Anticuarentena y antibarbijos: cómo piensan y por qué rechazan la pandemia
Con presencia en las redes, hablan de libertades violentadas; expertos en psiquiatría analizan mecanismos vinculados a la paranoia
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“Lo que siento cuando me piden que me ponga el barbijo es la nada misma; sé que suena irreverente, pero soy dueña de mis actos y me da igual”. Así opina una de las personas que en la Argentina eligen no usar tapabocas o barbijo. La línea de pensamiento tiene presencia en redes sociales y se materializa en actos y protestas, aun cuando la evidencia científica a nivel global destaca la importancia de los barbijos para batallar la propagación del coronavirus.
En la jerga común y corriente ya han sido bautizados: los antibarbijos o los anticuarentena. Algunos sienten que su libertad es violentada, otros dicen que con el barbijo no pueden respirar. La mayoría defiende su elección a pesar del consorcio de avisos sanitarios que hace más de un año reiteran las mismas recomendaciones para evitar contagios.
Su comportamiento ha sido foco de choques y enfrentamientos en el mundo. En el marco de la pandemia, marchan en contra del consenso científico.
A nivel global, el primer contacto con el SARS-CoV-2 se vio atravesado por la incertidumbre y la confusión. Hoy, la ciencia coincide en la misma idea: el coronavirus se propaga por el aire y el barbijo es una de las grandes herramientas para ponerle un freno. De igual manera, muchos reniegan de estos conocimientos.
“Elijo no usar el barbijo cuando estoy en la calle porque me parece que no tiene mucho sentido”, dijo a este medio una fuente que se desempeña como entrenadora física. “El virus se contagia después de un rato de permanencia en el lugar y con personas más cercanas y a partir de un tiempo determinado”, agregó.
Dato: convivimos con alguien que escribió, imprimió y pegó estos carteles en el centro porteño pic.twitter.com/70PfzpNUU4
— Tomás Balmaceda (@capitanintriga) September 22, 2020
“No uso a menos que me obliguen para ingresar a un lugar a puertas cerradas”, indicó un hombre de 32 años, que rechaza por completo el “sentimiento opresivo” que le da el uso de tapabocas.
Todas las voces consultadas por LA NACION que eligen no usar barbijo prefirieron el anonimato para este artículo.
Dos grupos antipandemia
A gran escala, en el país, dos grupos encabezan los movimientos antipandemia: Médicos por la Verdad, cuyo titular es el médico Ricardo Russo, y Epidemiólogos Argentinos. Son profesionales de la salud y dirigentes mediáticos que critican las medidas del Gobierno nacional y se oponen a las estrategias para morigerar el avance de la pandemia.
El accionar y las consignas que propagan los protagonistas de estos movimientos -como las del médico oftalmólogo Mariano Arriaga- se han viralizado en las redes, pese a que las denuncias colectivas por desinformación hacen que a menudo sean dados de baja.
En una protesta en Santa Fe, la movilización de Médicos por la Verdad derivó en arrestos y violentos cruces con oficiales de la policía. Una concejal santafesina -Norma López, del Partido Justicialista santafesino- resolvió denunciar al grupo negacionista de la pandemia y recibió amenazas de muerte por su iniciativa.
También se registraron incidentes en el transporte público. “¡Tengo problemas de salud! ¡No me podés decir qué tengo que usar si tengo justificativo médico!”, gritó un hombre al ser obligado a bajar de un colectivo por no usar barbijo. El chofer del vehículo tuvo que solicitar la asistencia de oficiales de la policía por incumplir con normas establecidas en decretos del presidente Alberto Fernández.
Estos grupos suelen realizar convocatorias en rechazo de las medidas restrictivas. El año pasado, un grupo antibarbijo se autoconovocó frente al Obelisco para protestar contra la pandemia con una quema de barbijos. Los presentes se grabaron en ronda y aplausos en una ceremonia que se coronó con gritos de “no a los barbijos”, mientras se arrojaban tapabocas en una olla con fuego. “Primitivos, autodestructivos y mezquinos”, fue la categorización que hizo el canciller argentino Felipe Solá de estas personas.
La opinión de los expertos en salud mental
LA NACION consultó a dos especialistas en psiquiatría y psicoanálisis para comprender el comportamiento de estos movimientos.
“Si vamos al meollo de la cuestión, estas personas ven ataques -llamémoslos demonios- en todos lados. En general, son personas que tienen inseguridades que proyectan hacia el exterior”, explicó María Teresa Calabrese, endocrinóloga, psiquiatra y psicoanalista miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA).
Según detalló la especialista, el comportamiento de estas personas se basa en “un mecanismo que tiene que ver con la paranoia”. “El paranoico proyecta hacia afuera: son los otros los que lo quieren dañar, los que le quieren hacer cosas que no son las correctas, los que les quieren recortar las libertades y, en ese sentido, son los gobernantes los que los quieren someter, sojuzgar, coartar la libertad”.
En diálogo con este medio, Calabrese estableció una diferenciación entre quienes realmente tienen estas creencias y quienes sacan provecho de ellas, es decir, grupos de poder, ya sea políticos o de distinto orden mediático.
Por su parte, el médico especialista en psiquiatría y psicoanalista Harry Campos Cervera adujo que la falta de información sobre los resultados de periodos de encierro puede conducir a este tipo de comportamientos.
“De algún modo, el mensaje del oficialismo es siempre catastrófico: ¿qué te produce a vos cuando hay diez días de encierro y te dicen que vamos a morir todos? Si vamos a morir todos, ¿para qué me voy a quedar en mi casa?”, analizó Campos Cervera.
En este sentido, Campos Cervera definió tres componentes que se vinculan al comportamiento de los antibarbijos y anticuarentena. “Puede haber una reacción a un encierro que observan, sobre todo cuando no tenemos un retorno de cuáles son las consecuencias del esfuerzo”, dijo, y continuó: “También hay gente que tiene una conducta contra-fóbica, es decir, frente al miedo que genera esto, hacen una reacción de lo contrario, y se lanzan, pero como respuesta a un miedo”.
Por último, el psiquiatra destacó reacciones por razones ideológicas. “Fueron las más masivas, en general; son pequeñas luchas que se embarcan con el objeto de que las instituciones sean debilitadas, porque son parte de una reacción ante el orden establecido”.
¿Es posible un cambio de opinión?
“Es difícil, muy difícil que cambien de opinión porque tienen como una gran omnipotencia y certeza”, aseguró Calabrese, quien explicó que “el cerebro necesita certeza”. “Si no la tiene, la inventa”, dijo la experta.
Calabrese explicó que se trata de un mecanismo de defensa para lidiar con la incertidumbre, algo presente en todos, pero maximizado en este tipo de personas. “Ellos se manejan con certeza y están convencidos que esto es algo que se inventó para coartar la libertad, para someter, para sojuzgar y esto no es solo acá, lo hemos visto en todo el mundo”.
En este sentido, al ser consultado sobre si se puede revertir la línea de pensamiento de los anticuarentenas, Campos Cervera también consideró que sería algo “muy difícil”. “No estamos tratando con elementos racionales, estamos tratando con pensamientos cuasi religiosos”, dijo el psiquiatra, y aseveró: “Están basados en el sistema de creencias, y el sistema de creencias se basan en actos de fe y los actos de fe son inamovibles”.
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