“Aporte social”: premio de la ONU a científicos cordobeses por un tratamiento de rescate de pacientes con Covid
La terapia con ibuprofeno inhalado surgió de un trabajo colaborativo entre un laboratorio privado, una institución pública y universidades nacionales
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CÓRDOBA.– Un equipo de científicos cordobeses integrado por representantes de universidades nacionales y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) fue premiado entre los siete ganadores del premio internacional de la Organización Mundial de Propiedad Intelectual de Naciones Unidas por el “aporte social de su invención”. Son los creadores del tratamiento con ibuprofeno inhalado, una innovación para enfermedades respiratorias como el Covid-19, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), la bronquiolitis o la fibrosis quística.
El grupo está liderado por Dante Beltramo, doctor en Bioquímica de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), donde completó su formación académica en el área de las neurociencias. Es responsable de biociencias en el Laboratorio de Biotecnología del Centro de Excelencia en Productos y Procesos de la Provincia (Ceprocor); exinvestigador principal del Conicet y profesor titular de Biotecnología en Ciencias Químicas. Tiene más de 70 trabajos científicos publicados en revistas internacionales, seis patentes de invención a nivel nacional e internacional y más de 20 transferencias tecnológicas a empresas con presencia internacional.
Beltramo llegó este lunes de Suiza, donde recibió junto a parte del equipo el OMPI 2024. La selección entre 660 candidaturas de 107 países la realizó un jurado internacional de ocho miembros. La firma cordobesa Química Luar, para la que trabajaron los científicos, fue la única representante de América Latina; las otras ganadoras son de China, Kenia, Kuwait, Corea del Sur, Singapur, Suiza, Tailandia y Turquía, todas reconocidas por su “innovaciones en salud, agroalimentación y tecnología cuántica”.
El ibuprofeno inhalado surgió como parte del trabajo colaborativo entre la empresa, el laboratorio de biociencias del Ceprocor, el Conicet y el Instituto de Medicina y Biología Experimental de la Universidad Nacional de Cuyo. Los investigadores son – además de Beltramo– Claudia Castro, Adrián Pérez y Roxana Alasino; en la parte de investigación clínica, Galia Kalayan y Néstor García. Por parte del laboratorio, Luis Argañarás y Nicolás Martínez Ríos.
Beltramo explicó a LA NACION que la distinción recibida está enmarcada en un impulso a empresas pequeñas para que cuiden la propiedad intelectual: “Si el descubrimiento es importante, resguardémoslo con una patente”. Indica que los jurados premiaron, en las distintas áreas, “calidad de gestión, contenido y futuro”.
En el caso particular del ibuprofeno inhalado, “además del gran impacto social por la coyuntura en que se usó, tuvieron en cuenta la proyección de esta tecnología farmacéutica”. Beltramo enfatiza que, además, el proceso es una “muestra” de que en la Argentina también las pymes pueden “hacer desarrollos y crecer con calidad, con una combinación entre lo privado y la ciencia de calidad” que existe en el país.
Antecedentes y futuro
El laboratorio cordobés produce y comercializa medicamentos antimicrobianos, antimicrobianos inhalados, mucolíticos inhalados, psicotrópicos orales, vitaminas y un suplemento dietario para articulaciones. Cuenta con 25 patentes y seis en proceso de gestión. Está en proceso para obtener la aprobación de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat) para el uso de Luarprofeno en pacientes en la Argentina.
El medicamento Luarprofeno atraviesa actualmente la fase de investigación clínica como antiinflamatorio pulmonar, autorizada por la Anmat el 30 de julio de 2021. En 2020, en medio de la pandemia de Covid-19, el organismo avaló su uso compasivo ampliado (con consentimiento del paciente y control de un comité externo). Se aplicó en diez provincias y fue parte del Proyecto Aire (Administración de Ibuprofeno Inhalado de Rescate en Enfermos de Covid), que surgió por un brote de coronavirus en julio en Jujuy, que empezó a saturar la capacidad del sistema sanitario.
La empresa donó los equipos que se usaron –capotas de protección y oxímetros de pulso– en las provincias. Siempre los científicos aclararon que era un tratamiento “de rescate” que atiende la inflamación pulmonar, no una cura. El mecanismo inflamatorio observado en la neumonía producida por el virus SARS-CoV-2 está presente también en un “gran número de patologías pulmonares”, como la EPOC e infecciones respiratorias agudas bajas (IRAB).
Más allá del uso en la pandemia, cuando se aplicó a más de 20.000 pacientes, la fase 2 incluye estudios de seguridad y eficacia con estándares internacionales; son a doble ciego, aleatorizado, para investigar el efecto.
“El desarrollo consta de dos efectos. Uno es el del ibuprofenato de sodio que, al ingresar en un medio alcalino e hipertónico, actúa como antiiflamatorio, bactericida y viricida. Pero como incluye una molécula extra, la gran ventaja es que esa formulación activa el sistema inmune del individuo y empieza a combatir solo, a defenderse para recuperarse”, precisó Beltramo.
No obstante, en 2020 la Sociedad Argentina de Infectología (SADI) recomendó que no se utilizara el ibuprofeno inhalado “al margen de estudios debidamente registrados, aprobados y que sean éticamente aceptables”. Sostuvo: “No es recomendable administrar tratamientos que no estén enmarcados en ensayos clínicos diseñados adecuadamente, ya que los datos respecto a su seguridad, eficacia, riesgos y beneficios no quedarán registrados, lo que a la postre no permitirá efectuar una evaluación con rigor científico sobre su eficacia”.
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