Antonella consiguió un lugar para vivir, y estudiar en la calle comienza a ser un recuerdo
A través de la Red Solidaria y la Mutual Puente Solidario, una persona conoció la historia que publicó LA NACION y le ofreció a la familia Avallone un departamento en Quilmes
La calle quedó atrás. Ir todas las noches a la avenida Santa Fe al 3200 a pedir para reunir los 400 pesos que cuesta una habitación de hotel será un recuerdo. Antonella, de 11 años, ya no tendrá que estudiar con el ruido de los colectivos o entre las miles de personas que caminaban frente a ella. Las carpetas de la escuela no volverán a tener sus piernas a modo de escritorio y el suelo dejará de ser el asiento sucio y frío. Desde ayer, ella y su familia tienen una nueva oportunidad: una casa donde poder estudiar como se debe.
La historia de vida de la familia Avallone que publicó LA NACION la semana pasada, movilizó a cientos de personas. Alejandro y su familia habían quedado en situación de calle unos ocho meses atrás cuando no pudieron pagar el alquiler de la casa en la que vivían. Sin embargo, los chicos no dejaron de ir a la escuela.
Ahora por la ayuda y la conexión entre Juan Carr de Red Solidaria y Mariela Fumarola, presidenta de la Mutual de Puente Solidario, apareció el techo que tanto necesitaban. Gracias a sus cadenas de pedidos solidarios, una persona conoció la historia y les ofreció alojamiento en Quilmes.
Alejandro, su esposa Gladys y sus hijos, Antonella, Karina, de 16, y Fabián, de 20, tendrán ahora un lugar seguro para dormir todas las noches.
Durante seis meses podrán disponer del departamento –un dormitorio, un living, baño y la cocina–, sin necesidad de pagar un alquiler. La idea es que en ese plazo, Alejandro y su esposa consigan un trabajo para que, más adelante, puedan costear los gastos de un alquiler.
Los Avallone no salen del asombro. Están felices. "No sabemos cómo agradecerles, les debemos todo ésto. Que nos hayan extendido una mano de esta forma es impagable, estamos chochos. Nos estamos terminando de acomodar en la casa con una felicidad indescriptible", dijo Gladys, emocionada.
Antonella, que pese a haber estudiado para el examen de matemáticas en la calle se sacó el martes un 10, tampoco podía creerlo al ver su nuevo hogar. Tímidamente dijo: "Les quiero agradecer a todos los que nos ayudaron. Estoy muy contenta, me gusta mucho la casa, es muy linda".
Antonella dormirá en la parte superior de la cucheta y su hermana Karina abajo. "Me gusta más mirar desde arriba", dijo, entre risas. Por su parte Alejandro, el más callado de todos, llevaba la emoción por dentro. "Estoy muy feliz, gracias por la ayuda a todos –dijo, entrecortado–. Ahora ojalá que salga algún trabajo para poder mantener a mi familia y salir adelante".
Una noticia inesperada
La noticia la recibieron ayer en un bar de Santa Fe y Coronel Díaz, a metros de donde solían sentarse para pedir ayuda, esa esquina de Barrio Norte. Allí, Fumarola les contó la noticia. Antonella la observaba con cara de sorpresa y felicidad, mientras que Gladys trataba de contener las lágrimas de emoción.
En diálogo con LA NACION, Fumarola contó: "Cuando vieron la casa, la recorrían y decían que era grande. Estaban muy contentos. Fue algo muy fuerte para ellos y para mí. Comimos unas empanadas juntos para inaugurarla".
Y agregó: "Tengo una emoción inmensa. Creo que es un sueño para mí. Cuando creamos Puente Solidario, la idea era ser un poco como un bombero. Ayudar a la gente en situación de calle, dándole contención, algo para comer y abrigarse. Cumplimos este objetivo de poder sacar a cinco personas de la calle. Es un logro increíble. Ahora tenemos que ir por darle techo a cinco personas más y así seguir".
Gonzalo Erize fue otro de los artífices del cambio. Él ayudó a la familia a mudarse desde la habitación del hotel en Constitución, donde estaban, hasta Quilmes. El joven les dio el dinero para pagar los taxis y le está ayudando a Alejandro y Gladys a armar los CV para que puedan postularse a trabajos. "Cuenten conmigo para lo que necesiten", les dijo Gonzalo a los Avallone. El joven irá pasado mañana a verlos con una médica amiga para que se hagan un chequeo.
Una parte fundamental de esta historia fue Juan Carr, que preguntó cada día cómo estaban Antonella y su familia. Desde el primer momento se comunicó con LA NACION y dijo: "Tenemos que hacer algo". Y así fue. "Hay que celebrar lo que pasó. Ante una situación muy dura, la sociedad tuvo una reacción conmovedora. Este paso de la casa es inesperado pero a su vez emocionante. Mariela [Fumarola] es una número uno. La gente que está en situación de calle la conoce muy bien y confía en ella. Cinco personas que salen de la calle es fabuloso, hay que celebrar aunque queda mucho por hacer. Y hay que agradecerle a la persona que entregó el departamento. Es maravilloso. Tener una comunidad que no es indiferente da esperanza. Ahora vamos a conseguirles un trabajo que sería el final fenomenal de esta historia", dijo Carr.
"Todavía no puedo creer lo que pasó. No es algo de todos los días. Cuando llamaron que estaba esta casa disponible fue impresionante. Alejandro y Gladys llevan 21 años juntos y, a pesar de todos los problemas que pasaron en su vida, sus hijos estudiaron. Les dije que ahora se rieran un rato, que se relajaran y tomaran fuerza para arrancar de nuevo. Estoy plena de felicidad por esta familia y también por todas las personas que me dieron una mano. Con voluntad cambian las cosas: si todos pusiéramos un poquito el mundo sería distinto", dijo Fumarola.