pasiva de desentenderse”, dijo Wang, pero puede ayudarte a encontrar un equilibrio entre discutir con un pariente mayor y mantener la paz familiar.
Por supuesto, este tipo de comentarios pueden seguir molestándote.
“La idea de que no vas a reaccionar… tirémosla por la ventana”, dijo Hokemeyer.
Para restablecer tus emociones, sugiere contar hasta 10 repetidamente hasta que sientas que te calmas. A veces, Sagaram dice a sus clientes que se pongan una liga del pelo en la muñeca y tiren de ella en los momentos de malestar, para centrarse en esa sensación.
Encontrá formas de hablar
Sagaram dijo que a menudo trabaja con mujeres del sur de Asia que se sienten empoderadas en su vida cotidiana, pero que vuelven a adoptar papeles más pasivos durante las visitas familiares.
No obstante, animó a la gente a “encontrar su voz, aunque sea en pequeñas dosis”. Eso podría ser tan sencillo como decir “no, gracias” a un plato que no querés comer, o decirle a alguien: “Sé que tenías buena intención, pero me gustaría que no hubieras dicho eso”.
Señaló que en ciertas culturas, “la palabra ‘no’ puede parecer un rechazo, puede parecer hiriente”. Ella y Wang recomendaron encontrar formas de decir “no” sin decirlo realmente, como responder con un “quizá más tarde” o un “sí, pero” que establezca límites. Si, por ejemplo, un miembro de la familia sugiere una excursión al zoológico, podríais ir, pero conduciendo por separado para poder irte cuando quieras.
Wang dijo que es natural sentirse culpable por tomar estas medidas, pero advirtió que ignorar lo que quieres puede generar un resentimiento que, a la larga, puede estropear el tiempo en familia.
“Podrías estallar o quizás explotar un poco, porque no has tenido la oportunidad de satisfacer tus propios deseos o necesidades”, dijo.
Por Nina Agrawal
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