La pandemia de coronavirus que atraviesa en estos momentos la Argentina ya lleva unos 79 infectados, dos de los cuales fallecieron. Pero este no fue, de ningún modo, el primer episodio de este tipo que sufrió nuestro país a lo largo de su historia. Ni el más trágico. Además de la recordada y muy próxima, en términos históricos, pandemia de gripe A de 2009 y 2010, los argentinos fueron azotados por las epidemias de cólera y fiebre amarilla en el siglo XIX, y por la pandemia de gripe española, en los años 1918 y 1919.
En cada una de estas tres plagas que padeció la Argentina, hubo aproximadamente unos 15.000 muertos. Y también, en cada caso, hubo particularidades interesantes relacionadas con las clases sociales, la política y la redistribución de la población porteña.
La historiadora y docente Camila Perochena habló sobre dos de estas epidemias en el programa +Info de LN+.
Brote de cólera
Las pésimas condiciones de salubridad de la ciudad de Buenos Aires pueden haber provocado el terrible brote de cólera que asoló la ciudad en los años 1867 y 1868.
Esta enfermedad, producida por la vibro cholerae, que puede transmitirse a través del consumo de aguas contaminadas o por el lavado de frutas y verduras con esta agua, produjo en esos años una situación desesperante en la provincia de Buenos Aires y en la ciudad, que en ese entonces no era autónoma.
Según dice el doctor José Penna en su libro El cólera en la república Argentina, esta enfermedad provocó en esa aparición unos 15.000 muertos en territorio bonaerense (incluye unos 3000 de la ciudad de Buenos Aires). El brote llegó también a otras provincias como Córdoba, Santa Fe, San Juan, San Luis, Catamarca y Santiago del Estero.
"Fue la epidemia más importante de cólera de la historia. Produjo una crisis social importante y ruptura de lazos, porque no se sabía el origen de la enfermedad, se pensaba que había contagio entre personas y las familias dejaban a los enfermos o muertos abandonados y se iban a vivir a pueblos", explicó Perochena.
Además, esa epidemia tuvo la particularidad de producir un cimbronazo importante a nivel político. "De cólera se murió el vicepresidente de Argentina de entonces, Marcos Paz -contó la historiadora-, que en ese momento era en realidad el presidente, porque Bartolomé Mitre, el mandatario real no ocupaba su cargo, estaba en el frente de guerra contra el Paraguay".
Paz murió en enero de 1868 y le empezaron a escribir a Mitre para que regresara. Además, explicó Perochena, "la Constitución Nacional decía que el Congreso tenía que decidir un presidente interino, pero el congreso estaba de receso y ningún legislador iba a venir a Buenos Aires con el brote de cólera".
Hasta que volvió Mitre, hubo 15 días de descalabro político, con una comisión al frente del ejecutivo formada por ministros y funcionarios. "Hubo mucha incertidumbre y fue una epidemia con consecuencias políticas en un país que recién se estaba armando y con un gobierno de un presidente que estaba debilitado y con mucha gente que le hacía la competencia", concluyó Perochena.
La fiebre amarilla
En 1871, fue la fiebre amarilla la que arrasó con la ciudad de Buenos Aires, y dejó un saldo de unos 14.000 muertos -el 8 por ciento de la población porteña-, en su mayor parte inmigrantes españoles, italianos, franceses y de otras partes de Europa.
Según los historiadores, la fecha de inicio de la epidemia fue el 27 de enero de 1871 con tres casos identificados por el Consejo de Higiene Pública de San Telmo. "Debido a esto, las personas de clase adinerada que antes vivían en ese barrio se mudaron hacia el norte de la ciudad, por lo que San Telmo fue tomado por los inmigrantes italianos y españoles", contaba en un artículo de LA NACION el infectólogo Federico Pérgola.
Entre otras personas, la epidemia se llevó a tres eminencias cuyos nombres son célebres al día de hoy: el abogado José Roque Pérez y los médicos Manuel Argerich y Francisco Muñiz.
Por la gran cantidad de muertos, se produjo una creación que permanece hasta el día de hoy, el Cementerio de la Chacarita, porque entonces el cementerio del sur no daba abasto y el cementerio del norte -actual Recoleta- había prohibido que se inhumaran allí los cadáveres producto de la fiebre amarilla.
Hay muchas teorías sobre por qué se dio esa epidemia en Buenos Aires, pero la principal es que la ciudad avanzaba hacia una mayor urbanización y el hacinamiento de personas y la poca limpieza fueron la perfecta combinación para que el mosquito que transmite esta enfermedad se reprodujera y contagiara de fiebre amarilla a gran parte de la población.
La gripe española
Perochena se refirió también a la gripe española, pandemia que, aclaró, "no nació en España", pero como los países de Europa estaban todavía en un contexto de guerra, "fue España el país que más informaba sobre el tema".
Esta fue una de las pandemias más virulentas y devastadoras de la historia de la humanidad. "Llegó a afectar a 500 millones de personas, de las cuales murieron entre 50 y 100 millones en todo el mundo", señaló Perochena.
En cuanto a la presencia de esta gripe en la Argentina, la historiadora y panelista televisiva dijo que "se pensaba acá que iba a tardar en llegar, y que las condiciones sanitarias del país nos iban a hacer más inmunes a la gripe, en comparación de los países europeos, que estaban en contexto de guerra".
En 1918 hubo una epidemia mundial de gripe española en la que se contagiaron 500 millones y murieron entre 50 y 100 millones. En Argentina los muertos fueron 15 mil. A los inmigrantes que llegaban al país con síntomas se los internaba en LA ISLA MARTIN GARCÍA. pic.twitter.com/Rg5S6slyoQ&— Camila Perochena (@camiperochena) March 13, 2020
Sin embargo, la pandemia llegó a la Argentina en dos etapas, y fue impiadosa. "En octubre de 1918 llegó la primera oleada -expresó la historiadora-, que fue más benigna, ya que murieron unas 2300 personas. Pero en invierno de 1919 llega una segunda oleada en la que murieron más de 12.000 personas. En total, casi 15.000 argentinos murieron a causa de esta gripe".
Un análisis demográfico de esta plaga indica que, de acuerdo con Perochena, "las provincias que tuvieron una tasa de mortalidad más alta fueron las provincias más pobres, donde había menos médicos, donde las condiciones sanitarias eran peores y donde las tasas de analfabetismo eran superiores".
Un dato interesante es que, en aquel entonces, a los inmigrantes que llegaban con síntomas de esta enfermedad se los llevaba a hacer la cuarentena a la isla Martín García.
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