Antibióticos: cuestionan si hay que completar el tratamiento
Especialistas británicos abrieron un nuevo debate al afirmar que no hay evidencia de que suspenderlo antes provoque resistencia bacteriana
Cuando un médico indica un antibiótico, la recomendación que le suele seguir a la pregunta sobre la duración del tratamiento será “hasta completarlo”. Suspenderlo, como ocurre cuando uno empieza a sentirse mejor, favorece la aparición de bacterias más resistentes a las terapias disponibles, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Ayer, un equipo de Reino Unido cuestionó el respaldo científico de esa recomendación y abrió, así, un nuevo debate sobre uno de los desafíos más importantes que está enfrentando la medicina: la sobreutilización de los antibióticos. Es que una bacteria que causa enfermedad en el ser humano o los animales puede adaptarse (por mutaciones) a esos fármacos, lo que los vuelve ineficaces para controlar las infecciones.
Esa farmacorresistencia bacteriana aumenta los costos sanitarios, prolonga las internaciones y pone en peligro la vida de los pacientes en la comunidad y los hospitales.
“La resistencia a los antibióticos está aumentando en el mundo a niveles peligrosos –afirma la OMS–. Día tras día aparecen y se propagan en el planeta nuevos mecanismos de resistencia que ponen en peligro nuestra capacidad para tratar las enfermedades infecciosas comunes. Cada vez más infecciones, como la neumonía, la tuberculosis, la septicemia o la gonorrea, son cada vez más difíciles, y a veces imposible, de tratar a medida que los antibióticos van perdiendo eficacia.”
Tal es la magnitud del problema que el año pasado, durante la Asamblea General de las Naciones Unidas, los mandatarios presentes se comprometieron a ocuparse en los países de contrarrestar las causas de la resistencia antimicrobiana en la medicina, la veterinaria y la agricultura.
Este año, la OMS publicó la lista de 12 tipos de bacterias resistentes a los antibióticos que demandan atención “urgente”, en especial en las poblaciones más vulnerales: los adultos mayores en residencias, los pacientes internados (incluidas las unidades de terapia intensiva) con o sin dispositivos de asistencia externa y las personas trasplantadas o que reciben quimioterapia. También publicó una lista de antibióticos que deberían reservarse sólo en ciertos casos.
Pero, ayer, un grupo de infectólogos británicos cuestionó la robustez científica de la recomendación de completar el tratamiento.
En la revista The British Medical Journal, los especialistas publican un artículo de análisis en el que afirman: “La evidencia no respalda la idea de que suspender el tratamiento antibiótico antes promueva la resistencia bacteriana, ya que es su uso más prolongado que el necesario lo que aumenta ese riesgo”.
Distintos especialistas a los que consultó ayer LA NACION prefirieron no opinar sobre la publicación.
En cinco páginas, Martin Llewelyn, del departamento de Salud e Infecciones de la Facultad de Medicina de la Universidad de Sussex, y colegas de las universidades de Oxford y Southampton, además de una red de hospitales académicos de Londres, presentan sus argumentos.
Le atribuyen el origen de la recomendación “de completar el tratamiento” a un discurso de 1945 del premio Nobel de Medicina Alexander Fleming “emocional, pero no basado en evidencia”, según explicó ayer al diario The Washington Post uno de los coautores, Tim Peto, del Centro Médico de Investigación Biomédica de Oxford. Citan, además, información que publicaron recientemente los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de los Estados Unidos y el Departamento de Salud de Inglaterra, donde estas instituciones reemplazaron la leyenda “completar el tratamiento” por la recomendación de utilizar los antibióticos “exactamente de acuerdo con la indicación médica”.
El grupo revisó la evidencia disponible sobre la duración de las terapias, su efectividad clínica y la resistencia bacteriana. “Alentamos a las autoridades, los educadores y los médicos a dejar de aconsejar «completar el tratamiento» cuando hablan con los pacientes. Es más, deberían decir de manera pública y activa que no es una noción basada en la evidencia y es incorrecta”, sostiene el grupo. A la vez, aclara que aún se necesitan estudios para dar con los mensajes a la población que sean más simples y adecuados.